Esto es lo que pasa con las dietas veganas y vegetarianas para mascotas

Si bien entre humanos estas formas de alimentación son cada vez más comunes, entre las mascotas no debiese ser así. Especialistas explican los riesgos de privar a perros y gatos de la carne y los nutrientes de origen animal.




A medida que pasa el tiempo, el veganismo y el vegetarianismo van expandiéndose a una velocidad sorprendente. Seguramente, al menos un miembro de tu familia o círculo cercano puede estar transitando hacia alguna de estas formas de alimentación y estilos de vida. Mientras los humanos son capaces de adaptarse a las bondades de estas dietas, se puede caer en el error de generalizar el efecto que estas causan y promoverlas en nuestras mascotas.

El problema es evidente: perros, gatos y humanos no tenemos las mismas facultades digestivas para procesar, aprovechar y descomponer los alimentos; aún así, muchas personas han forzado a sus animales a seguir esta forma de alimentación. Lamentablemente, no es la mejor idea.

“La recomendación respecto a usar o no una dieta vegetariana en alimentación animal depende de la especie”, dice Paola Mujica, académica de la Escuela de Medicina Veterinaria de Universidad de las Américas. Por definición, los gatos son carnívoros estrictos, porque “requieren consumir en su dieta algunos elementos y/o nutrientes como la taurina y el ácido araquidónico que se encuentran de forma natural en los productos de origen animal”.

“Los aminoácidos de origen animal proporcionan un mayo grado de absorción y digestibilidad; es decir, se aprovechan más al comerlos”, complementa David Rodríguez, médico veterinario especializado en nutrición y gastroenterología animal, fundador de Nutrivet. Sin estos nutrientes, entre los que se encuentra también la arginina, esenciales para la funcionalidad de los felinos, se pueden generar trastornos de salud graves e inclusive la muerte.

“No es recomendable una dieta vegana o vegetariana en ellos; la evidencia es muy escasa respecto al éxito de éstas prácticas”, apunta Mujica.

El caso de los perros

“El perro es un carnívoro facultativo u omnívoro”, explica Rodríguez. Eso quiere decir que “puede comportarse según las características que le ofrece el entorno, donde puede adaptarse a comer grandes cantidades de proteína, grasa o carbohidratos”.

La parte omnívora del perro hace que sea más flexible en su forma de alimentación. “Eventualmente, puede adaptarse a una dieta sin carne, pero para hacer esto es necesario seguir las recomendaciones de un médico veterinario con experiencia en nutrición animal”, advierte Mujica. Esto porque es necesario asegurar la entrega de un alimento bien balanceado: la ausencia de las vitaminas y proteínas de origen animal pueden causar “trastornos graves en el sistema neurológico, neuromuscular, metabólico y endocrino”.

¿Es posible, entonces, que mi perro sea vegetariano? Depende, pero siempre necesitarás la supervisión de un especialista en nutrición de animales.

Dieta vegetariana en patología graves

Según lo que comenta Rodríguez, las dietas vegetarianas pueden tener beneficios en patologías bien graves, como como por ejemplo un shunt portosistémico —un grave problema vascular que altera la digestión—, una cirrosis hepática “o patologías asociadas al hígado o los riñones donde el animal no pueda procesar las proteína y así eliminar el exceso de nitrógeno, que debe ser convertido bioquímicamente para ser eliminado”.

“Para ciertos casos de pacientes, con patologías complejas como estas, quizás puede ser beneficiosa una dieta vegetariana, aunque no se ha demostrado que tengan un mayor beneficios versus las dietas con origen animal”, asegura.

¿Qué se recomienda respecto a alimentación en mascotas?

Pellets, dieta barf o cruda, o comida natural pero cocida. La forma de alimentación animal ha cambiado y a veces los mismos humanos quedamos un poco confundidos con estas nuevas tendencias. Pero más que dejarse llevar por lo que está haciendo el resto, lo primordial es tener un diálogo directo con el médico veterinario para que el especialista pueda estudiar al animal y asimismo dar su mejor recomendación de acuerdo a sus características.

Rodríguez, como profesional especializado en nutrición, considera que los mejores resultados se dan con una dieta mixta para perros. “Es decir, croquetas con ciertos alimentos que puedan obtener de algún grado de origen animal, más un añadido de productos vegetales. Al momento de mezclar ambas, se pueden obtener los mejores beneficios de ambos mundos: el industrial y el natural”.

En el caso de los gatos, el especialista ha tenido buenos resultados con pacientes cuya alimentación mezcla croquetas con alimentos húmedos, los que pueden ser enlatados o también de origen natural completo. “Siempre entendiendo que cada individuo es particular”, afirma.

Mujica destaca dos puntos importantes: en primer lugar, los requerimientos nutricionales de un cachorro son mayores que los requerimientos de un adulto. “Requieren más calorías, mayor porcentaje de incorporación de aminoácidos esenciales y de ácidos grasos”, por lo que un cachorro debe ser alimentado con un alimento balanceado —pellet— especial para su edad, el cual debe cumplir al menos con los requerimientos mínimos para esta etapa fisiológica”, comenta.

Otro punto importante a tomar en cuenta es la calidad de los ingredientes del alimento balanceado. “Están detallados también en los envases, en orden decreciente de incorporación”, dice Mujica y recomienda “preferir alimentos que sólo contengan proteínas de origen animal entre los tres primeros ingredientes e idealmente que no correspondan a subproductos de pollos, vacunos o peces”. O sea, que la lista comience con “carne de” y no “harina de”.

“Si se desea alimentar a su cachorro con una dieta cruda biológicamente apropiada —en inglés BARF—, es indispensable que consulte con un médico veterinario especialista sobre el diseño de las raciones y las posibilidades de ingredientes, ya que algunos alimentos que son saludables para humanos pueden ser dañinos para los perros”, comunica la académica.

“Algunos perros andan muy bien solo con croquetas, otros perros y gatos no tienen problemas con dietas naturales cocidas, y algunos funcionan con dietas tipo crudas o mixtas”, analiza el timonel de Nutrivet. “Hay que buscar un equilibrio entre lo que tolera , lo que acepta y lo que es conveniente tanto práctica como económicamente para el tutor. De acuerdo a eso se decide cuál es la mejor dieta”, apunta.

¿Qué frutas y verduras pueden comer las mascotas?

En caso de incorporar los vegetales en la dieta, Mujica sugiere que sea en forma de premios o snack. “Como suplemento, se pueden utilizar zanahorias, brócoli, arándanos o manzana”, señala, sin dejar de lado lo más importante: el cálculo de porción según el tamaño, actividad y fisionomía de tu mascota, para así no exceder el aporte calórico. El fundador de Nutrivet destaca que las frutas y verduras no debiera corresponder a más del 10% de las kilocalorías diarias.

Entre las frutas que jamás debes darle a tu mascota, Rodríguez menciona las uvas y las pasas. “Pueden tener un potencial tóxico en ciertas cantidades para las mascota”. Mientras que en el caso de las verduras, la lista negra la encabeza la cebolla y el ajo, debido a que en dosis altas pueden traerles problemas gástricos.

“Algunos dicen que a los gatos les gusta el zapallo o el pepino, a otros la lechuga, pero me preocupa que sean dormilones enzimáticos”, comenta Rodríguez. ¿Qué significa eso eso? “Que no tiene todas las enzimas en correcta funcionalidad para degradar de buena manera la fructosa que es el azúcar de las frutas”, comenta Rodríguez.

Eso sí, esto no significa que no puedan comer. “Es importante que el aporte de los carbohidratos, ya sea de granos o frutas o verduras en la dieta de un felino, no sea más allá del 20% del total. Entre menos carbohidratos y fibra que provenga de vegetales, será más beneficioso para evitar un alza de glucosa o azúcar en la sangre, lo que puede generarle diabetes”, advierte.

Por otro lado, el especialista en gastroenterología señala que el exceso de verduras, sin un procesamiento, sin picarlas ni machacarlas de forma correcta, puede afectar a la digestión y generar una diarrea. Al mismo tiempo, “el exceso de vegetales sin ser supervisión profesional dedicado a la nutrición puede generar la inhibición de la absorción de las proteínas, y eso puede alterar el resultado final de un correcto balance de la dieta”.

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