Rol de las humanidades

SEÑOR DIRECTOR:
Hace unos días leí el informe N° 59 del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales, titulado “Sembrando sueños, cosechando frustraciones: desempleo ilustrado y subempleo por calificaciones”. Entre sus conclusiones, una golpea con fuerza: la escasa empleabilidad de las carreras de humanidades. El dato no solo incomoda; nos obliga a preguntarnos qué clase de sociedad estamos construyendo.
En un mundo que idolatra la utilidad inmediata, la eficiencia tecnológica y el dominio creciente de la inteligencia artificial, ¿estamos dispuestos a relegar a las humanidades al margen porque no “producen” cifras atractivas? ¿Cuánto vale hoy detenerse a pensar, a preguntarse por el sentido de la vida, a leer para comprender otros mundos o a mirar el pasado con la calma que exige la historia? ¿Qué lugar queremos dar a la filosofía, la literatura o la historia en los colegios y universidades cuando los indicadores de empleabilidad parecen dictar las prioridades?
Sería un error fatal dejar que estas disciplinas se desvanezcan por su baja rentabilidad económica. Porque, como recuerda Martha Nussbaum, las humanidades no son un lujo prescindible; son el corazón que nos permite cultivar empatía, juicio crítico y conciencia ética. Son el espacio donde aprendemos a mirar al otro, a deliberar, a imaginar futuros posibles. Renunciar a ellas es renunciar a aquello que nos hace plenamente humanos.
Verónica Méndez M.
Historiadora y profesora
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