Fue Baltasar y no Santa Claus

CAMARA CDF
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El fútbol chileno ríe como niño en Nochebuena ¿El motivo? Liberaron las platas del CDF. Los dirigentes se frotan las manos. No es un simple aguinaldo. Es la lotería. Todos esperaban a Santa Claus. Pero se chingaron, fue uno de los tres Reyes Magos, el milagroso Baltasar, con su tez morena, el Mesías de tanto oro. Ese provinciano que llegó a la Federación de Fútbol de Chile no en camello, sino en microbús.

Con Reinaldo Sánchez fuimos compañeros en un colegio nocturno, el Rubén Castro de Valparaíso. Luego entramos a la Universidad Católica del puerto. Él a Mecánica y yo a Educación Física. Allí aprendió cómo ser un empresario autobusero. Y un líder en el Consejo Superior del Transporte porteño. Al poco tiempo le picó el bichito del fútbol profesional y tomó las riendas de Santiago Wanderers. Su estilo era poco ortodoxo. Le apetecía ser presidente y entrenador. Ese microbús lo conducía nada más que él. Prudente en pasar con luz roja, cauto con los discos pare, pero, apretaba el acelerador.

A los entrenadores les sugería a este u otro jugador. Muchos le obedecieron, o si no, les abría la puerta trasera. El 1 de octubre de 2001, asume la Presidencia del fútbol chileno con esta frase: "No voy a dirigir a la ANFP con mano dura, pero sí con firmeza". Clara señal de su ADN de autobusero. Este microbús no podía chocar ni desbarrancarse.

Fue objetado por su supuesta incapacidad intelectual, pues, no era abogado, ingeniero ni arquitecto. Su vocabulario no era docto y resistido con sorna por su tez morena de hombre de pueblo. No era buen mozo ni rubiecito de ojos verdes.

Su visión de futuro, nunca reconocida por sus pares, creó junto a Jorge Claro, el Canal del Fútbol.

Allí demostró sus destrezas en los negocios. Astuto y sencillo. Personalista y visionario.

El morocho Reinaldo, ese alumno sereno de noches porteñas con cuadernos bajo el brazo, no ha decepcionado al fútbol. Desde su creación del CDF, el desarrollo de este deporte ha descansado en esa innovadora idea. Por ahora, es la Tía Rica de muchos dirigentes que se aprestan a pagar deudas y apostar a los caballos lentos.

Dirigentes, se merece por lo menos, no un whatsapp, sino una tarjeta de Navidad.

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