
Álex de la Iglesia: “Hay gente que está haciendo cosas muy interesantes con la IA, pero yo no creo que sea cine”
De visita en Chile como invitado especial de Sanfic, el director español conversa con Culto sobre los 30 años de El Día de la Bestia (1995), sobre el auge del fantástico y el terror y sobre su mirada sobre las plataformas de streaming y la IA. También adelanta su nueva película junto a Carmen Maura. “No hay que detenerse. Si te paras, te miras”, indica.

Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) no disfruta pensando en el pasado. Es un estorbo para un tipo que permanentemente está creando nuevos proyectos, ya sea como director, guionista o productor. Por un segundo, quizás porque durante su visita a Chile no está ni filmando ni escribiendo, se abre a recordar la gestación e impacto de El día de la bestia (1995), el filme que le hizo ganarse un nombre en el mundo del cine y que está a punto de festejar 30 años.
“En esa película yo creo que construí mi carácter a nivel cinematográfico. La idea de que las cosas salen bien si te dejas la piel, básicamente, y a la hora de hacer una película te entregas sin contemplaciones, sin pensar si esto va a estar bien o mal o regular”, señala a Culto.

Esa cinta , la delirante historia de un sacerdote, un joven aficionado al death metal y un presentador de un programa de televisión que intentan impedir el nacimiento del hijo de Satanás, fue recibida con reacciones mixtas en un comienzo.
“El primer momento de El día de la bestia no fue un momento alegre. La gente estaba confundida, aturdida. No sabía si estaba bien o estaba mal. Se reían, pero tampoco sabían si deberían reírse. Bueno, yo también me encontraba así, de alguna manera. Es como si de pronto les das un plato muy picante que también tiene dulce. La gente no sabe muy bien a qué atenerse y poco a poco la van aceptando, y la película empezó a convertirse en un éxito, pero más tarde del estreno. Fue un estreno que se fue alimentando por el boca a boca. Es una película a la que le tengo un cariño inmenso, mporque me permitió hacer cine y dedicar mi vida al cine”, señala.
Ese es uno de los largometrajes que se exhibe durante estos días en la edición 21° Sanfic, festival que realiza una retrospectiva de sus trabajos y que le entregó el Reconocimiento a la Trayectoria. Las otras seleccionadas son Perdita Durango (1997), La comunidad (2000) y Crimen ferpecto (2004), una buena síntesis de una carrerera definida por el atravimiento para amalgamar lo grotesto con lo romántico y lo absurdo con lo trágico.
Instalado en el lobby de un hotel de Santiago Centro, el realizador conversa sobre los homenajes, sobre plataformas de streaming y sobre la película que lo tiene ocupado actualmente.

-Dice que no piensa demasiado en el pasado. ¿De qué manera asimila recibir un reconocimiento a la trayectoria?
Bueno, da un poquito de vértigo porque dices: Dios mío, ya estoy en la edad. De pronto dices: soy mayor, soy una persona mayor, tengo barba, estoy gordo, no me puedo mover, tengo que irme a la cama pronto. Ocurren todas esas cosas que te van definiendo personalmente como una persona mayor. Entonces, te hacen un homenaje y dices: Dios mío, ¿me moriré ya o cómo va esto? Pero no. Es sencillamente el cariño que te tiene la gente y eso es algo maravilloso que tengo que aprender a disfrutar. Normalmente ni siquiera pienso en eso. Estoy pensando solamente en cómo solventar los problemas para rodar otra película. O sea, en una especie de proceso neurótico compulsivo… Estoy constantemente pensando cómo conseguir rodar otra película. Estamos hablando y ahora estoy pensando en cómo hacerlo. ¿Cómo compaginar una postproducción con un rodaje? ¿Dónde podría ser? ¿Con quién podría ser? ¿Qué es lo que me convendría para conseguir esa idea loquísima adelante?
“Tengo que de alguna manera parar y disfrutar, por ejemplo, de estar aquí en Chile y encontrarme con gente que me dice unas cosas preciosas y que de alguna manera justifican una carrera. Gente que me dice: yo me dediqué a esto del cine por ti. Y hostias, te dan ganas de llorar. Gente que te dice: fuiste muy importante en la relación que tuve con mi hija, le puse tu película, la vimos juntos, la recordamos todos los años. Cosas alucinantes que primero hacen especial a Chile; me da la sensación de que aquí soy particularmente querido y eso me alucina, me encanta. Y, por otro lado, una reflexión sobre mí mismo. De decir: bueno, tranquilo, que algo bien has hecho. Y también muchas cosas mal. Estaría muy bien que te hicieran una retrospectiva de las películas malas. También eso me molaría. Que hubiera una especie de homenaje a las tres o cuatro películas horrorosas que has hecho. No, lo digo en broma. Es un placer y un honor estar aquí, de verdad”.

-¿Qué reflexiones extrae de su experiencia trabajando con plataformas de streaming? Hizo la serie 30 Monedas con HBO y 1992 con Netflix.
Yo ahora soy director, soy guionista y también soy productor. Entonces, producimos películas y trabajamos mucho con las plataformas y también trabajamos con todo el mundo, con todos los que nos ofrecen una oportunidad. Entonces, ¿qué es lo que siento? Pues una gran ventaja. Creo que en este momento la producción audiovisual ha pegado un subidón enorme gracias al aumento de la demanda. De pronto hay más circos en los que actuar. No solamente está El Coliseo. Ahora de pronto hay cuatro o cinco circos en los que tú puedes ir con tu espectáculo, con tus gladiadores, con tus bromas, con tu historia a ofrecer películas y eso es muy bueno porque realmente nos mantiene vivos. Hay más competencia y la competencia hace que la gente intente mejorar. Ahora en España se rueda mucho y se rueda muy bien y luego viene mucha gente a rodar. ¿Por qué? Pues eso, porque de pronto hemos abierto un mercado que deberíamos haberlo hecho muchísimo antes.
“Pero, bueno, digamos que las plataformas han democratizado el contenido y han hecho que llegue mucho más rápido a muchos más sitios. Todos estamos disfrutando ahora, por ejemplo, de El Eternauta. El Eternauta no se hubiera hecho si no hubiera habido un Netflix que hubiera apoyado una idea tan transgresora y tan loca tan complicada como El Eternauta. Y ha sido un éxito y eso abre muchas puertas”.
-Hablando de El Eternauta, Netflix reconoció que en una secuencia particular de la serie había usado inteligencia artificial generativa. ¿Ud. está abierto a usar inteligencia artificial en sus proyectos?
Mira, yo soy un poco de la opinión de Guillermo del Toro. Guillermo dice que no hay creatividad en la inteligencia artificial. Yo no digo que no haya creatividad en la inteligencia artificial. Por supuesto que la hay. Hay muchísima creatividad. El tema es que no te pertenece. El tema es que es la app la que, (dentro de) una inmensísima base de datos que supone Internet y todo lo publicado y todo lo gestado por otros, recoge toda esa información y crea algo que no ha creado nadie. En ese proceso de elaboración hay creatividad. Yo por lo menos la he visto. O sea, he visto gente que está haciendo ahora cosas muy interesantes con la inteligencia artificial, pero yo no creo que sea cine. Y creo que habría que legislarlo. Tendríamos que buscar la manera de que eso de alguna manera repercutiera… Que el hecho de que tú estés trabajando sobre una base de datos de otros repercutiera en el trabajo. Como todo lo que ocurre en Internet yo creo que hay que legislarlo. Hay que encontrar la manera de que eso tenga sentido y de que se pueda hacer pero con unos límites y con unas condiciones. Para que la cosa no se desmadre.
-El fantástico y el terror parecen estar llegando a lugares en los que antes era difícil que penetraran, como los Oscar. ¿Cómo observa ese fenómeno?
Buenísima pregunta. Lo observo con sorpresa y sobre todo con tremenda satisfacción. En este momento yo creo que lo que antes llamábamos arte y ensayo se encuentra en las películas de terror. Y son los directores de cine de terror los que están haciendo cosas más interesantes. Yo creo que está a la vista de todos. Robert Eggers, Ari Aster, Weapons, todo ese cine. Nope, Hereditary, Midsommar, todo ese cine de terror que está rompiendo barreras y abriendo nuevos horizontes es lo más interesante que hay en este momento en el cine. No valoro con la misma intensidad otros géneros. No ha habido grandes transgresores en la comedia. Quizá El triángulo de la tristeza. Esa película en concreto me parece alucinante. A sse director le sigo de cerca. En el ámbito del mainstream y del blockbuster no veo grandes satisfacciones. Los Cuatro Fantásticos, dentro de lo que es una película de Marvel, me pareció divertida, muy gozosa de ver, con un diseño de producción increíble, pero pocas más. El auténtico talento está en el terror ahora.
-¿Se siente de alguna manera como alguien que fue pionero en su época?
Uf, yo qué sé. Es que no lo sé. Bueno, me siento por los demás cuando los demás me lo dicen. Yo nunca he pensado e intento evitar eso de darle vueltas a cómo va la cosa o quién eres tú o qué es lo que estás haciendo. Si te piensas en eso, te neurotizas. Lo mejor es no hay que detenerse. Si te paras, te miras. No hay que pararse. Hay que seguir. Hay que avanzar. Hay que hacer cosas. Hay que tener un proyecto en la cabeza para no estar perdiendo tiempo pensando en lo que hiciste o lo que dejaste de hacer o dándole vueltas a las posibilidades que tendrás cuando tengas 20 años más. No, lo de hoy. O sea, calendarios de una semana, de un mes.
-Y actualmente está trabajando en La cuidadora junto a Carmen Maura.
Sí. Estoy postproduciendo La cuidadora, que es una especie de thriller, drama thriller, comedia. No sé cómo se designa eso. A ver, teóricamente iba a ser una película tremenda sobre la relación de una madre y una hija. Lo que pasa es que Carmen no quiere drama. Carmen me decía: no quiero dramas. Y entonces ella lo hacía divertido. Y yo le dejaba. Ahora yo creo que mi labor como director es no estorbar. Cuando está ocurriendo algo bueno yo me callo y dejo que ocurra.
“Asier (Etxeandía me decía): yo no quiero ser el malo. Yo decía: joder, pero es que hostia, eres el malo. ¿Qué hacemos? Me dice: pues no ser malo. Pues no seas malo. Es que aquí pones que me pego. Pues no te pegues. Entonces se asustaba mucho. ¿Cómo? ¿No vamos a hacer la pelea? A mí me apetecía hacer la pelea, pero si quieres no la hacemos. Si quieres hablas con la gente. Yo creo que les tendría que pedir perdón, ¿no? Claro que sí, pídeles perdón. Los peores son los que piden perdón, así que pídeles perdón. Pídele perdón y pégale. Y pídele perdón porque le has pegado, pero tú le estás pegando. Y de pronto la secuencia cobraba muchísima más fuerza. No hay que negarse a escuchar a los demás. En esta película, por ejemplo, he aprendido mucho a escuchar a Carmen y a escuchar a Asier”.
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