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A nueve años de su muerte: el pintor José Santos Guerra tiene su propia fundación

Amigos y familiares están detrás de una iniciativa que busca resaltar la obra del artista reconocido por pintar mundos de fantasía y circenses. “Puede que hoy en día las personas de 30 años no tengan idea quién es Santos Guerra. Si no tomas su figura y la vuelves a poner en valor, se va a olvidar”, explica a Culto el presidente del directorio de la fundación.

A nueve años de su muerte: el pintor José Santos Guerra tiene su propia fundación

José Santos Guerra trabajó como empleado público, como vendedor viajero de libros y como vendedor de seguros, entre otros oficios. Un día a fines de los 80, cuando ya había pasado los 40 años y estaba desempleado, decidió empezar a pintar y a vender sus cuadros a amigos y conocidos. Nunca más volvió a una oficina.

Durante las décadas siguientes dejó su impronta como un artista de trazos gruesos, coloridos y vibrantes, un evocador de mundos de fantasía, circenses y con animales. Primero optó por el formato pequeño (tablas de madera de 20 x 25 cm) y luego, cuando ganó reconocimiento, se abrió a los murales, en un inicio por requerimiento del Liguria y posteriormente por petición de otros bares y restaurantes capitalinos.

Jorge Pereira lo conoció durante la primera mitad de los 90, antes de que fuera invitado a participar en exposiciones colectivas en el Museo de Bellas Artes y en la Plaza Mulato Gil. Uno de sus mejores amigos de la universidad era el hijo menor del artista.

“Yo empecé a ir a su casa y estaba este señor de barba blanca al que le decía tío. Tiempo después su carrera de pintor empezó a despegar”, señala a Culto. Lo recuerda como “muy querible, muy tranquilo, un buen conversador, medio bohemio, pero no era un hombre de excesos”.

“La gracia de Santos Guerra es que no tenía ninguna formación académica. Era un tipo que se fue a comprar unas acuarelas, empezó a pintar unas tablitas y comenzó a ser muy conocido en un circuito, específicamente Providencia, Santiago, y Ñuñoa. Era un reconocimiento más de la calle, en el mejor sentido de la palabra”, sostiene.

Pereira es una de las mentes detrás de la Fundación Santos Guerra, una nueva iniciativa que busca mantener vivo el legado del pintor nacional. Su lanzamiento será este martes 15 en la trattoria Danoi, uno de los locales de los que era particularmente cercano. Allí, en el límite de Ñuñoa con Providencia, se inaugurará una placa en recuerdo del artista nacido en Valparaíso en 1938. Según la inscripción, “nos dejó los colores de sus mundos imaginarios para invitarnos a escapar de la realidad”.

En la actividad también se exhibirá un breve video que muestra al propio Santos Guerra trabajando en el patio de su taller. “La mayor parte del tiempo estoy pintando: de mañana, de tarde. En el fondo, yo soy un pintor primitivo e ingenuo a la vez (...) Una persona que improvisa en el momento mismo de cruzarse con la tela. En mis pinturas no hay proporciones, no hay perspectiva. Es magia, es magia que va surgiendo de la intimidad entre la tela y el pintor“, explica en el registro.

“Hay mucha gente que lo recuerda con cariño, pero nosotros sentíamos que se estaba perdiendo un poco no sólo su legado pictórico, sino también el personaje. Si tú lo miras, es un personaje“, afirma Pereira, quien oficia como presidente del directorio de la fundación. “Queremos volver a poner al personaje y a través del personaje, su obra, o viceversa”, indica.

Dentro de los planes de la organización están elaborar un catálogo, organizar exposiciones y realizar talleres de pintura dedicados a niños. Lo primero apunta a reunir la obra completa de Santos Guerra, hoy repartida en su mayoría en casas de particulares. Pereira espera que, cuando llegue el momento de lanzar la convocatoria, el llamado sea exitoso y les puedan compartir fotografías de los cuadros.

Más adelante, en la medida que logren una coordinación con los locatarios, consideran realizar una ruta gastronómica de Santos Guerra. Una iniciativa que podría agrupar a los lugares en los que el pintor elaboró murales, entre otros, el restaurante Happening (avenida Apoquindo), el Da Noi (avenida Italia) y El Ciudadano, (calle Seminario).

El presidente del directorio comparte su temor ante la posibilidad de que la obra del artista –fallecido el 7 de febrero de 2016, a los 77 años– caiga en el olvido. “Puede que hoy en día las personas de 30 no tengan idea quién es Santos Guerra. Si no tomas su figura y la vuelves a poner en valor, se va a olvidar o sólo va a quedar el mito. Nosotros no queremos que se olvide”.

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