
Una cápsula del tiempo: los documentos olvidados de los corazones de los Héroes de la Concepción
En 2024, el trabajo de conservación de los órganos extraídos a los oficiales muertos en la famosa batalla de la Guerra del Pacífico, reveló un conjunto de documentos del que no había noción. Tras un trabajo de restauración, se conservan en el Museo Histórico Militar. Estos certifican el proceso de traslado y mantención de las reliquias que hasta hoy descansan en la Catedral de Santiago.

Cuando recibió el sobrio tubo de metal, Mariana Moreno lo miró con atención. No sabía lo que contenía y la duda le revolvía el ánimo. Estaba cerrado y no tenía inscripción alguna. Nada que pudiera indicarle alguna pista sobre el contenido. Solo sabía que el misterioso objeto fue encontrado al interior de la cripta de mármol levantada en un costado de la catedral de Santiago. La misma que contiene los corazones de Ignacio Carrera Pinto, Arturo Pérez Canto, Julio Montt Salamanca y Luis Cruz Martínez. Aquellos eran los oficiales al mando de la desgraciada 4ta compañía del batallón 6 de Línea, Chacabuco, exterminada por completo en la batalla de la Concepción, una de las más conocidas de la Guerra del Pacífico.
Los corazones, preservados en formalina, fueron retirados de la cripta para someterlos a una restauración en el Hospital Militar en el año 2024. Ahí, como una cápsula del tiempo estaba el tubo de metal. Fue entonces que se le entregó a Moreno, historiadora del Arte y restauradora del Museo Histórico y Militar de Chile. La sorpresa fue mayúscula. “Primero vi unas fotos y luego decidieron traer el tubo -cuenta al teléfono con Culto-. Yo abrí el testimonio con todos los cuidados, porque nadie sabía exactamente qué es lo que había y como está guardada hace tantos años, puede contener hongos, esporas, etc. En ese momento había mucha gente presente, incluso un notario”.

Fue entonces que Moreno notó que enrollados al interior del tubo, había seis documentos. Una sorpresa absoluta. “No existía ninguna constancia, nadie tenía idea de la existencia de estos documentos, ni siquiera en el Ejército sabían que eso estaba ahí”, cuenta. De allí comenzó un silencioso trabajo de restauración de los añosos papeles. “Los documentos, en general, se encontraban en un regular estado de conservación -dice la especialista-. Presentaban suciedad superficial y deformación de plano porque estaban enrollados . Fueron sometidos a tratamientos de conservación, se les hizo limpieza superficial, unión de rasgados, porque algunos tenían un pequeño rasgado y se volvieron al plano, es decir, se volvieron a aplanar”.
Aunque se había informado el hallazgo de los documentos, mientras duró el proceso de restauración no se supo qué es lo que contenían. Básicamente, describen la historia de la conservación de esos corazones y el proceso de mantención. “Mucha gente, incluso yo, debo de reconocer, como que no creían mucho que esos corazones están ahí, muchos no conocen esta historia. Pero efectivamente están y cada cierta cantidad de años se realiza una mantención”, apunta la historiadora.
La compañía de 77 soldados del Chacabuco fue aniquilada hasta el último hombre en la batalla librada con ferocidad del 9 al 10 de julio de 1882, en el poblado que se ubica en las serranías del departamento de Junín. El último acto se vivió en la mañana del 10, cuando una división al mando del coronel Estanislao del Canto arribó al pueblo solo para encontrarse con los cadáveres aún tibios, y mutilados, de sus camaradas. Según una relación del mismo coronel Del Canto publicada por Gonzalo Bulnes en su célebre libro Guerra del Pacífico, fue el comandante del batallón, Marcial Silva Agüero, quien ordenó extraer los corazones de los oficiales y ponerlos en un frasco con alcohol para preservarlos como un recuerdo.

“Conservar una parte del cuerpo es algo que hoy se ve como una cosa extraña -comenta Mariana Moreno-. Pero en aquella época no, incluso en otras partes del mundo también se han conservado corazones o partes del cuerpo de héroes nacionales”.
Tras extraerse en la sierra, los corazones de Carrera Pinto (de 34 años al momento de su muerte), Montt Salamanca (20 años), Pérez Canto (17 años) y Cruz Martínez (15 años), fueron llevados a Lima, donde se celebró una misa fúnebre en la Iglesia de Santo Domingo con concurrencia de las autoridades chilenas que mantenían la ocupación de la ciudad. Ahí se conservaron hasta 1883, cuando se trasladaron a Santiago y fueron depositados en una ceremonia fúnebre en la Iglesia de la Gratitud Nacional, donde se velaron los restos de caídos en la guerra. Años después, en 1900, el Ejército decidió reclamar los órganos y trasladarlos al recinto del antiguo Museo Militar, el cual se encontraba al lado del cuartel de artillería.
Allí estuvieron hasta 1911, cuando, tras una campaña impulsada por veteranos de guerra, se consiguió erigir el monumento en la catedral que existe hasta hoy. Entonces se debió trasladar los corazones desde el museo. Lo primero fue abrir los frascos para comprobar que los restos estuvieran ahí. Ese proceso es el que se detalla en los documentos encontrados. “Hay dos actas de 1911. Una data del 6 de julio de 1911, en que se certifica la mantención de los envases de los corazones. La otra es una acta legal con firma de un montón de personajes importantes, médicos, etc”, dice Moreno.

Según informó la revista Zig Zag, en su edición n°333 del 8 de julio de 1911, efectivamente eso ocurrió el día 6. Incluso se menciona el acta. “En las últimas horas de la tarde del jueves de la presente semana, se llevó a efecto el reconocimiento de los corazones de los cuatro héroes del combate de la Concepción: Ignacio Carrera Pinto, Arturo Pérez Canto, Julio Montt y Luis Cruz M -dice la nota acompañada con imágenes, algo así como un fotoreportaje de la época-. El reconocimiento se hizo con todas las formalidades de estilo, ante la comisión nombrada por el Supremo Gobierno, levantándose un acta de tan importante ceremonia”.
Días después, el domingo 9 de julio, coincidiendo con el aniversario del combate se trasladaron los corazones hasta la Catedral. Ese proceso también fue documentado y estaba entre los textos encontrados en la urna. “Es un acta en que se daba cuenta del traslado legal de los corazones, desde el antiguo Museo Militar”, apunta Moreno.
Según consignó la revista Sucesos en su edición n°462 del 13 de julio, aquel fue un acontecimiento que se hizo notar en la ciudad. Todo comenzó con un desfile desde el museo militar a eso de las 13.30 horas, al que acudieron organizaciones civiles, bomberos, veteranos de la guerra incluyendo a antiguas cantineras, e incluso se montaron carros alegóricos. “El Ministro de la Guerra D . Ramón León Luco, pronunció un discurso en el cual en hermosas frases, hizo entrega al presidente de la Liga Patriótica Militar, de la urna que contenía los corazones de los oficiales del Chacabuco que perecieron heroicamente en el combate de La Concepción”, detalló.

Una curiosidad, es que León Luco era también veterano de la guerra; en su condición de médico cirujano había servido en la Armada. Esa tarde también hizo uso de la palabra el futuro presidente Arturo Alessandri Palma. Por entonces era diputado por Curicó, la tierra natal del subteniente Cruz.
Luego, la columna siguió por calle Dieciocho, hasta la Alameda. Desde allí cortó por San Antonio, dobló por Monjitas y enfiló hacia la catedral. La asistencia fue tan masiva que incluso ocurrió un accidente; una pérgola de madera, levantada en la Plaza de Armas, cedió de un costado mientras se encontraba un grupo de niñas de la Escuela Arriarán que esperaban la llegada del desfile a la catedral. “Resultaron siete niñas heridas”, apuntó Sucesos.
La ceremonia en la Catedral fue apoteósica y contó con la presencia del Presidente Ramón Barros Luco y su gabinete en pleno. Entre los documentos figuran las firmas de autoridades y personajes relevantes. “El ministro de Guerra y Marina, el general Estanislao del Canto, el Almirante Arturo Fernández Vial, el intendente militar Gerardo Rodríguez del Río -dice Mariana Moreno-. Fue impresionante la cantidad de gente que se volcó a las calles, porque estaba reciente el tema de la Guerra del Pacífico y todavía quedaban los veteranos”.

Los restantes documentos encontrados en la cripta, detallan el proceso posterior de mantención de los corazones. “En febrero de 1921, se indica que se renovaron los líquidos que los preservan, incluso una persona que estuvo presente como testigo dejó su tarjeta de presentación, lamentablemente no puedo indicar el nombre -dice Moreno-. Los últimos documentos son de julio de 1982, en que se consigna la apertura de la cripta y la mantención de los corazones, también por médicos y otras personas”.
Una vez restaurados, Mariana Moreno transcribió los documentos. Un trabajo que asegura fue sencillo, porque eran legibles y los textos responden a un castellano más actual, a diferencia de textos mucho más añosos “Yo estoy acostumbrada a transcribir documentos de la colonia para adelante, de castellano antiguo”.
La historiadora detalla que pasó con el hallazgo. “Los documentos originales quedaron en el Museo Histórico Militar, en el depósito de colecciones, donde están todas las condiciones de conservación. Y en el testimonio original, el tubo, se guardaron unas copias facsimilares de los originales. Y a partir de ahora ya se sabe todo lo que hay adentro. Para cuando lo vuelvan a abrir, no sé cuándo, sepan lo que se van a encontrar”.
En la actualidad, la ciudadanía puede acceder al contenido de los documentos en el mismo Museo. “Se exhiben los facsímiles de los originales, en la muestra permanente de la Guerra del Pacífico”, dice Moreno.
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