¿Carreras en extinción?

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En el listado de las 20 carreras universitarias que más han bajado sus matrículas en los últimos diez años hay una que desapareció y otra que está ad portas de hacerlo. Está también Pedagogía en Educación Básica, que tuvo casi 20 mil alumnos y hoy tiene la mitad. Según los expertos, varios factores explican estas bajas, entre ellos el mercado laboral y los sueldos. En la vereda contraria, las carreras ligadas a la salud suben como espuma: Terapia Ocupacional, el mejor ejemplo, quintuplicó sus alumnos, que hoy llegan a 11 mil. Habrá que ver lo que ocurre en una década más.


Gala Rocha (26) no tenía idea de que es una de los apenas tres alumnos que aún cursan Orientación Familiar y Relaciones Humanas en el país. Se enteró cuando fue consultada para este reportaje. Esa carrera fue creada por la Universidad de Los Lagos en las sedes de Santiago y Puerto Montt, y se impartió para formar profesionales expertos en mediación luego de que fueron modificados los tribunales de familia (2008) y la mediación familiar pasó a ser obligatoria para algunos conflictos. Sin embargo, en esa universidad cuentan que los asistentes sociales y los sicólogos ocuparon rápidamente ese espacio. Por eso, si en 2009 llegó a tener 601 alumnos inscritos; cuando Gala ingresó en 2012 ya habían bajado a 248.

Gala realizó su matrícula 2018 hace unos días y por eso no aparece en el registro que el Mineduc entregó a Tendencias, que incluye a quienes lo hicieron hasta mayo. Los dos alumnos regulares que aparecen en ese listado para esta carrera son Marcelo Gajardo (29), quien recién defendió su tesis, y Karen Torres (27), quien espera hacerlo en un par de semanas. Gala va a entregar su tesis en un mes. Será la última en recibirse como orientadora familiar. Cuando lo haga, la carrera va a desaparecer con ella.

"No sabía cuántos éramos, pero tenía la impresión de que éramos poquitos", dice Gala.

-¿Qué sientes al saber que eres la última estudiante en esta carrera?

-Bueno, los últimos serán los primeros -dice optimista.

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Gala Rocha (26) está terminando su tesis para titularse como Orientadora Familiar. | Foto: Pedro Rodríguez[/caption]

Como Gala, cerca de 35 mil estudiantes cursan hoy las 20 carreras que han tenido mayores bajas en sus alumnos matriculados en la última década, considerando todas las universidades del país, según datos que procesó el Mineduc para este reportaje (ver infografía página 5). El caso de Orientación Familiar y Relaciones Humanas es tal vez el más llamativo, porque la matrícula disminuyó en un 99,7% estos últimos diez años. Sólo Criminalística está un peldaño más arriba en la lista, ya que desapareció en 2014 por falta de campo laboral. Dentro de los primeros lugares del ranking están también Acuicultura y Pesca (-91,8%), Técnico Jurídico (-82,4%) y Bachillerato y/o Licenciatura en Tecnología (-78,8%).

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Según Carolina Guzmán, investigadora del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la U. de Chile, hay varios factores que explican el descenso de matrículas en estas carreras, ya sea en conjunto o por separado: el valor del arancel, la institución que la imparte, qué tan selectiva es ésta con el puntaje de la PSU, si está acreditada o no, si está adscrita a la gratuidad o el grado de dificultad. También cobra mayor relevancia la posibilidad de encontrar trabajo y si se obtiene un buen salario en relación con la inversión hecha para estudiar.

Precisamente la expectativa económica y la vocación son los dos factores que componen el atractivo de una carrera, explica Andrés Bernasconi, director del Centro de Justicia Educacional UC. La vocación, dice, no cambia mucho entre una generación y otra, pero sí lo hace la expectativa del incentivo económico. "Ahora los postulantes pueden ver cuánto ganan los egresados en los primeros años de trabajo y esa información tiene un impacto".

Algo de eso ocurrió con Ingeniería Forestal, que pasó de 1.212 alumnos a 672 en una década. Karen Peña, directora de la Facultad de Ciencias Forestales y de Conservación de la Universidad de Chile, explica que esta carrera hace una década la dictaban 15 universidades, cada una con 100 cupos por año. "Empezaron a salir muchos al mercado, lo que generó un sobrestock que hizo bajar la contratación y el sueldo", dice. Esto derivó en el cierre de la carrera en varias casas de estudios, porque dejaron de llenar los cupos por el poco interés que producía en los jóvenes ese escenario. Hoy sólo cuatro universidades la dictan y "están saliendo la cantidad de ingenieros forestales que se necesitan para el mercado nacional e internacional", agrega Peña.

Jesús Sepúlveda (24) estudia esa carrera en esa universidad. Explica que una de las razones para elegirla fue la seguridad laboral que hoy tiene su campo. Según sus cálculos, hace cuatro años los forestales ganaban 800 mil pesos al cuarto año de egreso, monto que ahora está sobre el millón. "Eso motiva, porque no vas a estudiar cinco o seis años, te vas a endeudar de por vida y ganar una cagá de plata. Eso se piensa mucho ahora. Dicen que somos los hippies de la Chile, pero no somos todos así", explica.

En un esfuerzo por revertir el desinterés por esta carrera, la U. de Chile modificó la malla: entregó más atención al tema de la conservación ambiental, intentando sacarle de encima la fama de "cortapalos". Han tenido buenos resultados: pasaron de tener entre 35 y 45 matriculados a rozar los 80 alumnos al año. Roberto Cornejo, presidente nacional del Colegio de Ingenieros Forestales de Chile, se queja precisamente de esa caricatura de taladores de bosques: "Eso es una burda simplificación. Los ingenieros forestales son los profesionales que deben asegurar el manejo sustentable de nuestros recursos naturales, garantizando la conservación de la naturaleza".

¿Usted hace qué?

En algunas universidades explican que, sin importar la cantidad de estudiantes, siguen dictando estas carreras, ya sea por su importancia o porque esperan que remonten las matrículas. En otras casas de estudios, si bien no están ingresando alumnos nuevos a estos programas, siguen dictando clases a los estudiantes que ya estaban inscritos al momento de tomar la decisión de no dictarla más y esperando que estos se gradúen. Algo así ocurre en Relaciones Públicas en UNIACC. Constanza Hormazábal, directora de esa carrera, explica que si bien no tuvo ingresos nuevos en 2018, 15 alumnos actualmente estudian la carrera y ocho están en proceso de titulación.

Hormazábal cree que la baja de los matriculados en Relaciones Públicas se debe, en parte, a que desconocen el perfil y el campo laboral de esa profesión. Cuenta que esta disciplina nació en institutos profesionales y se asociaba con protocolos de formalidad y con la producción de eventos, y que hoy, a pesar de que ya tiene 25 años como profesión universitaria, ella todavía debe explicar que un relacionador público no es un mero organizador de eventos. "Hacemos ejercicios con empresas y cuando les explicas que los estudiantes deben desarrollar una estrategia comunicacional, te dicen: no sabía que un relacionador público podía hacer eso", comenta. Agrega que las carreras que "compiten" con Relaciones Públicas en el campo laboral, como Periodismo o Publicidad, tienen roles más claros y conocidos para las empresas.

Hormazábal señala que en esa universidad han apuntado por diversificar Relaciones Públicas para que los egresados puedan ofrecer un abanico de servicios y desempeñarse, por ejemplo, en recursos humanos, marketing, fidelización de clientes y comunicación interna.

Según Andrés Bernasconi, la diversificación de las carreras debería ser una estrategia de Estado. El experto dice que las universidades deberían dejar las especializaciones para el posgrado y en los primeros cuatro años de pregrado preocuparse de impartir competencias para desempeñarse en distintos espacios laborales. "Es importante que los alumnos aprendan a adaptarse y salgan con competencias como pensamiento crítico, creativo, capacidad de trabajo en equipo, adaptabilidad, disciplina y autorregulación", dice. Ésas son las destrezas, asegura, que los empleadores demandan, a diferencia de las técnicas del oficio porque ésas se forman en el trabajo.

El especialista pone como ejemplo lo que ha sucedido con las ingenierías. Según explica, ahora los jóvenes prefieren opciones con planes comunes, como pasa en Ingeniería Civil, antes que las ingenierías más específicas, lo que les permite ofrecer una malla más amplia y más herramientas. A modo de ejemplo, una de las carreras que más ha disminuido sus matrículas fue Ingeniería en Electrónica (-48,5%); y una de las que más ha subido, Ingeniería Civil Eléctrica (74,8%).

Frente a este escenario, surge la pregunta si los Centros de Formación Técnica o los Institutos Profesionales se están llevando a los alumnos de carreras técnicas de las universidades. Bernasconi cree que no. De hecho, los datos dicen que a partir del 2016, mismo año en que comenzó a regir la gratuidad, la tendencia ha sido un aumento en las matrículas de las universidades comparadas con los CFT o IP. Para este experto, el prestigio y la posibilidad de continuar con la versión universitaria de esas carreras son los motivos de esta elección. "No es lo mismo estudiar una técnica en la Santa María o la Usach que en un CFT", dice.

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Las ilusiones

Además de la expectativa económica y el desconocimiento de las carreras, hay un tercer aspecto a considerar en la disminución de las matrículas: la realidad regional. Cecilia Planas, encargada de Admisión y Registro Curricular de la Universidad de Los Lagos, explica que al tener en regiones un campo laboral más pequeño, las opciones de trabajo también son menores, lo que hace que las carreras ofertadas vayan cambiando constantemente de acuerdo a las necesidades y demandas de la región o la ciudad. "Antes abrías una carrera y podías esperar que en los próximos 20 o 30 años ésta se mantuviera más o menos en las mismas condiciones. Hoy eso es casi imposible", explica, porque un programa que empezó con buena matrícula, remuneración y campo laboral puede desmoronarse al poco tiempo. "Hoy hacemos proyecciones a cinco o diez años máximo y tienen que ir variando y ajustándose de acuerdo al mercado".

Es lo que les pasó con Técnico Jurídico, que en esa universidad pasó de 381 alumnos en 2009 a uno solo este año. Planas explica que con el impulso de la Reforma Procesal Penal se necesitaron cada vez más profesionales de esa área en el sistema público, pero una vez que llenaron los equipos de trabajo la oferta terminó.

Otro caso es el de Acuicultura, que está dentro de las carreras que más ha descendido sus matrículas. En la Universidad de Los Lagos quedan apenas cinco matriculados. Planas explica que, como industria, la acuicultura no es buena proveedora de empleos porque requiere de pocos ingenieros, los técnicos son mal pagados, las empresas son en su mayoría extranjeras y traen a sus propios expertos. "Por eso, si uno quiere ser responsable, las universidades e instituciones no podemos venderles ilusiones a los chicos en áreas o carreras que no tienen ningún soporte laboral", explica.

La caída de las matrículas en ningún caso desanima a los estudiantes. Por el contrario, a varios se les escucha convencidos de que tendrán más trabajo cuando se titulen. Así lo cree Enrique Pérez (22), quien estudia Publicidad en la Universidad Diego Portales. Él tampoco estaba enterado de que en su carrera estaban disminuyendo las matrículas, pero cree que es mejor que haya menos gente saturando el mercado laboral. "Más que peligro, siento que ya no hay tanto interés, pero no es que mis amigos me miren raro por estudiar Publicidad o que dé miedo estudiar esto. Me da lo mismo que haya otras carreras de moda".

Las carreras que se disparan

José Joaquín Brunner, ex ministro de Educación y académico de la Universidad Diego Portales, dice que al mirar la lista de las carreras que más han crecido en matrícula desde 2009 le resulta interesante ver los movimientos que se producen en dos sectores que califica como "súper dinámicos": el de los servicios personales ligados a educación y salud, y el de las ingenierías asociadas a la industria.

Brunner explica que si bien las matrículas en pedagogías disminuyen por efecto de la Reforma Educacional, se produjo un trasvasije de un sector a otro: "Dado que el ingreso a las pedagogías se volvió más exigente, mucha gente que había optado por el sector de servicios de educación, ahora se está desempeñando en servicios que mezclan educación y salud", dice. Lo ejemplifica con el aumento en carreras como Terapia Ocupacional (376,5%), Psicopedagogía (277,1%), Obstetricia y Puericultura (230,7%), Pedagogía en Educación Diferencial (147,5%) o Fonoaudiología (86,2%).

Esto también se explica, según Brunner, porque estamos poniendo más atención a la salud, en una sociedad que pasó de tener ingresos escasos a medios. "Hoy Chile tiene una demanda más amplia, diversificada e intensa por salud, y el gasto de los hogares crece en cosas justamente ligadas a la salud y educación. Es típico del proceso de desarrollo en este tipo de sociedades", dice, y ejemplifica con Nutrición y Dietética, que duplicó sus matriculados pasando de 7.541 a 15.197 en una década. "Claro, ésa es una preocupación nueva en la sociedad", agrega.

Respecto de las ingenierías, el ex ministro dice que ahí hay sectores que ganan y pierden de acuerdo a cómo se mueve la industria: "Baja Ingeniería en Acuicultura y Pesca (-91,8%), donde tuvimos una crisis del salmón y en general la industria de la pesca ha estado en descenso, y por otro lado, suben ingenierías donde las industrias están al alza, como las relacionadas con minería, por ejemplo". A modo de ejemplo, Ingeniería Civil en Minas (309,5%) y Geología (287,4%) ocupan el segundo y tercer lugar de la lista.

Para Andrés Bernasconi, director del Centro de Justicia Educacional UC, el aumento de algunos programas también se explica porque reflejan temas que cada vez toman más importancia en la sociedad, como las energías renovables. Eso explica que Ingeniería en Recursos Renovables (175,9%) ocupe el séptimo puesto en la lista de las carreras que más suben sus matrículas y que otras que van descendiendo se estén ofreciendo con un enfoque más actual: el caso de Ingeniería Forestal, con una mirada más ambiental. "Es un vuelco más millennial", reconoce Cecilia Planas, de la Universidad de Los Lagos.

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¿Qué ocurrirá con estas carreras en 10 años? Brunner no tiene dudas: la demanda de carreras que tienen que ver con la salud seguirán al alza en la medida que la gente tiene más ingresos y que la población siga envejeciendo, así como cree que va a disminuir lo que tenga que ver con educación básica, porque cada vez hay menos niños y jóvenes.

En las ingenierías, por su parte, van a seguir los movimientos al alza y a la baja porque estamos en una etapa de transformación en el mundo: "La automatización y la inteligencia artificial, lo que se llama la cuarta revolución industrial, van a tener un impacto en formación de ingenieros y técnicos superiores ligados a la industria. ¿Cuál será ese impacto? Aún no lo sabemos. Habrá que esperar", concluye.

El caso de Criminalística

"¿Ustedes ven CSI? ¿Les gustaría dedicarse a eso, estar en el sitio del suceso y encontrar la verdad de un crimen?" Eso decía un estudiante de primer año de Criminalística en la UTEM a los alumnos de cuarto medio del mismo colegio donde él había estudiado, el San Francisco Misionero, de Maipú. Era diciembre de 2004. Jocelyn Huaico (hoy de 32) estaba en esa charla. "Él dijo que era la profesión del futuro", recuerda.

Tal como ella, muchos creyeron lo mismo de esa carrera que se dictó en las universidades Santo Tomás, del Mar, Iberoamericana de Ciencias y Tecnología, y la República, además de la UTEM. En este último plantel, Criminalística se abrió en 2003 y al poco tiempo fue incorporando más alumnos para convertirlos en peritos o licenciados que, supuestamente, serían absorbidos para trabajar en la PDI o Carabineros, gracias a la Reforma Procesal Penal. La UTEM llegó a tener 6 mil alumnos en Criminalística. La carrera más grande de la universidad.

"Yo iba a ser la primera profesional de mi familia", dice Jocelyn, quien ingresó a Criminalística a la UTEM en 2004, desechando Párvulos en la UC. Prefirió esta nueva carrera emergente: "Quería ser una profesional de alto prestigio y ser pionera en este cuento", recuerda ella, que pagó cerca de un millón y medio de pesos anuales. "Nunca nos imaginamos que esto podía ser una estafa, que no había campo laboral. Había una universidad del Estado detrás", dice ella, quien no se tituló y hoy trabaja como ejecutiva de ventas de una empresa de telecomunicaciones.

Los rumores de que no había dónde trabajar comenzaron en 2005. "No lo creíamos. La universidad publicitaba la carrera con los logos de la PDI y de Carabineros de Chile. Era imposible", recuerda Jocelyn. Pero llegó un golpe de realidad: en 2006 se tituló el primer grupo de peritos y ninguno consiguió trabajo. Los estudiantes se agruparon, llegaron hasta el Mineduc y el Ministerio de Justicia a buscar respuestas y de vuelta recibieron un balde de agua congelada. "Nos confirmaron que no teníamos cabida en la Reforma Procesal. Se me cayó el mundo", dice ella.

Los estudiantes demandaron a la UTEM en 2007 y se enfrentaron al Consejo de Defensa del Estado (CDE), que defendía a la universidad. "Era el Estado de Chile contra estudiantes estafados", dice Jocelyn. Ganó el CDE.

Más de 10 años después, los ex estudiantes de la UTEM empezaron otra cruzada: demandaron al Estado de Chile ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Hoy esperan el fallo.

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Jocelyn Huaico, ex alumna de Criminología en la UTEM. | Foto: Rudy Muñoz[/caption]

Hablan los estudiantes

"Que Orientación Familiar no sea conocida es un plus para mí, porque siempre tengo que explicar de qué se trata y todos se quedan como 'qué choro, mira qué bueno lo que vas a hacer'. Buscando algo humanista encontré esta carrera. Como tenía que financiarla yo, pesó el tema económico, porque venía de quedar en la quiebra con la UNIACC (donde estudié Relaciones Públicas)".

Gala Rocha (26), Orientación Familiar y Relaciones Humana, Universidad de los Lagos

"Uno piensa el tema del sueldo. Dice 'tengo que pagar el CAE, esto y esto', entonces tiene que ser una carrera rentable. No me gusta pensar en el futuro, ya que lo construimos entre todos y los problemas nos hacen crecer. Pero sí tengo pena por quienes nos gobiernan: un país que no se invierte en ciencia se queda out".

Esteban Ruiz (32), Ingeniería en Acuicultura y Pesca, Universidad Andrés Bello

"Sé que puedo terminar trabajando en algo completamente distinto. Ahora levanté mi propia pyme de impresiones digitales y fotografía. Investigué el sueldo y la empleabilidad al primer año y no había mucha diferencia con mi carrera anterior (Ciencias Políticas). Los ingresos no eran muy altos, pero por mi vocación preferí jugármela".

Enrique Pérez (22), Publicidad, Universidad Diego Portales

"Si no tuviera un trabajo asegurado con esta carrera habría tenido que pensarlo más al decidir. Pero la hubiera estudiado igual, no me gustaría hacer algo a futuro que no me guste. No me sentiría bien trabajando en algo que no estudié".

Susana Ibarra (21), Ingeniería en Alimentos, Universidad de Chile

"No me preocupa que no esté entrando gente a Relaciones Públicas, porque creo que hoy las empresas no buscan una profesión, sino que un rol y habilidades más que un título. No es simpático que la carrera esté, entre comillas, muriendo, pero creo que hay áreas que se necesitan más y otras que van desapareciendo o transformándose. Yo creo que Relaciones Públicas se está transformando".

Pablo Román (28), Relaciones Públicas, UNIACC

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