
Matías Acevedo: “Hoy el mercado no le cree a las proyecciones de Hacienda”
El exdirector de Presupuestos de Piñera y miembro de la Comisión Asesora para el Gasto Público cree que el primer desafío del Presupuesto de 2026 es recuperar el ancla fiscal perdida, estima que la Dipres está haciendo un esfuerzo valorable para explicar y transparentar la estimación de los ingresos y minimiza la importancia de la provisión de libre disposición. “El presidente Piñera no pudo utilizar la glosa republicana para financiar las prioridades del programa de gobierno”, sostiene el economista.
Tras las declaraciones del Presidente aludiendo al recorte fiscal de José Antonio Kast y la intervención de los candidatos presidenciales, el debate presupuestario se electoralizó. ¿Qué implica para la discusión presupuestaria esta alta politización?
-Uno hubiera esperado un mensaje más republicano del Presidente en la cadena nacional. Fue una reacción inusual y generó las reacciones de los aludidos. El presidente Sebastián Piñera salvo algún caso particular que no recuerde, siempre mantenía un tono más republicano. Me tocó un Presupuesto donde ni siquiera habíamos discutido una partida y ya nos habían rechazado la partida del Tesoro Público por el solo hecho de que nos querían hacer un punto político. Estas cosas ocurren; el Presupuesto es como una especie de catarsis de todos los problemas políticos que se han acumulado durante el año, en este caso ad portas de una elección presidencial. Lo que uno espera al final es que el Presupuesto no tenga grandes modificaciones. El 95% del Presupuesto prácticamente va a ser igual al que entró.
El gobierno propuso un Presupuesto con un crecimiento del gasto del 1,7% para 2026…
-Para poder evaluar esa cifra hay que dar contexto. Entre 2010 y 2019 el déficit estructural promedio fue del 1,2% del PIB. Durante el periodo de este gobierno el promedio del déficit estructural va a cerrar en 1,9 puntos del PIB. Es decir, este déficit permanente aumentó en 0,7 puntos del PIB. Dos años de incumplimiento fiscal que suman un 2,5% del PIB no son un accidente: el ancla fiscal se soltó.
Bajo ese contexto es donde hay que evaluar este crecimiento del 1,7% de gasto. Ocurre que estamos proyectando un nivel de gasto con ingresos que creemos que vamos a tener, pero que finalmente terminan siendo menores a los que proyectamos. Y eso genera que empezamos a gastar más de lo que tenemos. Si bien es cierto que el promedio de crecimiento del gasto de este gobierno ha sido la mitad de la expansión de los últimos 15 años, también es cierto que la desviación de 2,5 puntos del PIB que habrá entre el 2024 y 2025 será la desviación acumulada más grande desde que se creó la regla fiscal el año 2001. El primer desafío del Presupuesto de 2026 es recuperar el ancla fiscal perdida. Si no tenemos una regla fiscal creíble, vamos a terminar todo el tiempo hipotecando la convergencia fiscal y que la deuda se estabilice.
¿Qué significa recuperar el ancla fiscal en la práctica?
-Significa que cuando decimos que el déficit estructural de este año va a ser -1,1%, éste sea -1,1% y no sea -1,6% y después -1,8% y luego -2,2%... Incluso, mi estimación es que este año va a estar más cerca de -2,4%. A eso me refiero con recuperar el ancla fiscal: si establecemos una meta, la tenemos que cumplir.
¿Cree que la meta de déficit fiscal de 1,1% para el 2026 está en riesgo con el diseño de este Presupuesto?
-Quiero decir que en menos de un año hemos ajustado los ingresos efectivos en US$ 4.500 millones. Eso es una corrección brutal. Recuperar el ancla significa que tenemos que gastar en base a los ingresos que tenemos y no a los ingresos que soñamos. Por lo tanto, el gran desafío de este Presupuesto de 2026 es que el nivel de gasto que se define en base a los ingresos estructurales sea con una proyección de ingresos realista. Si eso ocurre, podríamos decir que un gasto creciendo a un 1,7% es un gasto austero, responsable.
Antes de la presentación de la Dipres ante el Congreso, pensaba que la sobrestimación de ingresos iba a ser mucho mayor. Sin embargo, después de la presentación de la Dipres, estoy esperando que el déficit estructural sea de -1,5% del PIB, 0,4 puntos del PIB más de déficit -unos US$ 1.500 millones- de lo que está esperando el gobierno para el balance estructural del 2026.
¿La razón? El proyecto de Cumplimiento Tributario que el gobierno dice que va a rendir 0,55 puntos del PIB en realidad va a rendir menos y los ingresos por una vez de US$ 1.000 millones producto del Fondo Emergencia Transitorio están aumentado la base de estimación para 2026. De todas formas, la Dipres creó una mesa con asesores técnicos con parlamentarios para disipar las dudas que pudieran persistir con las proyecciones de ingresos. Eso me parece una buena señal de transparencia. Si no se logra explicar la diferencia, el gasto se debería ajustar en US$ 1.500 millones el 2026 para cumplir con la meta de balance estructural. Si no se hace el ajuste durante la discusión presupuestaria, me temo que la próxima administración cambiará la meta en torno al -1,5% del PIB, lo que sería otro retroceso, pero esa es la realidad.
Además de los ajustes de gasto que se puedan hacer en la discusión parlamentaria, ¿es posible avanzar ahora en resignaciones y recortes que ya han anunciado las candidaturas?
-Si hay una facultad que tienen los parlamentarios que representan a las candidaturas presidenciales es rebajar gastos. Entonces, aquellos que quieran hacer recortes importantes pueden empezar ahora. Y así uno puede conocer en detalle dónde están esas oportunidades de gasto que se ven y proponerlas para que se voten.
¿Qué le parece la propuesta del gobierno de eliminar la llamada glosa republicana y fijar la facultad de reasignar el Presupuesto en un 1%, pese a que ustedes en la Comisión para el Gasto Fiscal proponían un 10%?
-Mi experiencia en el gobierno anterior, en que dejaron algo así como US$ 456 millones de glosa de libre disposición y otros US$ 260 millones para resignar, es que el presidente Piñera no pudo utilizar la glosa republicana para financiar las prioridades del programa de gobierno. Las presiones de gasto que le dejaron en salud por más de mil millones de dólares y una reforma tributaria que le heredó la expresidenta Bachelet, que terminó recaudando un punto y medio menos de lo esperado, había que financiarlas. Entonces, no tuvo ninguna posibilidad de ocupar esa provisión.
Hay que entender que la glosa republicana no son recursos que caen del cielo. De los mismos US$ 90 mil millones de Presupuesto se hace un recorte y se deja en la provisión... Con las presiones de gasto que tenemos, ese recorte para dejarlo en la provisión se deberá ocupar en las mismas partidas que se recortaron y, por lo tanto, no cumple el objetivo de la provisión, que es que el presidente entrante puede asignarla a sus prioridades. Eso fue exactamente lo que le ocurrió al presidente Piñera en su segundo mandato. No utilizó la provisión republicana para financiar las prioridades de su programa. Por eso propusimos un cambio, que técnicamente nos parece mejor. Pero se rebajó bastante el monto que propusimos, lo que la hace una propuesta menos atractiva.
¿Por qué cree que ha generado un rechazo unánime del mundo político la eliminación de esa glosa y la adopción de mayor reasignación?
-Con las personas de todos los sectores políticos con que he conversado, todos concuerdan en privado que es una buena medida la que nosotros propusimos. Pero hay una desconfianza brutal con el gobierno. Por lo tanto, esto es netamente político, no tiene que ver con la técnica y con lo que es mejor para financiar el programa. Pero la gran reflexión al final es lo difícil que es rebajar el gasto público y que siempre va a haber un grupo de interés que va a estar presente.
¿Frente a esta dificultad que muestra el recortar gastos, la propuesta de José Antonio Kast de ajustar en US$ 6 mil millones el gasto público aparece como imposible?
-Cuando uno parte de una propuesta sin un diagnóstico claro, la propuesta se comienza a enredar. Celebro que una candidatura esté apostando por eficientar el gasto público. Mi única observación es que cuando uno hace una propuesta de un determinado monto, tiene que haber hecho un diagnóstico acabado y tiene que saber dónde va a recortar. El resto de los candidatos tiene derecho a saberlo. Me da la impresión que partieron al revés, que definieron un monto y después empezaron a ver cómo empezaban a justificarlo. Y eso fue un error. Espero que durante la discusión del Presupuesto tengan la oportunidad de hacer propuestas concretas.
Dado este escenario de estrechez fiscal, ¿es inevitable que durante el próximo gobierno la deuda se acerque o sobrepase el límite de duda prudencial del 45% del PIB?
-Lo que tenemos que mirar hacia adelante es que cualquier propuesta de consolidación fiscal tiene que ser creíble. Lo que ha planteado la candidata Evelyn Matthei, a quien yo apoyo sin ser parte de su comando o grupo, es llegar a una convergencia fiscal de -1 punto del PIB en cuatro años, lo que me parece una meta creíble, alcanzable, realista y que fortalece la credibilidad fiscal. Ahora, eso nos puede llevar más allá del periodo del próximo gobierno a que la deuda pública, si es que no se sigue haciendo el ajuste fiscal, supere el 45% del PIB.
No creo en una convergencia fiscal voluntarista, que define metas exigentes que después no las cumpla y que debilite la credibilidad fiscal. Más bien creo en una convergencia fiscal realista, en un plazo más largo, quizá seis años, donde esa convergencia sea creíble, alcanzable, y que finalmente termine fortaleciendo nuestra credibilidad fiscal. Porque hoy el mercado no le cree a las proyecciones de Hacienda. Cuando digo el mercado, digo todo el mercado y lo digo con bastante responsabilidad.
Las proyecciones de Hacienda para este año eran de -1,1 punto del PIB y todos los analistas, todos los bancos de inversión, todas las clasificadoras de riesgo estaban proyectando en torno a -2 puntos del PIB hace un año atrás. ¿En qué terminamos? En -2,2 puntos del PIB. Pero eso todavía no es un problema porque todavía no llegamos a un límite de deuda insostenible. Pero el punto es que en la medida que la deuda va creciendo y el mercado le sigue no creyendo a las proyecciones de Hacienda, eso se puede transformar en un problema y eso se traduce en un mayor costo financiero de la deuda al final de un día que terminamos pagándolo todos los chilenos.
¿Cree que este gobierno ha sido responsable fiscalmente?
-No creo que este gobierno ha sido intencionalmente irresponsable fiscalmente. Al principio se realizó un ajuste fiscal importante, se retiró cerca de un 20% del gasto. Eso se valora. Lo que le faltó a este gobierno es haber actuado en forma más acelerada o proactiva respecto a las desviaciones de los ingresos que finalmente terminaron afectando las metas del año 2024 de una forma muy relevante.
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