Davor Harasic: "Mi renuncia fue un acto muy doloroso de responsabilidad política"

El lunes 11, Davor Harasic presentó su dimisión indeclinable como decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, uno de los epicentros de la movilización feminista que remece al país: lo hizo molesto con la conducción que ha dado al conflicto el rector Ennio Vivaldi, uno de sus otrora cercanos.


"Creo que tenemos la obligación de remecer ciertas estructuras y de decir que hay ciertas cosas que no pueden pasar, que un movimiento sin sentido, sin sentido por la forma en que se está llevando, conduzca a la renuncia de un decano es algo demasiado fuerte, y prueba de ello es que han comenzado a cambiar las declaraciones del rector y se han producido un par de claustros en la facultad, por lo tanto, con mi renuncia se han remecido ciertas estructuras. Por eso, no fue un acto de irresponsabilidad, todo lo contrario, fue un tema muy doloroso de responsabilidad política".

Davor Jorge Harasic Yasick da uno de los últimos sorbos a la botella de agua mineral que tiene en sus manos. Los últimos días han sido especialmente duros para él. El lunes 11, en el Consejo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile -uno de los órganos de gobierno universitario y que integran directores de departamento y consejeros elegidos por los profesores y estudiantes-, el abogado penalista sorprendió a la mayoría de los integrantes de ese ente asesor al leer una carta de siete páginas dirigida al rector Ennio Vivaldi, en la que anunciaba su renuncia indeclinable e inmediata al cargo de decano de la facultad, el que asumió en 2015.

Fue una medida extrema, aseguran miembros del equipo de confianza del exdecano. Una campanada de alerta, recalcan, ante la inacción del rector Ennio Vivaldi y de otras autoridades de la Casa de Bello para poner término a las tomas de sedes universitarias, en el marco de la movilización feminista, a casi dos meses de que el movimiento agarrara vuelo a nivel nacional, precisamente, a partir de la toma de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, iniciada el 27 de abril, a raíz del sumario en contra del profesor y expresidente del Tribunal Constitucional Carlos Carmona, por la denuncia de acoso interpuesta por la alumna Sofía Brito.

"Lamentablemente, la presente ocupación ilegal de las dependencias de la facultad, que en estos días vivimos, está lejos de representar un hecho aislado. Cada año nos hemos visto obligados a medidas de paralización y obstrucción del quehacer universitario, de menor o mayor intensidad, por parte de los estudiantes, las cuales han afectado gravemente el normal funcionamiento de la facultad, contraviniendo así la característica de toda universidad pública, que es contribuir a la producción de conocimiento y a la formación de profesionales comprometidos con el devenir y el progreso intelectual y moral de la sociedad a la cual nos debemos", decía la misiva.

En los tres años al mando de la facultad, detalló Harasic en su carta de renuncia, la escuela había enfrentado 182 días de paralización, lo que afectaba "gravemente la excelencia académica y el compromiso por el fortalecimiento de la educación pública".

Lo más grave, para Harasic, es que no percibía desde rectoría la voluntad de poner atajo al problema.

"Sentía que se estaba generando un mal precedente, de validación de las tomas", señala este abogado de 70 años, al explicar las razones de su abrupto alejamiento del decanato. En la carta que le envió a Vivaldi, el mismo lunes 11, abunda en ese tema: "Ante la imposibilidad de transmitir favorable y eficazmente esta preocupación a la comunidad universitaria, que en mi parecer no ha advertido cabalmente el grave riesgo que esta tendencia representa para el futuro quehacer de nuestra corporación, he decidido, con mucho pesar, renunciar".

Ya fuera del cargo, Harasic explica que "fue una decisión extremadamente dura, desgarradora en lo personal, porque amo a la Universidad de Chile, a la que estoy ligado desde el año 1966. Pero estoy tranquilo, porque cumplí mis compromisos y espero que con esta renuncia se pueda empezar a terminar con las tomas en la universidad".

Punto de inflexión

En el entorno del exdecano de Derecho de la U. de Chile aseguran que hace varias semanas Harasic había llegado al convencimiento de que no tenía ninguna capacidad de maniobra.

El primer indicio lo tuvo poco antes del 27 de abril, cuando las voceras del movimiento feminista de la Escuela de Pregrado fueron a su despacho a anunciarle que se tomarían la facultad como protesta por la demora en el cierre del sumario contra el profesor Carmona, el que se había iniciado más de nueve meses antes.

De nada valió que el entonces decano les explicara que el sumario había finalizado a comienzos de esa misma semana y que se había notificado a las partes involucradas la sanción de tres meses de suspensión de actividades -la segunda pena más alta que contempla el estatuto administrativo de los funcionarios públicos- que le aplicó a Carmona. "Igual nos vamos a tomar la escuela", le respondieron al decano.

En esa conversación, sostienen cercanos al hoy exdecano, Harasic habría reconocido ante las voceras de las alumnas las falencias que tenían los protocolos para recibir e investigar denuncias de acoso sexual. Por lo mismo, aseguran fuentes del decanato, habría ofrecido a las jóvenes establecer una mesa de trabajo, aun con la facultad en toma, para avanzar en la revisión y redacción de nuevos protocolos para regular el tema de los ayudantes y los casos de acoso. "No tenemos nada que negociar", le respondieron.

Horas después, las jóvenes sellaron la puerta de la facultad en Pío Nono. Por primera vez, las cadenas incluyeron las oficinas del decano y de la dirección de escuela, paralizando por completo las actividades académicas y administrativas.

Desde la Casa Central no hubo reacción. Por entonces, Ennio Vivaldi estaba enfrascado en la reelección como rector. Otros van más allá y afirman que la máxima autoridad de la Universidad de Chile vio con buenos ojos el protagonismo que tomaban las estudiantes del plantel en la movilización feminista nacional.

El 5 de mayo, Harasic se reunió con la directora de Pregrado de la Universidad de Chile, Leonor Armanet, para entregarle una propuesta de plan de cierre del semestre. La idea, entonces, era recalendarizar los exámenes y entregas de trabajos, bajo el supuesto de que se retomarían las clases a más tardar el 11 de junio. Harasic había conversado la idea con el prorrector de la Chile, el ingeniero y profesor Rafael Epstein, quien también era partidario de apurar la normalización de las facultades en toma. En esa oportunidad, Harasic le habría sugerido a Epstein que solicitara a todos los decanos el plan de cierre del semestre. La medida, sin embargo, nunca llegó a concretarse.

Cuatro días después de ese hecho, el 9 de mayo, se reunió en forma extraordinaria el Consejo Universitario -máximo órgano colegiado de carácter ejecutivo-. Aunque algunos decanos plantearon reparos por la forma en que las estudiantes estaban visibilizando las demandas feministas a través de tomas ilegales, varios académicos aseguran que hubo un amplio respaldo a los objetivos de fondo de estas movilizaciones. Ese día, el consejo aprobó crear una comisión integrada por seis decanos, entre ellos Davor Harasic, destinada a reunir antecedentes y elaborar propuestas para reforzar protocolos y normas internas e incluso crear nuevas regulaciones internas de la universidad en línea con las demandas de las estudiantes feministas.

Desde entonces, aseguran en el entorno de Harasic, el cuerpo de decanos y la Casa Central quedaron a la espera de que las estudiantes movilizadas entregaran un petitorio que englobara sus demandas.

Recién mañana -lunes 18- las estudiantes llevarán este documento a la Casa Central.

Quiebre con Vivaldi

Desde el entorno de Harasic afirman que el exdecano de Derecho estaba cada vez más molesto por la demora de rectoría en solicitar a las facultades un plan de normalización de clases y en dar señales claras a los estudiantes de que era necesario retomar las clases mientras se avanzaba sobre las demandas del movimiento.

Harasic, aseguran, no podía creer que Vivaldi, con quien mantuvo siempre una estrecha relación, tomara vacaciones hasta fines de mayo, mientras escalaban las movilizaciones feministas. De hecho, el rector no asistió el 25 de mayo a la reunión que tuvo lugar en Casa Central entre autoridades de la Chile, entre las que figuraban Harasic con las voceras de las tomas feministas, y que finalizó sin llegar a acuerdos, debido, principalmente, sostienen académicos del plantel, por el rechazo de las alumnas.

El quiebre definitivo se precipitaría el 5 de junio. Ese día, Vivaldi envió una carta abierta a los estudiantes de la Universidad de Chile que alarmó a Harasic. "Es responsabilidad de sus integrantes evaluar si los paros y tomas son instrumentos que benefician o dañan a la universidad y al justo apoyo que la causa feminista hoy ha logrado", escribió el rector a los estudiantes. En la misiva, Vivaldi hacía un llamado al diálogo y felicitaba el "rol preponderante" que estaban jugando las alumnas, académicas y funcionarias de la universidad "en esta avanzada que promete un cambio cultural en Chile en todo lo referente a igualdad de género, transformando nuestra sociedad en una más plena, democrática y equitativa".

La reacción fue inmediata. Con las firmas de los decanos Harasic (Derecho), Santiago Urcelay (Veterinaria), María Eugenia Góngora (Filosofía), Carmen Luz de la Maza (Ciencias Forestales) y Roberto Neira (Agronomía), entre otros, se autoconvocó ese mismo día a una reunión extraordinaria del Consejo Universitario.

En la cita, Harasic y el decano de la Facultad de Economía y Negocios, Manuel Agossini, fueron especialmente críticos del tono de la carta enviada por el rector Vivaldi a los estudiantes y por el hecho de que se dejara en manos de los alumnos la evaluación del daño que ocasionaban las tomas.

"Este consejo estima que la vida universitaria debe ser retomada en todos sus aspectos", señala la declaración suscrita ese 5 de junio por el órgano colegiado. El texto también valoraba el "impulso" entregado por las alumnas, académicas y funcionarias de la universidad para "avanzar en una transformación decisiva que redunde en prácticas no sexistas, no discriminatorias, encaminadas a la equidad de género en todas sus formas y a la supresión de todo tipo de abuso, acoso sexual y laboral en la universidad".

Para Harasic se trataba de una victoria pequeña. Nada auguraba que se tomarían medidas para retomar las clases. Tampoco sentía respaldo en el claustro académico de la Facultad de Derecho. La mayoría de los profesores, aseguran en el entorno del exdecano, simplemente tomaron distancia del conflicto.

El martes 8, Harasic llamó a su equipo de confianza a una reunión. A la cita llegaron el vicedecano, Claudio Moraga; Ivana Peric, una abogada recién titulada y que fue contratada por Harasic como su jefa de gabinete y el director del Departamento de Ciencias Penales, Juan Pablo Mañalich. Otros dos cercanos a Harasic, Jonathan Valenzuela (director de Investigaciones) y el profesor Fernando Atria, no pudieron llegar por encontrarse fuera de Chile.

Ese día, Harasic anunció a sus colaboradores más cercanos su decisión de renunciar al decanato un año antes del término de su mandato. "Es indispensable remecer ciertas estructuras", les dijo.

La gran mayoría de los académicos de Derecho se enterarían recién una semana después, cuando en el claustro de profesores del lunes 14 Harasic les leyó la carta de renuncia que había enviado al rector.

La decisión generó fuertes críticas en contra del exdecano y reavivó las fracturas que por décadas han separado a los académicos en diferentes facciones. De hecho, Harasic ganó el decanato en 2015 por apenas ocho votos de diferencia por sobre el profesor Pablo Ruiz-Tagle.

"He sido el primer adversario y crítico de Davor Harasic por su maltrato académico, funcionario y estudiantil. He criticado su malgasto de recursos, su amiguismo y el decir una cosa y hacer otra, todo lo cual ha sido muy dañino para nuestra facultad. Me duele ver mi alma mater en crisis profunda por culpa de liderazgos tóxicos y narcisistas. Creo que todavía es posible levantar un liderazgo renovado y más joven, de base académica. Harasic, luego de haber sido instigador de varias tomas en el pasado, hoy las rechaza. A partir de este rechazo y de una nueva y respetuosa relación académica, funcionaria y estudiantil, que sea responsable y con espíritu de servicio público, creo que todavía puede aspirarse a construir con todos una mejor Facultad de Derecho de la Universidad de Chile", señaló Ruiz-Tagle a Reportajes.

Los detractores de la gestión de Harasic al mando de la facultad se niegan a creer que la renuncia estuviera motivada por "un acto de responsabilidad política" para empujar el término de las tomas en la universidad.

El jueves 14, uno de los principales críticos de Harasic, el profesor Alfredo Jocelyn-Holt, pidió en el claustro académico que se aprobara una auditoría externa al estado financiero de la facultad.

Según los detractores, Harasic dilapidó el fondo de ahorro cercano a $ 8.500 millones que dejó el exdecano Roberto Nahum, principalmente en el pago de elevados honorarios a asesores e investigadores. Al mes, solo en pagos a asesores, afirma un académico, se gastan cerca de $ 80 millones. A eso se suman los sueldos de 28 profesores con grado de doctor contratados full time por Harasic, con sueldos cada uno por sobre los $ 5 millones y medio para hacer investigación.

Harasic justifica esos gastos como parte del proyecto de modernización que implementó y que buscaba convertir a la facultad en "pioneros en el campo de la investigación". Para sus críticos, en cambio, el proyecto no ha dado los resultados esperados, pues no se han ganado fondos concursables importantes.

Del movimiento feminista y sus consecuencias poco se habla en los conciliábulos académicos de la Facultad de Derecho de la Chile. Poco a poco, los grupos comienzan a recomponerse en pos de las elecciones del nuevo decano, que se convocarán a más tardar en 30 días y a las que Harasic no postulará.

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