Ley 40 horas: ¿cómo ser más productivo trabajando menos tiempo?

Foto: Drazen Zigic.

Aunque se implementará de manera progresiva, ya es momento de que empresas y trabajadores comiencen a adaptarse. ¿Se puede ser igual o más eficiente en una jornada más corta? Expertos en recursos humanos dan la respuesta.




“El tiempo no es la cosa más importante: es la única cosa”, reflexionó alguna vez el trompetista e ícono del jazz Miles Davis.

Tiempo hay, al menos para prepararse para la implementación total de la Ley de las 40 horas, que reducirá la jornada laboral semanal a ese número. Según anunció el Gobierno, la disminución empezará a regir desde el próximo año desde el próximo año, bajando primero de 45 a 44 horas, para el 2026 pasar a 42 y finalmente llegar al año 2028 a las 40.

“Tener esta ley vigente va a mejorar nuestra calidad de vida, va a permitir compartir más tiempo con nuestras familias, con nuestros hijos (…) Es de una gradualidad máxima y, por tanto, llamamos nuevamente a los empleadores a que puedan anticiparse a la reducción de la jornada laboral, haciendo los ajustes en los contratos lo antes posible”, explicó Jeannete Jara, ministra del Trabajo sobre esta medida que como proyecto partió el 2017, presentado por la entonces diputada Camila Vallejo y la todavía parlamentaria Karol Cariola.

Una reciente encuesta de Pulso Ciudadano arrojó que 74,2% de las personas estaba “muy de acuerdo” con la aprobación de esta ley. Sin embargo, en la otra esquina, un estudio de la CCS no es tan entusiasta. Mientras un tímido 18% cree que la productividad puede aumentar; un 34% no anticipa cambios, y un 36% se muestra pesimista.

Un artículo publicado al respecto por Forbes trae a colación un debate nacional que parece sempiterno: Chile ocupa el lugar 36 entre los 39 países de la OCDE en cuanto a productividad laboral. Es decir, somos uno de los menos eficientes de ese grupo, lo cual puede explicar ese nerviosismo.

Como es una medida que toca directamente los engranajes del sistema económico, existen riesgos asociados. Para Gonzalo Rivera, gerente general de la consultora de recursos humanos Teamwork, no es tan terrible: es más bien una cuestión de tiempo y de organizarse con anticipación.

Las ministras del Trabajo, Jeannete Jara, de Vocería, Camila Vallejo, y de la Mujer, Antonia Orellana, celebran la aprobación de la ley junto a dos parlamentarias.

“Tal vez al principio haya dificultades de coordinación y comunicación entre los equipos de una empresa”, explica. “Otro de los riesgos que se corren es no llegar a la producción estándar o promedio, debido a una ineficiencia operacional”.

“La desinformación o información parcial de la ley representan un problema importante, puesto que la misma no solamente reduce la jornada, sino que regula y entrega herramientas para dar respuesta a la caída de la productividad”, agrega Felipe Leigh, director legal y de prevención de riesgos de la empresa de recursos humanos Adecco Chile.

“Pero si no nos preparamos bien para trabajar menos horas, podríamos ocasionar que las personas sientan un alto nivel de estrés por alcanzar objetivos en menor tiempo, mermándose así la intención de equilibrio entre lo laboral y familiar o personal”, advierte.

¿Cómo podemos, tanto los empleadores como los empleados, prepararse bien para entrar en la era de las 40 horas sin que la productividad se vea impactada de manera negativa, sino todo lo contrario?

Usted no lo haga

Hay dos cosas que se cree que son excelentes para la productividad pero que en realidad, asegura Rivera, son solamente mitos:

  • Acostumbrarse a trabajar demasiado (más del horario laboral establecido): “Muchas personas se definen con gusto como ‘trabajólicas’, dedicando varias horas semanales extra al trabajo por gusto, por costumbre o también porque no logran poner límites a su vida laboral”, dice. Pero está demostrado que para trabajar bien y llevar una vida sana —tanto mental como físicamente— es necesario lograr un equilibrio entre el trabajo y el ocio. “Es fundamental descansar lo suficiente, distraernos, compartir con las personas que queremos y tener horarios para realizar otro tipo de actividades”, agrega. Eso, además de hacernos más felices, permitirá encarar con más claridad y creatividad las responsabilidades laborales.
  • Estar en tu trabajo exclusivamente para trabajar: Muchos creen que estar en una oficina o espacio de trabajo se trata solamente de eso: de producir. “Pero es muy necesario, también, poder involucrarnos con nuestro entorno, relacionarnos con nuestros compañeros, conocer a las personas que nos rodean, tener momentos de descanso y distracción”, explica Rivera. Desarrollar nuestras habilidades blandas mejora la confianza, afianza a los equipos, estimula las relaciones interpersonales y en consecuencia, la productividad laboral.

Para Marcelo Blechman, socio de la consultora Olivia, el error más común es pensar que ser productivo es hacer muchas cosas al mismo tiempo. “Cuando tenemos demasiado qué hacer sin tener claro el valor o prioridad de cada cosa, en general caemos en hacer lo más fácil o lo más corto. Eso, al final del día, no agrega el valor esperado y genera el efecto contrario: hicimos muchas cosas pero avanzamos poco”.

Felipe Leigh aporta con otra lista de malentendidos —aunque puedan ser bien intencionados— a la hora de buscar mayor productividad.

  1. Creer que el multitasking es un valor: “en realidad”, dice, “la productividad tiene que ver con eliminar de nuestra rutina todo aquello que nos cause distracciones. Podemos ser muy eficientes cuando tenemos claridad de lo que queremos conseguir y planificamos las tareas y el tiempo que tenemos para lograrlo”.
  2. Tener más mano de obra multiplica los resultados: “la mayoría de las veces”, señala, “aumentamos la productividad solo ajustando algunas acciones clave en nuestros procesos, o replanificando nuestro camino. Finalmente, las mejoras en la eficiencia son el resultado de tener bien previstos los procesos y objetivos previos a la meta final”.

Menos puede ser más

El aumento de la productividad, explica Gonzalo Rivera, se basa en dos grandes premisas: “la instalación de competencias y habilidades en los trabajadores, y la implementación, por parte de la empresa, de procesos y programas que agilicen las tareas”.

Esta segunda parte de la afirmación pareciera estar al debe en la conversación respecto a productividad. En una columna del año 2019, el periodista Daniel Matamala escribió que “según el Ranking Mundial de Competitividad IMD (...) en prácticas de gestión de las empresas estamos en el puesto 50; en productividad y eficiencia del sector privado, en el 52. Somos antepenúltimos en patentes de alta tecnología, 50 en exportación de tecnología, y 54 en inversión en investigación y desarrollo (I+D)”.

Roberto Muñoz, socio de Artl Auditores, pone el acento en ese punto. “Debe efectuarse un análisis de los procesos de las compañías, incorporar nuevas tecnologías o mejorar las existentes en los procesos claves del negocio y liderar sus equipos con una adecuada gestión de los cambios para que cada trabajador entienda claramente su rol y logre ser más productivo”.

Pablo Samuel, especialista en cultura organizacional de Zenta aporta un punto fundamental: la comunicación. “Para que el proceso sea exitoso esta debe ser efectiva, tanto en lo verbal como lo no verbal. Saber ocupar los canales de comunicación, el intranet, Slack, Google Drive, Teams y redes sociales, teniendo en cuenta la segmentación de perfiles. Transmitir la importancia de comunicar claramente las ideas, proyectos e incluso la emociones”.

En cuanto a la responsabilidad de las y los trabajadores, Rivera explica que hay tres conceptos clave:

  1. Optimizar el tiempo: con la reducción de la jornada laboral, será necesario que los trabajadores aprendan a administrar el tiempo de mejor manera. Para eso, por ejemplo, todos los días pueden tener una lista de tareas, donde se asignen las prioridades y urgencias a resolver. Es bueno crear un hábito diario en el que estas se revisen, lo que ayudará a realizar un mejor trabajo en menos tiempo.
  2. Mayor autonomía y disciplina: será necesario que los trabajadores tomen sus decisiones en cuanto a cómo gestionar sus tareas y descansos para lograr cumplir con sus objetivos, incluso si no tienen la misma supervisión de antes.
  3. Flexibilidad: los trabajadores deben considerar que con la reducción del horario laboral, pueden cambiar ciertas organizaciones o métodos de trabajo en una empresa.

Samuel agrega la importancia de aprender a resolver problemas. “Saber identificar cómo resolver un problema o a quién acudir, incluso saber delegar. Implica tener la capacidad de analizar situaciones, tomar decisiones y adaptarse a cambios: esto último es lo más complejo, porque implica salir de nuestra zona de confort”.

Otra habilidad importante, explica, es el trabajo en equipo. “Si ya existen dos empleados en una organización, se debe tener claro qué posición ocupa cada uno en la cancha, quién va a la pelota, cuándo dar el pase. Conocer las funciones y roles, tener el criterio para apoyar, motivar pero también establecer límites”.

Marcelo Blechman suma la siguiente idea: “Lo primero es ser ordenados y tener claros nuestros objetivos del día. Puede sonar muy frío, pero debemos comprender que la reducción de horas apunta a que podamos utilizar las horas ganadas en temas personales. por lo que es primordial evitar las distracciones para cumplir los objetivos que nos proponemos”.

Orden y progreso

La clave, cree Felipe Leigh, es que las y los trabajadores sean capaces de hacer una buena planificación y organización de sus tareas. “Tener claros los objetivos es indispensable para organizar las tareas a corto, mediano y largo plazo. Eso permite una correcta administración del tiempo y que el beneficio de trabajar menos horas se traduzca en trabajadores más felices y productivos”.

Para este objetivo, apunta, los líderes, gerentes y jefes deben predicar con el ejemplo. “Los equipos que se autogestionan requerirán líderes con ciertas destrezas para formarlos, ayudarlos y acompañarlos en ese camino. Deberán tener muy bien desarrolladas las habilidades de comunicación, confianza, trabajo en equipo y flexibilidad”.

Felipe Leigh comparte la mirada de la OIT (Organización Internacional del Trabajo): “El objetivo de la ley se encuadra en la siguiente frase: La reducción de horas laborales resulta beneficiosa para la salud y el bienestar de los trabajadores, permitiendo mayor espacio para la vida familiar y recreativa. También refuerza la productividad, favorece aspectos como la seguridad en el lugar de trabajo y promueve la equidad de género”.

Muñoz advierte que el lado pedregoso de una iniciativa así es que la menor competitividad lleve a las empresas “al desafío de arreglárselas para mantenerse y subsistir, y los trabajadores tendrán un mayor riesgo de pérdida de sus empleos o disminución de sus ingresos”.

¿Para qué lado de la balanza se inclinará el futuro de la cultura laboral? En 40 horas más lo sabremos.

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