Culto

Así fue el debut en la música del estadio Claro Arena: Lionel Richie y una batalla campal contra el frío

Después de cuatro años sin el recinto precordillerano como tradicional reducto de música en vivo, los cambios en el estadio del club deportivo Universidad Católica no representan una mejora extraordinaria en la habitabilidad, ni en la experiencia actual de la oferta de conciertos capitalina.

Así fue el debut en la música del estadio Claro Arena: Lionel Richie y una batalla campal contra el frío FOTOS: PEDRO RODRÍGUEZ

La sensación de anoche tras la inauguración no oficial del Claro Arena en San Carlos de Apoquindo con el regreso del súper astro pop de los 70 y 80 Lionel Richie, fue la de un ejercicio de gatopardismo. Después de cuatro años sin el recinto precordillerano como tradicional reducto de música en vivo, por donde pasaron grandes estrellas como Morrissey y Pearl Jam, los cambios en el estadio del club deportivo Universidad Católica no representan una mejora extraordinaria en la habitabilidad, ni en la experiencia actual de la oferta de conciertos capitalina. Santiago recupera uno de sus grandes recintos con capacidad para 20249 espectadores con un nombre distinto, eso es en estricto rigor. Para el fútbol, el estadio luce espléndido, con graderías cubiertas y el desafío de la ausencia de rejas hacia la cancha. El decorado luminoso de rojo furioso que acompaña el frontis del recinto timbra un toque de glamour. Pero los accesos inmediatos siguen siendo de tierra, empinados y complejos para un público mayor como el de anoche, bordeando la tercera edad.

Y la distancia entre el escenario y las graderías opuestas, al fondo, resultó kilométrica y desmesurada. El gigantesco paño vacío entre la última fila de asientos de la cancha respecto de esas localidades, provocaba una sensación de lejanía con el espectáculo para el público allí instalado.

La fría cita invernal tenía francamente impactado a Lionel Richie, cuando inició su show con media hora de retraso por los atochamientos que demoraron el ingreso, en otro detalle que no cambió en lo absoluto respecto del ciclo anterior de San Carlos para la música internacional en vivo. Esta gira bautizada como Say hello to the hits parte su listado de 18 éxitos precisamente con aquel melodramático single de softrock de 1984, que Lionel ha cantado 346 veces en vivo desde aquel año. Su voz se sintió algo incómoda, apurando ciertos pasajes y ralentizando otros en un rediseño incierto. Nada grave, pero esos primeros minutos con una pieza lenta en medio de una noche que bordeaba los ocho grados, resultaron tibios. Incluso el elegante solo de guitarra con toque jazz, pese a la intensa ejecución, nunca arrancó en volumen.

La temperatura estaba en contra pero Lionel Richie, que ha vendido más de 100 millones de discos en todo el mundo, convirtió el contratiempo en el arma de la reunión, en el chiste recurrente. “¿Esto es normal?”, preguntó. Bromeó sobre cómo el escenario, gracias a varios calefactores, mantenía una zona templada y primaveral, pero cruzada cierta línea, el invierno arreciaba. Con 76 años que no representa en lo absoluto entre buena condición física y retoques faciales, jugueteó igual que un niño en los extremos del proscenio, soltando baho para graficar el hielo en el aire precordillerano.

La garganta algo indecisa en Hello, fue pasajera. A partir de la siguiente, el uptempo de Running with the night, Lionel Richie puso reversa directo a los 80, logrando que el público se moviera no sólo por la ejecución de una impecable banda de cinco músicos con el guitarrista y el bajista saltando para capear el frío, sino también por el atractivo visual en las pantallas, elegantes lasers y gigantescas volutas de humo, para remontar la sensación ambiente de refrigerador.

Sentado al piano despachó Easy, un clásico de Commodores, seguida de Penny lover con un marcado remate en clave soul. El listado avanzó hasta el soft rock infalible de Stuck on you, hubo más chistes sobre la noche terriblemente helada -en algún momento ofreció girar los calefactores del escenario hacia el público-, y luego se embarcó en un bloque dedicado a su antigua banda, uno de los estandartes del funk y el soul. Hubo espacio para temazos bailables como Brick house -que incluyó unas bienvenidas llamaradas- y Lady (you bring me up), más una de las baladas definitivas de los 70, como es Three times a lady.

El público reaccionó con el más antiguo de los cánticos que acompañan la cultura de conciertos en Chile, ese largo “oohh” enraizado en Woodstock. Lionel Richie quedó encantado, la banda armó un rápido acompañamiento, coreó y prometió convertirlo en un hit para regresar el próximo año.

Con la audiencia en el bolsillo, logró que la asistencia interpretara la parte de Diana Ross en la romántica Endless love, antes de cerrar con títulos obligados como Say you, say me y All night long (all night).

La categoría de Lionel Richie persiste inalterable, como invariable que el invierno en la zona precordillerana es implacable. Su elección para esta curiosa no-inauguración del Claro Arena -Ricky Martin lo hará oficialmente el próximo 4 de octubre- es indiscutida. Sigue siendo parte de una élite del pop mundial con un repertorio eterno interpretado con la categoría inherente. Pero la fecha invernal para un público mayor, es una jugada algo forzada.

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