Por qué decir groserías te puede hacer más fuerte físicamente, según un estudio
Casi 200 personas fueron sometidas a una misma prueba física, pero con una diferencia clave: algunos repetían groserías y otros palabras neutras.

Decir groserías, garabatos, insultos, no solo sirve para desahogarse tras un golpe o una frustración: también podría ayudarte a rendir mejor físicamente.
Así lo sugiere un estudio publicado en la revista American Psychologist que refuerza la idea de que usar malas palabras puede permitir a las personas liberar más fuerza y superar ciertas barreras psicológicas durante el ejercicio.
El impacto de las groserías
La investigación fue liderada por el psicólogo Richard Stephens, de la Universidad de Keele, en Reino Unido, quien desde hace años estudia el impacto de las groserías en el comportamiento humano.
“En muchas situaciones, las personas se frenan, consciente o inconscientemente, y evitan utilizar toda su fuerza”, explicó el investigador.
En ese contexto, decir malas palabras podría ayudar a sentirse “concentrado, seguro y menos distraído”, favoreciendo un mayor esfuerzo físico.

Los experimentos
Para comprobarlo, Stephens y su equipo, integrado por investigadores de la Universidad de Keele y de la Universidad de Alabama, realizaron dos experimentos con voluntarios adultos, con edades entre 18 y 65 años.
En el primer experimento participaron 88 personas reclutadas en un campus universitario. Cada una debió elegir dos palabras: una grosera, del tipo que alguien diría tras golpearse la cabeza, y otra neutra, como una palabra para describir una mesa.
Luego realizaron una flexión de silla, un ejercicio que consiste en levantar el peso del cuerpo utilizando solo los brazos, manteniendo los pies en el aire.
Durante la prueba, los participantes debían repetir en voz alta la palabra que les correspondía, grosera o neutra, según una asignación aleatoria.
El objetivo era mantener la postura el mayor tiempo posible, hasta un máximo de 60 segundos, mientras eran observados por el investigador a través de Microsoft Teams.
Tras el ejercicio, los voluntarios respondieron cuestionarios para medir su nivel de desinhibición, es decir, qué tan libres de consecuencias se sentían en ese momento.
Se evaluaron variables como humor, fluidez psicológica, confianza en uno mismo, deseabilidad social y distracción.
Un segundo experimento repitió el procedimiento con 94 participantes distintos.
Esta vez incorporando mediciones de ansiedad cognitiva, emoción negativa, apatía de los espectadores y el sistema de inhibición del comportamiento, factores que los investigadores pensaban que podrían disminuir al decir malas palabras.

¿Cuáles fueron los resultados?
Los resultados de ambos experimentos fueron consistentes: quienes repetían groserías lograban mantener el ejercicio por más tiempo que quienes usaban palabras neutras.
Además, mostraban mayores niveles de emoción positiva, humor, distracción y sensación de novedad, lo que sugiere que las malas palabras pueden inducir estados mentales más orientados a la acción.
“Estos hallazgos sugieren que decir malas palabras promueve estados psicológicos que conducen a maximizar el esfuerzo y superar las limitaciones internas”, concluyeron los investigadores.
Sin embargo, el estudio aclara que no hay evidencia suficiente para afirmar que las groserías reduzcan directamente las inhibiciones psicológicas, por lo que se necesitarán más investigaciones.
“Estos hallazgos ayudan a explicar por qué las malas palabras son tan comunes”, afirmó Stephens, quien agregó que decir groserías es “una herramienta sin calorías, sin drogas, de bajo costo y fácilmente disponible” para mejorar el rendimiento físico.
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