Conseguir un Labubu u otro juguete sorpresa genera “adicción”, según los expertos
Los populares muñecos de la compañía china Pop Mart se han convertido en un fenómeno del coleccionismo. Su sistema de venta en cajas sorpresa genera sensaciones similares a las apuestas.

Primero fueron los Sonny Angels y ahora son los Labubu: pequeños elfos peludos de nueve dientes que han repletado las redes sociales y carteras en distintos países del mundo.
Los jóvenes y adultos se han volcado en la búsqueda de estos pequeños personajes que se compran a ciegas, en cajas sorpresa.

Un fenómeno que, según un reportaje del diario español El País, genera un tipo de adicción similar a la que produce el juego de azar, un efecto conocido como gamblification.
Qué son los Labubu
Los Labubu son pequeños elfos peludos con dientes distintivos, que han alcanzado un estatus de objeto de culto en las redes sociales. Generalmente se utilizan como accesorio para bolsos y carteras.
Estos juguetes creados por la empresa china Pop Mart en 2015 se venden a alrededor de US$ 25 en la tienda oficial en EE.UU., aunque en Chile pueden superar fácilmente ese precio por un muñeco original.

Para muchos coleccionistas, conseguirlos se transforma en una carrera contra el tiempo: si tardan en adquirirlos, temen que cuando los reciban ya hayan sido desplazados por la siguiente moda.
El factor sorpresa en los Labubu
La clave de su éxito está en el sistema de “blind boxes” o cajas ciegas: cada figura se compra a caja cerrada, sin saber cuál de todos los colores o estilos aparecerá.
El consumidor no sabe qué figura hay en el interior, lo que convierte la compra en una experiencia similar a una apuesta. Y como toda apuesta, viene con una dosis de dopamina que incentiva la repetición.

Un estudio de Pop Mart de 2019 reveló que cerca del 70% de sus coleccionistas compraban al menos tres cajas sorpresa para conseguir la figura que les faltaba.
Esto refuerza la idea de que la compra no es solo por el objeto, sino por la emoción que genera el ritual de abrir la caja y descubrir qué hay dentro.
Los expertos llaman a esto gamblification, porque el estímulo de dopamina que produce se parece al de las apuestas.
Modas cada vez más rápidas
El atractivo de estos coleccionables no solo se explica por su estética, sino también por la velocidad a la que viajan las modas en la era digital.
La economista Margo Bergman, de la Universidad de Houston, dijo a El País que en 2003 una tendencia podía tardar meses en consolidarse y durar varios años.
Hoy, en cambio, “puede empezar en cuestión de días y morir antes del primer año”. Fenómenos como el del spinner en 2017, cuya popularidad duró alrededor de seis meses, confirman esa aceleración.
Los adultos como principales compradores
Aunque pueda parecer un fenómeno adolescente, los principales compradores son adultos.
Según datos de la consultora Circana, citados por El País, en Estados Unidos los adultos adquirieron en 2024 más juguetes para ellos mismos que para niños en edad preescolar.
Asimismo, la primera mitad de 2025 las compras de este segmento crecieron un 18% en ese país.

El fenómeno ya tiene un nombre: kidults, adultos que consumen objetos infantiles como forma de evasión ante un contexto global marcado por crisis, ecoansiedad y polarización política.
“Las crisis, la ecoansiedad, la corrupción, la desinformación… El presente es tan abrumador que queremos volver a un entorno controlado con reglas sencillas como los juegos y la infancia”, explicó al medio español Javier Montañés, director de Estrategia del estudio de diseño Invisible.
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