Un equipo espejo del nuevo Chile

Básquet
De izquierda a derecha: Deiker Salcedo, Joel Veloz, Cristián Olivares, Ignacio Allegrini, Ambiorix Paniagua y Jimmy Oreluz.

La sub 17 de la UC cestera acoge a seis hijos de inmigrantes que llegaron buscando mejores opciones y encontraron la integración en el deporte . Un proyecto que enorgullece y ya tiene resultados.



Hace minutos oscureció Santiago y las tareas escolares del día quedan para otro momento. Ahora se trata de básquetbol. En el Club Palestino de Las Condes los balones dan bote y un puñado de jóvenes se alista para jugar. Es la categoría sub 17 de la Universidad Católica, un grupo diverso que se está preparando para disputar el cuadrangular final de la Libcentro, al que clasificaron como segundos en la etapa regular. Nueve triunfos en 10 partidos los ilusionan.

Un acento distinto se escucha de entrada. Una tono caribeño pide el balón y un chileno es quien se lo alcanza. En la misma jugada, un dominicano se desmarca y un puertorriqueño le hace la pantalla para que avance. La pelota atraviesa el aro y celebran. Es un equipo en el que conviven varias nacionalidades, unidos por una misma pasión y con un objetivo deportivo en común.

La sub 17 de la Católica es uno de los proyectos que más entusiasma al club. No necesariamente por el talento, que sí hay en cancha, si no por la inclusión que comprende recibir a jóvenes inmigrantes. Así lo creen ellos y así lo observa su técnico, Anthony González. "Ha sido espectacular tener dos culturas, una del Caribe y otra del sur, porque aprenden unos de otros, tanto desde lo deportivo como lo social", dice. El coach conoce de cerca el tema. Nacido en Venezuela y de madre chilena, llegó a Chile en septiembre de 2016 para sumarse al plantel adulto de la UC. Tuvo que dejar su carrera por una lesión y ahora se dedica a dirigir.

Deiker Salcedo, base de 1.73 metros, llegó desde Venezuela, donde vivía en Lara y jugaba para las series menores del Guaros. Viajó por tierra durante una semana y ya lleva un año en el país. Primero llegó solo con su mamá y los recibió una tía. Luego arribaron sus hermanas y papá. "Me han tratado bien, me siento como en casa", dice sobre sus fuera de su patria.

Las historias de cada jugador se mezclan en la cancha. Y es ahí, precisamente, donde se ven los frutos de esta combinación latinoamericana. "El extranjero le aporta al chileno a soltarse para jugar y no necesariamente depender de los esquemas tácticos", explica González. ¿Y al revés? "En la estructura táctica, pensar y analizar lo que pasa, que lean y reaccionen al juego".

Miguel Ureta, histórico entrenador del primer equipo cruzado, también valora la diversidad del plantel. "Vienen de países donde el básquet es muy masivo y lo ven como algo importante para salir adelante; no faltan nunca", comenta el adiestrador.

El básquetbol ha permitido que estos jóvenes se integren más rápido a una cultura lejana a la suya. Ambiorix Paniagua, alero dominicano de 1.78 metros, cuenta que en su país era rechazado por su estatura, pero que aquí se ha podido desarrollar. "Encontré puertas abiertas para destacarme y eso es algo que siempre voy a agradecer", explica.

No solo venezolanos, dominicanos y chilenos conviven en este equipo. Ignacio Allegrini (1.87) se desempeña como escolta y alero, es uruguayo y lleva ocho años en el país; el base Jean Paul Cortés (1.78) nació en Puerto Rico, su acento es el más remarcado del plantel y lleva cuatro meses en Santiago. Lo trajo su padre, el afamado cantante de reggaetón Franco El Gorila.

Por ahora, estos jóvenes solo han visto la cara amable de Chile. Aunque no desconocen su propia cultura, también sueñan con alguna vez defender a la Roja. "Me han recibido bien, me gustaría llegar y ser seleccionado", argumenta el dominicano Jimmy Orelus (1.79), quien cambió las playas de su país por Santiago hace tres años.

Y aunque en el cuadrangular terminaron segundos, por detrás de Universidad de Chile, ya marcan un hito importante. No se traduce en una copa, si no en una "mezcla bacana y divertida", como la define el también dominicano Joel Veloz (1.89). Es, sin dudas, un espejo del país que ya se vive.

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