Hoy, según el primer Censo Nacional de Mascotas elaborado por la Universidad Católica y la Subdere, existen en Chile más de 12 millones de mascotas, de los cuales aproximadamente 8 millones son perros (67%) y 4 millones (33%) son gatos, que viven nuestros hogares, transformándose en miembros activos de las familias del país. Este dato, más allá de su magnitud, refleja un cambio cultural profundo que obliga a repensar las responsabilidades que tenemos como sociedad frente al bienestar animal, la salud pública y el desarrollo sostenible.

En este nuevo escenario, la alimentación de mascotas adquiere un protagonismo ineludible. No se trata solo de proporcionar comida, sino de asegurar una nutrición balanceada, segura y adaptada a las necesidades de cada animal a lo largo de su vida. La salud de nuestras mascotas está directamente ligada a la calidad de los alimentos que consumen y a su vez, esta también impacta en la salud pública, en tanto convivimos con ellas a diario, compartimos espacios y afectos.

La industria de alimentos para mascotas, que alcanzó en Chile los US$ 1.633 millones durante 2024, con una proyección de crecimiento anual del 5,9 % entre 2025 y 2034, enfrenta un triple desafío: garantizar productos nutricionalmente completos, fabricados bajo estrictas normas de inocuidad alimentaria y con un compromiso creciente por la sostenibilidad ambiental. La alimentación industrial para perros y gatos implica, en la práctica, la entrega de una dieta única durante largos períodos, por ello cada ingrediente, cada proceso de elaboración, cada control sanitario es crucial.

Conscientes de esta realidad, desde el “Comité Pet Food” de AB Chile hemos dado un paso significativo al desarrollar de manera colaborativa el primer “Manual de Buenas Prácticas para la Fabricación de Alimentos para Perros y Gatos” en nuestro país. Este trabajo, basado en los estándares internacionales de la Fediaf (European Pet Food Industry Federation) y adaptado a nuestra normativa nacional, busca establecer parámetros comunes de excelencia, aplicables a todas las empresas, promoviendo una cultura de mejora continua.

Pero esta herramienta no es solo un instrumento técnico, sino que más bien es también una invitación abierta a todos los actores del ecosistema: autoridades, academia, profesionales y empresas, a construir una industria de clase mundial, anticipándose a las regulaciones, fomentando la autorregulación responsable y poniendo al centro el bienestar animal, la salud de las personas y la protección del planeta.

En AB Chile creemos firmemente que el desarrollo económico y la competitividad pueden y deben ir de la mano de un compromiso ético superior, y la industria Pet Food no es ajena a las demandas de un consumidor cada vez más informado y consciente del impacto que sus decisiones de compra generan en el medioambiente.

En un mundo donde los sistemas alimentarios, humanos y animales, están cada vez más interconectados, este esfuerzo representa un ejemplo concreto de cómo la colaboración público-privada, guiada por el conocimiento técnico y el interés colectivo, puede aportar soluciones concretas a los desafíos globales. Así como América Latina y el Caribe se consolidan como proveedor estratégico de alimentos para 1.300 millones de personas en el mundo, también debemos avanzar con la misma convicción en garantizar la calidad e inocuidad de los alimentos que consumen nuestras mascotas.

El “Manual de Buenas Prácticas Pet Food” es un primer paso. Lo que sigue es aún más desafiante: construir una cultura industrial que ponga la salud de los animales, el bienestar de las familias y la sostenibilidad ambiental como ejes inseparables de su crecimiento. Esa es la verdadera prosperidad que debemos promover en nuestra industria y en nuestro país.

*El autor de la columna es presidente de AB Chile