El Deportivo

Arias no es el culpable

Guarello columna

La frase se le atribuye a Napoleón Bonaparte y John Fitzgerald Kennedy, pero la usan todos cuando no hay explicación ante un resultado: "La victoria tiene cien padres, solo la derrota es huérfana". Alguna vez José Mourinho la utilizó para justificar una caída de su Real Madrid ante el Barcelona de Guardiola. Esta vez nos toca a nosotros: Chile ha sido goleado por Perú 3-0 en la semifinal de la Copa América y el niño, la derrota, llora sin padres abandonado en el medio de la rabia y la irracionalidad de un sector de hinchas, los fanáticos del Real Mandril, que no han dudado en insultar a Gabriel Arias en su Instagram.

Reinaldo Rueda lo dijo: pensaron demasiado en la final antes de jugar la semifinal. Y eso es fatal: en los últimos años, Chile había sido superior a Perú en los partidos por los puntos, pero siempre por un margen estrecho, siempre trabajando mucho para ganar. En la misma línea está la primera media hora apática y desdibujada del cuadro rojo, lejos de la actitud necesaria para un juego así. Perú metió presión alta y Chile no tuvo respuesta. Luego podemos sumar el bajo rendimiento de Gary Medel y Arturo Vidal, ambos con problemas físicos, lentos y sin explosión. Se agrega el desorden de Alexis Sánchez, que bajó para armar la jugada y con esto se alejó del área, donde realmente sirve.

Importante fue la superposición de los problemas de finiquito que padece Chile hace años con la soberbia actuación de Pedro Gallese, quien hizo el mejor partido de su carrera: le tirabas un misil Stinger y lo mandaba al córner. Claro, lamentablemente, para la Roja, Andrés Carrillo decidió jugar como delantero del Liverpool y no del Ciclista Lima, como le ocurre a veces. Y nos pintó la cara…

Dejo para el final al bueno de Gabriel Arias, hoy en la picota luego de una noche muy desafortunada. No se puede eludir su responsabilidad en el segundo gol, salió sin tiempo y distancia quedando a medio camino, pero en esa jugada Beausejour estaba pajareando cuando salió el pelotazo de Zambrano a Carrillo y luego había cuatro jugadores en el área chilena para bloquear el zurdazo de Yotún, incluido Isla, quien le dio la espalda al volante peruano. Es decir, colapso total, con muchos eslabones rotos en la cadena defensiva, no solo el arquero.

Arias es un muchacho muy humilde y ubicado. Un arquero correcto con virtudes y defectos. Quedó en el medio de la guerra interna del camarín sin tener responsabilidad alguna y debió reemplazar, sin pedirlo, a Claudio Bravo. Si sus compañeros y el técnico pensaron que podían seguir jugando con un arquero-líbero se equivocaron. Y forzaron la situación al límite, exigiéndole a Arias lo que le cuesta mucho hacer: salir a cortar con los pies fuera del área. Le ocurrió contra Ecuador, donde rozó la expulsión, y se repitió ante Perú, donde fue retratado. Si Rueda va a prescindir de Claudio Bravo, también debe prescindir de su forma de jugar; hay costos que deben ser asumidos. Arias debe estar protegido bajo los palos y no mandarlo a navegar a campo abierto con centrales, hoy, sin velocidad de retroceso.

Chile mejoró con respecto a este año y medio. Hay un ADN futbolístico que se mantiene intacto, pero no alcanza del todo. Fue el equipo más viejo de la Copa América y el único que no tenía un solo jugador menor de 23 años. Es el momento de tener cabeza fría y generosidad en todos los estamentos. Queda una larga eliminatoria, hay que sumar jugadores, no restarlos. No se puede estar dos años lloriqueando porque la señora de Bravo puso un tuit.

Más sobre:La columna de Juan Cristóbal Guarello

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