Claudio González recibió este semestre una responsabilidad gigante. Gabriel Arias partió a Racing y el técnico de Unión La Calera, Víctor Rivero, le asignó la titularidad al Halcón, pese a que en el primer semestre ni siquiera lo había convocado a la suplencia.

Era la oportunidad con la que había soñado. La que vio crecer conforme se desarrollaba en las divisiones inferiores de la U y la que vio derrumbarse cuando, después de ser titular en las categorías infantiles, le cerraron la puerta de la Sub 19, la antesala del profesionalismo. "Me dijeron que no cuadraba con el prototipo de arquero que buscaban en la U. Se dieron cuenta un poco tarde", dice el Halcón a La Tercera.

Hoy, en las manos del guardameta de 28 años reside la ilusión cementera de acercarse al título. La oportunidad de Rivero lo tomó por sorpresa. "Ha sido difícil. En las primeras 14 fechas ni siquiera fui citado. La primera oportunidad la recibí en la fecha 15 contra Colo Colo y me toca jugar. Lo veía como la gran oportunidad, la que había esperado tanto tiempo. Ya ser citado era un logro, considerando que delante mío estaban Gabriel y Lucas (Giovini)". Ahora suma seis partidos en Primera División. Los cementeros tienen la segunda valla menos batida en el torneo, con 20 goles. De ellos, siete los ha recibido González.

El fútbol, que tantas pruebas le ha puesto, ahora le brinda una chance para alcanzar la consagración. Sin ir más lejos, González fue una de las buenas figuras en la victoria calerana sobre Antofagasta el sábado. Su aporte fue clave para contener el incesante ataque de los nortinos, que terminó siendo infructuoso también por sus intervenciones.

En su larga ruta hacia la estelaridad, que incluyó pasos por Curicó Unido, Linares, San Antonio Unido, San Felipe, Everton y Copiapó, el arquero exploró otro camino: cursó tres años de Derecho en la Universidad de Talca: "Me fui a Curicó como juvenil, alternando en el primer equipo. En 2010 firmé como profesional, pero no alcancé a debutar. Terminé contrato lesionado y sin nada. Ya tenía un año cursado de Derecho en la Universidad de Talca. Entré por puntaje. Hice tres años de universidad. Me gustaría retomarla".

La motivación para elegir las leyes estaba cerca. "En la familia hay algunos abogados y me llamaba la atención. Tengo un primo que es fiscal, Hernán Martínez Landeros. Entonces, me decidí. Después de Linares me fui a San Antonio. En 2013 tuve que decidir si congelaba para abocarme al fútbol. Ese año me llamaron de San Felipe. Recién ahí pude debutar como profesional", explica.

Hoy está feliz por la decision que tomó. Incluso, pese al largo tiempo que pasó bajo el alero de Arias y Giovini. "Pese a que no lo pasé bien en esa etapa, no me permití desanimarme. Lo principal fue la confianza que me entregó la preparación y tener noción de que no por no estar siendo citado cambiaba mi calidad como arquero. Nunca perdí la convicción de mi capacidad. Eso fue lo más relevante. La situación que estaba viviendo no me logró hacer daño", asegura.

De hecho, quizás inspirado en su paso por la educación superior, aprovechó para aprender del ahora arquero de la Roja y de Racing: "No es un una mochila reemplazar a Arias, es un privilegio. Me sirvió mucho compartir camarín y entrenar con él. Me presentó un desafío. Me ayudó a mejorar en muchos aspectos. Había cosas que hacía mejor que yo y me tuve que esforzar para competir. Algo que hacía muy bien era la precisión que tenía en el juego con los pies. Trataba de ser como él".

En ese proceso le sobró humildad. "Siempre traté de sumar, de aportar, en la medida de lo que se me permitía. Si Fernández se quería quedar entrenando después de la práctica, yo siempre estaba a disposición para ayudar", recuerda el Halcón ahora que vuelta alto.