Por Rodrigo GonzálezUn Depredador con alma: “Fue un desafío lograr que la criatura siguiera siendo monstruosa”
El director de Depredador: Tierras Salvajes, la sexta película con el alienígena de los dreadlocks cósmicos, explica cómo se las arregló para que el personaje pasara de villano a héroe. El filme se estrenó este jueves en cines chilenos.

Los depredadores no conocen la palabra piedad. En el reino animal, ningún león o águila titubea antes de cazar a su presa. De la efectividad de su aniquilación depende su sobrevivencia y esto significa siempre la muerte de otros. En el mundo interestelar, el alienígena nacido en 1987 con la película Depredador mata en realidad como deporte, como parte de un ritual que lo hace más honorable entre los suyos.
Tal vez esa fisura, la de no asesinar por equilibrio natural, le sirvió al realizador estadounidense Dan Trachtenberg para darle una nueva mirada al personaje y, en términos sociológicos, “salir de la caja”. Si la raza cósmica de los llamados “yautja” encuentra quizás un resquicio para no liquidar a su prójimo había que encontrar una historia que justificara el cambio de actitud. Pues bien, Depredador: Tierras Salvajes es esa historia.

Recién estrenada en salas de cine, el segundo filme del realizador Dan Trachtenberg sobre el personaje extraterrestre de peinado dreadlocks a lo rasta y colmillos ultra afilados es una arriesgada reinvención de la saga. En esta ocasión, la criatura en cuestión viaja a un selvático planeta poblado por seres fabulosos (algunos bastante monstruosos) y que es además explotado por la corporación Weyland-Yutani, la compañía fabricante de robots de la saga de Alien.
Quién llega a este mundo es específicamente Dek (interpretado por el actor de ascendencia samoana Dimitri Schuster Koloamatangi), una especie de paria entre los depredadores, quien en el nuevo ambiente entabla una curiosa relación con la androide (o sintética, como se les llama en la jerga) llamada Tia y encarnada por la actriz Elle Fanning.

Desde Los Ángeles y en medio de la promoción de la cinta, el realizador Dan Trachtenberg conversó sobre Depredador: Tierras Salvajes, la sexta en la serie.
¿Qué tan difícil es hacer una buena película, pero con un depredador que ya no es el villano, sino el héroe?
Es un reto, tanto en términos técnicos como narrativos. Técnicamente, no sólo estábamos construyendo un monstruo a partir de prótesis que podemos iluminar con mucho cuidado. No sólo estaba pensado para asustar. Ahora teníamos que lograr algo a lo que pudiéramos darle sutileza y una gama de emociones. Debíamos conectar con él y crear toda una historia en torno a la criatura. Eso significó todo tipo de desafíos técnicos. Tuvimos que construir un traje prostético de cuerpo entero, pero también necesitábamos algunos efectos visuales artísticos para tomar el control de la interpretación de Dimitrius Schuster-Koloamatangi, el actor que encarna al depredador Dek. Había que conseguir una interpretación que emocionalmente fuera atractiva y poderosa para una criatura que es depredadora, que es el monstruo nada menos. Desde el punto de vista narrativo, fue un desafío además encontrar la manera de no restarle fuerza a la criatura en ningún sentido. El reto era permitirle seguir siendo monstruosa, feroz y temible.

¿Qué impresión le dejó primera Depredador de 1987, con Arnold Schwarzenegger?
Lo irónico es que era muy niño en su estreno y no me dejaron verla. Recuerdo claramente que estaba en tercer grado (tercer año básico en Chile), de camino a un torneo de kárate en un auto compartido con un grupo de alumnos de sexto grado, y todos ellos acababan de ver Depredador. Durante todo el trayecto hasta el torneo, describieron la película momento a momento. Así que la primera vez que vi Depredador fue en realidad en mi propia imaginación. Y luego, por supuesto, cuando la vi por primera vez, me quedé realmente impresionado. No sólo fue el magnífico diseño de la criatura, sino que nunca había visto una película que comenzara en un género y luego se convirtiera en algo completamente diferente. Eso realmente me dejó una gran impresión. Desde entonces, siempre he buscado eso mismo: encontrar combinaciones únicas de géneros.
Su anterior Depredador: La Presa fue muy bien recibida y todos hablaron de cómo había subido de niel la franquicia. ¿Sintió mucha presión con esta nueva secuela? ¿O quizás, al revés, estaba más empoderado?
Probablemente sea un poco de ambas cosas. Por un lado, siento presión al hacer cualquier película, sea franquicia o una propia idea original, porque realmente quiero que el nivel sea excelente. No sólo una buena parte en la serie, sino también una gran cinta. Hay presión, pero también me ha animado el éxito de Depredador: La Presa, ya que sé que podemos hacer una película de la franquicia que sea más que un simple filme de terror, de acción o de slasher (obras con asesinos psicópatas seriales). Ahora siento que tengo libertad para hacer algo que se centre mucho más en la historia y los personajes y que, aun así, ofrezca una cantidad increíble de acción y que el público responda a ello.

En Depredador: Tierras Salvajes, hay mucha química entre la relación entre Deck y la androide Tia (Elle Fanning), ¿Fue complejo lograr esa interacción?
Por un lado, Dimitrius Schuster-Koloamatangi y Elle Fanning son efectivamente dos personas muy encantadoras. Es un placer trabajar con ellos. Pero, por otro lado, en la historia suelen estar físicamente unidos el uno al otro (Dek lleva en la espalda a Tia, que perdió sus piernas), lo que era increíblemente incómodo desde un punto de vista técnico. Además, a menudo estaban de espaldas el uno al otro. Así que, cuando rodábamos esas escenas, todo el mundo tenía que echar mano de su imaginación. Dimitrius (Dek, el depredador) tenía que imaginar lo que hacía Elle, pero apenas podía oír su voz, y lo mismo le pasaba a Elle. Hice todo lo posible por encontrar momentos en los que él se quitara la mochila y pudieran interactuar. En esos momentos pudimos beneficiarnos de que en algunos momentos el personaje de Dek no llevara la máscara prostética que le cubría toda la cara. Ahí, Elle podía interactuar realmente con los ojos de Dimitrius y con toda su expresión facial.
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