Restricción permanente para vehículos catalíticos


Desde el 2 de mayo y hasta el 31 de agosto, se aplicará la restricción vehicular permanente para vehículos catalíticos con fecha de inscripción anterior a septiembre de 2011.

Los defensores de esta medida la han presentado como la mejor alternativa en términos de costo-beneficio, para mejorar la calidad del aire de Santiago. Sin embargo, la evidencia empírica indica que la restricción para vehículos con sello verde, no sólo es una medida ineficaz para combatir la contaminación, sino que además, es evidentemente regresiva.

En efecto, desglosando el total de las emisiones anuales del material particulado fino o MP2.5 -el más nocivo para la salud-, observamos que el transporte público y privado constituye el 40% de las emisiones totales.

Sin embargo, los vehículos livianos representan sólo el 30% de esa fracción. De ese universo, aproximadamente un millón novecientos mil automóviles fueron fabricados antes de 2012. Así, aún bajo el supuesto de que los vehículos catalíticos son los exclusivos responsables de la contaminación atmosférica generadas por losvehículos livianos, una restricción enfocada a este segmento sólo atacaría el 2% del total del total de fuentes emisoras.

Ahora bien, cabe consignar que esta cifra debería aumentar dado que una parte del parque de camiones también estará sujeta a esta restricción, lo que, sin embargo, no cambia significativamente los resultados globales en términos de reducción en la contaminación atmosférica global.

Por otra parte, los defensores de la restricción vehicular permanente han señalado que la implementación de esta medida permitiría que tanto buses como camiones disminuyan sus emisiones por kilómetro entre 7% y 11% por efecto de la reducción en tiempos de viajes y aumento de la velocidad de circulación producto de la descongestión vial.

Conceptualmente, lo anterior tiene asidero, ya que existe una clara correlación entre velocidad de circulación y las emisiones generadas. Dicho en palabras simples, la contaminación generada por un vehículo que circula muy lento o muy rápido es mayor a si éste se desplazara regularmente entre 60 y 100 km/h.

No obstante, la teoría choca con la realidad. La evidencia muestra que, si bien en el corto plazo es posible observar una descongestión vial, en el mediano y largo plazo el aumento del parque automotriz es inevitable. De hecho, habitualmente el segundo o tercer automóvil adquirido para contrarrestar las limitaciones asociadas a la restricción vehicular, tiende a ser más contaminante que los demás vehículos del hogar. De esta forma, a partir de los 12 meses, la situación original empeora en ambos flancos, tanto en contaminación como en congestión vial.

No existen dudas de la importancia que conlleva reducir la contaminación ambiental de Santiago y que esta tarea requiere del esfuerzo de nuestra sociedad en su conjunto.

Sin embargo, el voluntarismo no es buen consejero al momento de diseñar políticas públicas, ya que toda la evidencia apunta a que nuestro trabajo debiera enfocarse prioritariamente en potenciar un transporte público no contaminante para un Santiago más limpio.

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