
Amanece, el regreso del disco bisagra de Lucybell
Lanzado en el año 2000, fue el álbum que marcó un momento de cambios para la banda, tanto en su formación como en su sonido. Presentó sus primeros cruces entre el rock y la electrónica. Hoy vuelve a las tiendas en formato vinilo. "Nos sentíamos como una banda nueva", apunta Eduardo Caces.

Durante dos semanas del año 2000, el sol salía en otra dirección para los músicos de Lucybell. En ese período asistían a los Estudios del Sur, por entonces en Bellavista, para supervisar el proceso de mezcla de su nuevo disco. “Nos quedábamos trabajando en la noche -recuerda el bajista Eduardo Caces-. Entonces, salíamos a tomar la micro para ir de vuelta a la casa y nos encontrábamos que estaban todos de amanecida. Todo el mundo iba a trabajar y nosotros íbamos a dormir”.
Fue la imagen que terminó definiendo al álbum Amanece (2000). El cuarto trabajo del grupo, lanzado en el cambio de milenio, y que tras años sin estar disponible, se reedita en formato de vinilo. Un camino que sigue al de otros títulos como Lucybell (1998) y Viajar (1996), en pleno proceso de despedida de los escenarios del trío que hoy completan Claudio Valenzuela (voz, guitarra), José Miguel “cote” Foncea (batería) y el propio Caces.

Amanece, marcó con música un giro en la historia del grupo. Además de ser el primero lanzado bajo la discográfica Warner Music, presentó por primera vez a la banda como un trío, tras el ingreso de Caces. Era un momento en que se rearticulaban, tras las salidas de Gabriel Vigliensoni y Marcelo Muñoz, a fines de 1999.
Si había música, había Lucybell. Era el credo que mantuvo en pie a Claudio Valenzuela y al entonces baterista, Francisco González. Rápidamente comenzaron a probar bajistas. Buscaron en sus agendas telefónicas, y repararon en dos nombres. Uno, era Eduardo Caces, quien ya había estado en dos bandas con Valenzuela, y también conocía a González. Así, lo llamaron, y le citaron a una audición.
“Ante todo, soy músico -apunta Caces-. Entonces, era una gran responsabilidad. Coloqué toda mi expertise en eso. Preparé 10 a 15 temas, me acuerdo que estaba Sembrando en el mar, Cuando respiro en tu boca, Sin alas, porque esa me gustaba mucho, parece que también Ángeles Siameses. Hice el trabajo de escribir todo en partituras. Es el trabajo de un músico que ha estudiado, que sabe a dónde se va a meter y cómo se tiene que meter”.

Caces no fue el único músico convocado para audiciones. También asistió Camilo Cintolesi quien se había destacado en la producción del imprescindible Ser Humano! (1997) de Tiro de Gracia. El encuentro fue en La pica de don Chito, por entonces un lugar de tocatas del mundo under. “Llego, y escucho de afuera, una muralla de bajo que sonaba, más Francisco y Claudio. En buen chileno, yo pensé: ‘aquí ca…’. Pero fui a hacer mi trabajo. Y antes de empezar a tocar los temas que había preparado, les dije ‘hagamos una jam, toquemos’. Primero era la música”.
Así, Caces logró convencer al resto y entró a la banda. Juntos comenzaron a trabajar en sesiones, donde dieron forma a un material ecléctico que, con los aportes de todos, se movió entre dos lunas, el rock, y la electrónica. “Fue un trabajo muy intuitivo”, recuerda el músico.
Una tarde, el grupo había comenzado a trabajar en una canción. “Llegué con atisbos de una idea de un coro, nos quedamos solo con eso -recuerda Caces-. Me fui caminando a Plaza Egaña, donde vivía, y de pronto me vino una idea. Llegué rápido, tomé el teclado y empecé a armar armónicamente. Era una parte muy emotiva. Al otro día, se los mostré a mis compañeros y ahí el tema ya estaba cocinado”. Ese era Ten paz, uno de los que resumen el sonido del álbum.
Por su lado, González aportó lo suyo con secuencias más cercanas a la música electrónica. De allí llegaron temas como Sentir y Arrepentimiento (que tuvo algo de inspiración en Discothèque de U2). Nada raro en alguien que había cultivado un interés por el género, además de una cercanía con el argentino Gustavo Cerati, un experto en cruzar pop y electrónica. “Él se compró la Roland TB-303 -apunta Caces-. Siempre tuvo un lenguaje electrónico casi a la par con su lenguaje rockero. Fue una continuación de lo que había dejado propuesto en el disco Lucybell, supongo que él asumió hacer ese puente, en desarrollar ese lenguaje”.

Otros temas, como Esfera, donde Caces tocó una celebrada línea de bajo fretless (que le prestó un amigo, el suyo era un Fender Precision), salieron de las sesiones de improvisación del grupo en la sala de ensayo. El mismo Caces llevó al estudio la secuencia de acordes que definió la canción Amanece. Mientras que Milagro, la balada que Valenzuela escribió para su hija, fue una canción más convencional en la que el bajista se sentó al piano. “Estábamos en la casa de nuestro manager, Pablo Rodríguez. Claudio andaba con una grabadora y nos mostró una idea que se le había ocurrido. Era el esbozo de Milagro. Cuando la escuché me recordó mucho a los Beatles, por eso apareció el piano”.
Además, invitaron al estudio a Jorge Lobos, quien grabó la trompeta que suena en Luces no bélicas y Esfera. “Estábamos trabajando Luces no bélicas y dijimos ¿por qué no le agregamos un saxofón? Pero de saxofón, pasó a trompeta. Las voces y la trompeta la grabamos en computadora, porque teníamos la posibilidad de hacer las afinaciones más precisas. Hoy día es el estándar, pero en ese minuto se sentía extraño”, recuerda Caces.

Incluso en temas que suenan más electrónicos, como Fui a cazar, el grupo tocó en vivo. El ingeniero de sonido, Joaquín García, quien había trabajado con Los Tetas y Solar, rememora cómo abordó la amplitud estilística del álbum. “Más allá de la diversidad de estilos, el sonido de Amanece aborda la esencia más orgánica y directa de la banda, ahora como un trío. Si bien hay overdubs –incluso un músico invitado– la sonoridad del trío es siempre desbordante, ocupando un primer plano lleno y denso que, ya desde la grabación, fue potenciada con técnicas como saturación en la cinta analógica, compresión extrema y capas de distorsión”.
García apunta los temas que resumen bien el material grabado en Amanece. “Para mi gusto, Fui a cazar y Ten paz condensan lo medular del álbum. Destaco la forma en que la atmósfera, desarrollo y clímax de Fui a cazar logran, tanto cautivar como liberar; en Ten paz es notable cómo fluye el contraste entre sus partes: frontal y explosivo por un lado, etéreo y frágil por otro ¡Lucybell en su máxima expresión!”.
Las sesiones de improvisación y el intercambio de ideas, definieron la experiencia de Amanece y refrescó el sonido del grupo, en una nueva etapa. “Fue muy grato todo ese momento, como lo decíamos por entonces, nos sentíamos como una banda nueva -dice el bajista-. Había que demostrar lo que dijo Claudio en un titular, Lucybell no estaba para duelos. Nosotros íbamos para adelante”.
Por estos días, Caces, junto a Cote Foncea, trabajan en el setlist de la gira de despedida Ecos y su show final en el Movistar Arena, agendado para el 10 de octubre. No descarta incluir temas de Amanece, como Fui a cazar o Ten paz. “Esos temas, otros como Siglos que hace mucho no lo tocamos. Estamos haciendo los primeros atisbos de una lista, son 11 discos, con discos en vivo, se van sumando además de los clásicos, los singles, los lados B, los lados Z como les llamo, que hay rescatarlos para esta despedida. La música es lo que queda”.
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