
Cristián Heyne a fondo: “No tengo una carrera para defender”
El músico y productor chileno -figura de culto y uno de los responsables del sonido del pop nacional de este siglo- habla de sus nuevas canciones con su reconocido proyecto Shogún, de su aversión a los conciertos, de su amor por el mundo digital por sobre el vinilo y de por qué aún no le ve mayor gracia a explicar su música. "La música no está hecha para explicarse, salvo que tengas una mecánica aprendida", se justifica.

Cristián Heyne (52) a momentos acaricia la paradoja. El reputado cantante y productor chileno acaba de lanzar bajo su histórico proyecto Shogún la canción Atlántico, en colaboración con Cer (Constanza Espina), integrante del dúo Marineros y amiga con la que ha trabajado durante años. De hecho, luego de ver un show de la agrupación en el centro de eventos Blondie hace un tiempo, Heyne entendió que existía un vínculo indisoluble con esa generación de artistas más jóvenes que él mismo ha ayudado a consolidar. Y, por lo mismo, el resultado es una canción conjunta.
“Fui a ver ese concierto y me pareció tan cercano a lo que a mí me gusta, su performance, cosas que se escapan a lo que yo hago, pero igual me siento muy hermanado con artistas como Marineros”, explica Heyne en diálogo con Culto.

Eso sí, al hombre que encabeza el proyecto Shogún no le gustan los shows. Ni hacerlos ni verlos. “No lo paso bien, no creo que lo haga bien tampoco, no al menos con Shogún. Creo que Shogún es muy personal para plantearme tocarlo en vivo y pasarlo bien. Y tampoco me gusta ir a un concierto, no siento que sea una experiencia que compense salir de la casa. Ir a un festival es una cuestión que yo no haría de ninguna manera. Lo he hecho, pero acompañando a alguien. No porque me guste a mí hacerlo”.
A Heyne tampoco le gusta hablar de “una carrera” diseñada por capítulos específicos, pese a que él mismo es dueño de una discografía bien marcada por iniciativas como Christianes y Shogún, además de oficiar como productor de buena parte del pop chileno que agitó la escena local desde principios de siglo, como Gepe, Dënver, Alex Anwandter, (Me Llamo) Sebastián, Fernando Milagros y Camila Moreno.
“No tengo una carrera para defender, una carrera que tenga que cumplir en hitos. Lo que hago, lo hago por necesidad, y mi necesidad termina cuando la hago, cuando la publico”, declara.
Una de sus recientes y próximas necesidades es editar los seis discos de Shogún en formato de box set en CD, una herramienta de la vieja escuela, cuando los álbumes se empaquetaban en cajas intimidantes y colosales, listas para ser exhibidas en una colección. Pese a que… tampoco le agradan en demasía los box sets.
“Me dan lo mismo, pero tengo un amigo que me ayuda en eso, que es medio fanático de ese tipo de formatos. Y me parece choro que exista. Tengo la experiencia solamente de La Rata (2004), que fue una edición que me gustó mucho hacer”.
En síntesis, pese a no estimar una trayectoria subordinada a hitos y a que tampoco lo urge un álbum como única declaración de principios, Heyne en el último tiempo ha sentido más fuerte que nunca esa necesidad de presentar nuevas composiciones. Además de Atlántico, en este 2025 ha despachado otros tres singles: Todos los animales, Oye y Esa escalera larga de la playa. Todos retratan sus tópicos predilectos: el amor y la muerte. Todos empujan de nuevo al ruedo a un proyecto tan definitivo como unipersonal como Shogún.
-¿Por qué decides que en este 2025 es el instante para que Shogún vuelva a la actividad?
Los lanzamientos siempre tienen que ver con una necesidad, igual que hacer música. Publicarlos también es parte de la misma necesidad, es darle un fin a una etapa. Para atrás, cuando lo analizo, veo que siempre ha sido así. Un viaje de autodescubrimiento.
-¿Por qué un viaje de autodescubrimiento?
Porque es ir asociando distintas etapas de la vida con distintos procesos artísticos que van quedando plasmados en discos, con estructura de disco, con una colección de canciones relacionadas entre sí, imaginadas bajo un mismo concepto. O que responden a un mismo concepto.
-¿A qué concepto responden estas últimas canciones que has lanzado?
El año pasado publiqué un disco que compilaba 40 canciones de 10 años. Yo estaba armando otro disco desde hace como tres años, que es el que se está preparando ahora. Tiene que ver con un proceso que partió en algún minuto de 2022 y que yo paré antes, en 2004, con La rata, que fue el último álbum con el que salí a conversar con alguien, a hablar de mi música. Después de eso, entré en un proceso de más de producciones de discos de otras personas, fue un periplo largo. Pero lo retomé por necesidad. Yo siempre he hecho música por necesidad y cuando la publico también es por necesidad.
“Antes publicar un disco era más difícil, pero también era un poco más simple, en el sentido de que, aunque revestía una mayor dificultad logística, era más simple en términos de lo que involucraba, como una serie de hitos para comunicarlo. El rito de la comunicación era otro. Hoy día el abanico de acciones que significa publicar un disco es mucho mayor, para mí ha sido relativamente nuevo enfrentar eso, aunque como no tengo una relación con las redes sociales, ni me interesa tenerla, publico igual que antes. Me meto a mirar cosas en Instagram o TikTok y sigo sin entender, sigo sin encontrarle algún sentido. O sea, entiendo perfecto como funciona y la cosa técnica; pero hablo más bien de lo personal, donde no me cambia la vida”.
-¿Nunca has sentido que las redes sociales hoy le pueden aportar algo distinto a la música? ¿Otro lazo entre el músico y el público? ¿Otra manera de mostrar la música?
Yo creo que eso es una hipocresía, en general. A mí no me funciona. Yo lo veo como un canal más, quizás como una prolongación de lo que podría ser una carátula, y eso me deja tranquilo. No siento que sea tan genuino el contacto que hay entre un artista y un público, para ser honesto. Me parece un poco ingenuo pensar que existe algo así, más allá de que pueda ser comunicacionalmente efectivo en términos estratégicos.
-Hablas de “un periplo largo” en el que priorizaste producir a otros artistas y no se consagró a su música. ¿Necesitaba ese paréntesis un poco más extenso antes de volver a crear?
No lo programé. Fue ocurriendo. Yo estuve componiendo música todo el tiempo y nunca logré que esa música terminara por cuajar desde mi perspectiva. Por eso opté muchos años por publicar colecciones de canciones, como El brujo (2010), que fue un disco cortito de seis temas. Pero yo componía cientos de canciones. Entonces, fue un período donde desarrollé un pedazo de mi vida también importante entre cumplir 20 y cumplir 50, mi hija creció y cosas así que me hicieron concentrarme un poquito menos en el foco de hacer música, de cerrar un disco. Es especial hacer un disco a hacer canciones sueltas. En un álbum tienen que tener cierta unidad narrativa.
-O sea, son temas que vienes trabajando desde 2022. Igual es harto tiempo, ¿no?
No, tres años yo creo que está súper bien. Pensando en un disco, me parece que incluso está dentro de los estándares aceptables. O sea, hace rato que no publicaba música tan reciente, entonces ha sido súper grato para mí.
-Y estas nuevas composiciones, como Atlántico, ¿qué tipo de momento creativo reflejan?
No lo tengo claro, para mí es mi necesidad de hacer música. No tengo mucho más claro que eso.
“Para mí el arte es eso en general, creo que no tengo una carrera para defender, una carrera que tenga que cumplir en hitos, lo hago por necesidad y mi necesidad termina cuando la publico. Esa fase de socialización de la música, si bien es cierto no me desagrada, tampoco es que la sienta tan imprescindible. Si es bueno que la gente pueda llegar a conocer las canciones de uno, pero la misión de esa música ya fue cumplida.
-Es interesante aquello de “no tener una carrera que defender”, tomando en cuenta que sí has estado involucrado en proyectos que implican distintos discos y etapas.
No lo tengo tan claro, quizás el concepto de “defender” un poco me equivoqué. Más bien, no tengo una idea como estratégica respecto a mi música.
-¿No sientes que has tenido la obligación de ir cumpliendo hitos, como otros artistas?
Tampoco estoy seguro si ellos la tienen también. Es una especie como de encantamiento que tienen algunos artistas, porque algunos tienen una estructura comercial que necesitan mantener con discos y todo eso. Y equipos que dependen de ellos. Puede ser.

-En Atlántico, ¿por qué decidiste sumar a Ser, de Marineros?
Es mi amiga y compartimos una una sensibilidad común frente a ciertos temas, ahí hay una afinidad y proximidad. Y de hecho esa canción estuvo mucho tiempo sin tener la letra terminada y yo sabía que quería que alguien cantara el segundo verso y recién, no sé por qué, caí en que podía ser ella. Nos juntamos en el verano a grabarla y después la grabamos de nuevo en el otoño, y ahí ya quedó. Además, yo la admiro mucho a ella. Fui a verla en un show en la Blondie y me pareció tan cercano a lo que a mí me gusta.
-¿Ha cambiado la forma que tienes de escribir las canciones?
Yo creo que no. Hubo una época que quizás fue un poco más abstracta, que fue Demonio (1998) en adelante, que yo creo que me encantó empezar a hacer estructuras más experimentales. Pero este nuevo disco es un poquito más clásico. Volví a escribir letras en un papel. Desde Demonio en adelante usé harto el ir improvisando las letras. Y fue así prácticamente todo lo que hice hasta este disco.
“Este disco lo empecé a escribir de nuevo como los Christianes o cosas más pop que después he hecho. Es lo mismo, en el fondo. Es una necesidad. Siempre todo sale de una necesidad”.
“Yo creo que todo el nuevo disco está emparentado por el mismo periodo, que está gatillado por las mismas situaciones que me hacen escribir las canciones que escribo”.
-¿Como cuáles, por ejemplo?
Yo creo que no escribo más que de amor. Es lo único que me interesa escribir. Escribo de eso y escribo también de canciones relacionadas con la muerte. Son los únicos tópicos que me interesan. Los demás me parecen que no están a mi altura, parece. Así que me quedo con esos otros dos tópicos, nomás.

-Bueno, son los grandes tópicos del ser humano. El amor y la muerte.
¿Estás seguro? Bueno, yo no necesito más para hacer canciones. Así que ahí estoy. Y de eso creo que se trata todo este disco. Y todo es para atrás. Todo lo que he hecho con Shogún es con eso. Es más o menos similar. Tiene ese mismo enfoque. La rata era un poquito más críptico. Yo creo que este disco no es tan críptico. Al menos estas cuatro canciones que he sacado hasta ahora.
“Lo que pasa es que yo tampoco hablo de mi vida, entonces no voy a hablar de mi vida. Pero hago canciones que se conectan con eso y son momentos. Son momentos en los que el mundo va cambiando. El otro día conversaba con personas que me decían ‘qué paja que yo no tenga la capacidad de poder transformar esos momentos en algún tipo de arte’. Yo sí. Ahora claro, como que ahí queda. Como que eso es para mí lo suficiente”.
“Para mí el conflicto, en realidad, que ya no lo es tanto, viene después. Cuando ya está listo y uno dice, ‘ok, lo voy a publicar’. ¿Y qué hay que hacer con eso? Y ahí claro, te encuentras con un montón de cosas para las que no tienes por qué ser bueno o no tienen por qué gustarte”.
-¿Pero como qué, por ejemplo? ¿Salir a hablar de tu música? ¿O tocarla en vivo?
Yo no necesito tocarla en vivo. Yo necesito grabarla. Digamos que ahí está la esencia para mí. Hacerlo.
-¿Nunca te ha preocupado tampoco mostrarla en vivo o no promocionarla tanto? ¿Nunca te ha preocupado ese último eslabón que puede haber en la música grabada?
No me parece que sea algo necesario. ¿Tú crees que es necesario?
-Es válido no querer mostrar cierta música en vivo. Hay grandes discos que nunca fueron interpretados en vivo. Y siguen siendo grandes álbumes.
Es otro arte. Siempre lo he pensado. Sí, es otra forma de mostrar eso.
-Ahora, los shows de Shogún han sido bien puntuales y excepcionales.
Es mucha responsabilidad para mí. No canto muy bien, tampoco toco muy bien ningún instrumento. Y armar un concierto, sobre todo como están hoy planteadas las cosas, que hay tan buenos performers, siento yo. Haciendo las cosas que hacen. Imagínate, yo no lo siento necesario. Más encima, salir a hacerlo sabiendo que es un arte donde hay gente que lo hace tan bien. Tendría que encontrarle algún sentido. Yo le he encontrado sentido tocar en vivo a veces. Por ejemplo, cuando sacamos Demonio. Y tocamos en vivo en el Salón Blanco de Bellas Artes. Y tuvo sentido darle un fin a eso. Pero tocar por tocar, no.
“Existe y se transforma en un buen negocio. Pero también eso de la repetición, de repetir un repertorio, es algo que no me parece tan interesante. Entiendo la gracia que tiene. Hablándolo con actores, con gente de ese mundo escénico, lo que tienen es interpretar y reinterpretar y reinterpretar. Pero en lo de la música... Al menos en la música que yo hago, no sé. A lo mejor un día me desdigo porque hago un concierto y me parece súper rico lo que pasa. Hasta el minuto no me ha pasado. Con mi música, insisto. Tengo muy buenos recuerdos tocando con Carlos Cabezas, por ejemplo. Pero no sé si podría sentir lo mismo con otros conciertos que he hecho. Lamentablemente”.
-¿Y a ti te gusta ir a conciertos?
No, no, no. No me gusta mucho, la verdad. No siente que sea una experiencia que compense lo que significa salir de mi casa, aunque parezca exagerado, pero es la verdad. Salir de mi casa o del lugar donde esté para llegar a un espacio y tener que estar ahí durante dos horas, parado... no sé. Disfruté mucho el último concierto que hizo Charly García en Chile, es verdad. Tengo en mi cabeza también como haber disfrutado conciertos de artistas que admiro. Pero no es lo habitual. Me aburro en un concierto en general. Es entretenimiento, pero ir a un concierto a estas alturas no me sorprende mucho.
“Como en lo de Charly, cuando tú tienes un vehículo emotivo con el artista que estás viendo, puede que sea distinto ir a un concierto. Pero no ir por ir. Ir a un festival es algo que yo no haría de ninguna manera. No creo entonces que haga un concierto para mostrar este disco”.
-¿Y explicar tu música? ¿Te da lata?
La música no está hecha para explicarse, yo creo, ¿no? Porque claramente está hecha para escucharse y para disfrutarla. Entonces, no es algo natural. O sea, a mí me cuesta explicarle esto hasta a alguien muy cercano, ¿cachai? Como... ‘¿de qué se trata esta canción?’ No sé. No es una cosa como que sea tan fácil de explicar. Salvo que tengas una mecánica aprendida y que estés en una actividad media industrial, que no es mi caso, al menos con esta música.

-Tratemos de explicar tu música: ¿de qué trata, entonces, Atlántico?
Todo el disco, como te decía, está influido en la misma dinámica de descomposición. De descomposición de los afectos. Creo que con eso tiene que ver, en general, el disco. Es un proceso que tiene varias etapas. Y también creo que algunas etapas son aparentes. Yo no sé si es tan duro el proceso cuando uno tiene la forma de expresarlo, de transformarlo en algo externo a uno, como puede ser música, o literatura, o algún tipo de obra. Creo que para eso sirve dedicarse a esto. En mi caso, al menos. Hay otra gente que hace terapia.
-¿Tú no?
Sí, yo también. Pero, además, hago música.
-¿El próximo disco saldrá en formato físico?
Espero que alcance a estar listo el físico este año. Y debiera salir todo junto a finales de año. El digital debería estar antes.
“También saldrá un box set con los discos de Shogún. Así que vamos a trabajar para que eso exista. Pero no sé si va a ser vinilo. Porque un box set de vinilo tampoco tiene mucho sentido para mí, considerando que la música que yo he hecho nunca ha estado muy emparentada con esa moral vinilística. Yo soy una persona digital. Todo lo que hago es digital. No me gustan lo análogos. Si yo pudiera, viviría 100% en un entorno digital, me refiero en términos de materialidad de la obra”.
-¿Te gusta el formato del vinilo?
No, no. Yo no colecciono nada. Tengo todos mis CDs en una bodega. Me gusta mucho lo digital. Creo que cada día me gusta más que mejore más la calidad de lo digital. Escuchar música en digital es lo más práctico que hay. Tengo cero romanticismo. Cero, con eso.
-¿Te parece que suenan bien las plataformas digitales?
Suena bien un Tidal, un Apple, qué sé yo. Y como te digo, no echo de menos nada en algún tipo de cosa física. Creo que seguramente la gente que escucha hoy, que tiene 10 años, encontrará forma de asociar su experiencia auditiva a algún tipo de fenómeno romántico de su momento. En 20 años será romántico escuchar Spotify. Claro.
“Atlántico la hice arriba en un computador, en un MacBook Air, ocupando un voice note grabado de una guitarra. Y no toqué nada. Creo que toqué una guitarra al final. Pero sí, creo que casi todo este disco está muy hecho así. Muy procesado después en el computador chico. Ha sido, yo encuentro, una gran era, un gran momento".
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