Wagner Moura: “En Brasil el cine solo se sostiene con el streaming”

"Creo que los actores latinoamericanos debemos interpretar roles que hablen de nosotros y no reforzar los estereotipos de Hollywood", dice Wagner Moura. Foto: Netflix.

El actor más internacional de Brasil regresa con dos cintas políticas: La Red Avispa y Sergio. Es el tipo de filmes en los que se siente cómodo y acá tiñe de contingencia cada una de sus respuestas.


Los idiomas se le dan con facilidad a Wagner Moura. Ya lo demostró en la serie Narcos con el español de acento colombiano de Pablo Escobar y lo corrobora en la película La red avispa, con el castellano cubano del espía Juan Pablo Roque.

También exhibe un inglés pulcro y directo en Sergio, filme donde es el diplomático brasileño Sergio Vieira de Mello. Quizás por eso el actor de Tropa de elite confiesa que querría volver a rodar algo en su idioma natal. Debería ser en su propio país y con directores como Kleber Mendonça Filho o Karim Aïnouz, referentes del moderno y premiado cine brasileño.

Sin embargo, hay un problema insalvable: gran parte de los cineastas de Brasil, entre ellos especialmente Mendonça Filho, no cuentan con la simpatía del gobierno de turno. Peor: el propio Wagner Moura aún no estrena allá el filme Marighella, su debut en la dirección. Según el actor nacido en Bahía hace 43 años, hay censura.

Es por esta razón, entre muchas otras, que Wagner Moura está enfadado con el Presidente Jair Bolsonaro. A lo largo de esta conversación por Zoom desde su casa en Los Ángeles, el actor brasileño reiterará varias veces sus críticas. Pero, además, sus últimos dos largometrajes disponibles en Netflix son de perfil político. No hay forma de evitar la contingencia.

En La red avispa, disponible en Netflix, Wagner Moura es el espía cubano Juan Pablo Roque. Foto: Netflix.

La más reciente de las películas es La red avispa, cinta del francés Olivier Assayas (Personal shopper, Carlos), que recrea el caso de los cinco cubanos que fueron detenidos y encarcelados por espionaje en Estados Unidos en 1998. En la obra multinacional están el venezolano Edgar Ramírez, el mexicano Gael García Bernal y la española Penélope Cruz, entre otros. A Moura le toca hacer de Juan Pablo Roque, quien estuvo 16 años encarcelado en Miami.

¿Cómo fue la experiencia de la película?

Estar en La red avispa fue extraordinario. En primer lugar, me dio la posibilidad de trabajar con Olivier Assayas, que para mí es uno de los grandes maestros actuales del cine. Amo sus películas. En segundo término, este filme me permitió conocer Cuba, entender el país, estar ahí. En mi vida siempre me ha tocado defender a Cuba y estando allá pude entender que es un país con muchas contradicciones. En tercer lugar, me dio la posibilidad de trabajar con una gran cantidad de actores latinoamericanos que admiro.

¿Qué opinión le merece Cuba en estos momentos?

Uf. Esa es una respuesta muy grande. Encantado hablaría solamente de aquello, pero creo que no será en el contexto de una entrevista por otros temas que haga un diagnóstico exhaustivo de Cuba. ¿Qué puedo decir? Hice muchos amigos ahí, estoy fascinado con la isla de alguna manera. No sé, pienso que el hecho de que los hermanos Castro ya no estén en el poder provocará de todas formas un cambio. Creo que será inevitable, como también es inevitable que toda una era en Cuba se esté acabando, con sus cosas buenas y malas.

¿Qué le atrajo de Sergio, cinta producida por usted, donde interpreta al diplomático Sergio Vieira de Mello (1948-2003)?

El personaje de Sergio Vieira de Mello me pareció sorprendente, pero además creo que los actores latinoamericanos debemos interpretar roles que hablen de nosotros y no reforzar los estereotipos de Hollywood. Por otro lado, es la historia de un diplomático que fue modélico en su cargo de alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. El hombre salió con las mejores calificaciones en filosofía de la Universidad de La Sorbona, pero además llevaba toda una vida trabajando en terreno con los campos de refugiados. No era un empleado de escritorio. Y más allá de aquello, poseía algo que creo le falta a la mayoría de los políticos y figuras públicas de hoy: tenía empatía. Para él las personas no eran números o estadísticas. Nunca hubiera dicho algo así como “mucha gente va a morir”, que es la frase de Bolsonaro para referirse a las consecuencias de la pandemia de coronavirus. A eso yo digo que no: no quiero que muera mucha gente, no quiero dejar que mi tía fallezca.

Ana de Armas en Sergio, también en Netflix, donde es el diplomático Sergio Vieira de Mello. Foto: Netflix.

En el 2019 inauguró el Festival de Cine Sanfic con Marighella, su debut como director. ¿Por qué no la puede estrenar en Brasil?

Porque hay censura. No se trata de la clásica censura de la dictadura. No. Son burócratas de la censura. Marighella es la historia de un luchador contra la dictadura brasileña en los 60 y va contra la narrativa que ahora quiere instalar el presidente. Básicamente, hacen todo lo posible para que el filme no encuentre las condiciones de exhibición. Teníamos una fecha de estreno el año pasado, pero no había garantías de que esta exhibición funcionara. Finalmente, quedamos con un estreno para mayo del 2020, pero bueno, todos saben lo que pasó. Aún así todo esto no tiene importancia en comparación a cómo está Brasil hoy. En este momento mi país vive un momento trágico.

¿Por qué?

Porque, entre otras cosas, este presidente debería ser responsabilizado directamente de todas las muertes que ocurren. En primer lugar, se opuso a cualquier prevención, sosteniendo que no había pandemia alguna y que todo era una simple gripe. Luego llamó a salir a la calle, pues la economía no podía parar. Después instó a que la gente creyera en fórmulas milagrosas para curarse, como la cloroquina. Finalmente, se puso en contra de los gobernadores, que eran al parecer más sensatos que él. Al final, Brasil lucha contra el coronavirus y contra el presidente que tenemos. Estamos hablando de un enfermo mental, de un psicópata.

Pero Brasil lo eligió.

Es que de cierta forma Brasil es Bolsonaro. Recuerde que fuimos el último país en Occidente en abolir la esclavitud. Tenemos una historia gigante de violencia, militarización y racismo. Por eso digo que Brasil es Bolsonaro. Pero también somos mucho más que eso. En mi cabeza y en mis sentimientos, Brasil será siempre, además, el país del futuro: una nación donde se respete la diversidad y el medioambiente. Somos una nación original, con una gran diversidad de culturas, con un idioma único como el portugués. Somos mucho más que Bolsonaro, pero al mismo tiempo somos Bolsonaro.

¿Cómo ha vivido las protestas en EE.UU. tras la muerte de George Floyd?

Es probable que durante todos estos días de pandemia esta movilización haya sido lo mejor que pasó. Le puede costar la reelección a Donald Trump y puede significar un cambio drástico en la policía. No es que quiera decir que en Brasil no se pelea, pero allá todo es mucho más frágil y la gente tiene muchos más problemas. Aquí al menos te dan mil dólares como seguro de desempleo, pero en mi país no hay nada de eso.

¿Qué pasa con la cultura y el cine en Brasil?

En este momento la cultura está siendo criminalizada en mi país. La gran compañía de cine de Brasil era Ancine, pero ya no existe más. O al menos ya no existe en las mismas condiciones de antes. Las películas producidas por esa empresa ya no tienen cabida. Lo único que mantiene con vida al cine brasileño en este momento son las compañías que se dedican al streaming: Netflix, Amazon Prime Video, HBO, Globo Filmes. Nada más.

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