Marcelo Ríos: “Djokovic se va a farrear la carrera y no va a ser el mejor de la historia por una vacuna”

Marcelo Ríos, posando para La Tercera. Foto: Patricio Fuentes Y.

El exnúmero uno del mundo habla de todo; de la carrera de su hija como tenista; del Covid que padeció y de sus planes para ser el jugador de más edad en ganar un torneo en el circuito profesional.



Marcelo Ríos (Santiago, 26 de diciembre de 1975) está contento. De fondo se escucha un sonido familiar: el del impacto de la raqueta con la pelota de tenis. Ahí está una de sus hijas, Isidora. “La tengo en IMG y por las tardes entrena con Gabriel Trifu, un rumano de la época mía”, cuenta.

¿Cómo tomó que se quiera dedicar al tenis?

Ella empezó a los 12, igual es como tarde, pero la cagó lo que ha mejorado en seis meses. Me demuestra que le gusta. Se saca la cresta, se levanta temprano. Para jugar cuatro horas le debe gustar harto.

¿Qué le produce verla entrenar?

Me empezó a dar una cosa de que me encantaría que fuera tenista y cumpliera su sueño. Que tenga un buen pasar, que gane plata, pero me da miedo cómo manejarlo si ella es muy buena y siendo hija de un exnúmero uno del mundo. Es peludo. Me asusta, es una sensación rica, pero me meto a un mundo desconocido. Yo lo viví, pero verla perder o verla mal es duro. Ahora si es buena, yo sería el entrenador. Ella quiere que esté ahí, aunque soy más como un amigo, pero me pidió que cuando sea profesional yo la entrene y lo voy a hacer. Me da susto, porque veo que va hacia allá. Ha mejorado muchísimo, la veo un poco como era yo. A ella le apasiona el tenis.

¿Cómo es un día normal suyo?

En la mañana veo mis cosas, hablo un rato con el gallo que me ve las platas, voy al gimnasio. Bien relajado. Y en las tardes tengo a los niños en jiu jitsu. Yo también estuve metido ahí, pero me salí por la cadera. Salen del colegio a las 3.30 y estoy toda la tarde con ellos. Además, me cambié de casa, a unas 10 cuadras de donde vivía antes. La que hice ahora tiene cancha de fútbol, de básquetbol y pasan en la piscina, porque hace calor todo el año.

Lo llevo al tenis. ¿Cómo quedó su relación con Nicolás Massú tras su salida del equipo de Copa Davis?

Yo lo llamé y hablé con él y le dejé claro lo que a mí me había pasado, pero somos diferentes; diferentes personalidades. Sería fuerte decirlo, quizás no me prestó ropa en ese minuto. Él era el capitán y el que decidía el equipo, pero (Sergio) Elías dijo quién iba y quién no. La mentira fue que Garin había subido su precio y al final no fue Garin. Era todo mentira. Entonces, pensé que Nicolás me iba a ayudar más en ese minuto y al final fue (Jorge) Aguilar. No era que no haya habido plata, pero da lo mismo. Tampoco me sentí imprescindible ni los jugadores dijeron nada. Mejor, dar un paso al lado y que sigan adelante.

¿Le gustaría volver?

Igual es sacrificado, a mí no me gusta viajar mucho, pero lo pasaba bien con ellos, me llevaba súper bien con los jugadores. No sé si volvería, tendría que pensarlo muy bien. No tengo problemas con ningún jugador y con Nicolás dejamos todo claro. Si aquí el problema fue Elías...

A propósito de Garin, ¿qué le pareció su nuevo cambio de entrenador?

No es que gracias a mí (Franco) Davin haya sido su entrenador, pero le di un pequeño empujón, porque lo veía como el más cercano para él. Me pareció raro que terminaran tan pronto. Después siguió con Aguilar y ahora está con Pepe (Vendrell), que no lo cacho para nada. Garin entrena muy bien y cambia en el partido. Me acuerdo de que en Madrid, en la Copa Davis, entrenó con Murray y le ganó 6-1, pero llegaba a los partidos y le pasaba algo que se bloqueaba. Siempre le he dicho y no de maricón, pero tú no sabes si va ganando o perdiendo. Siempre tiene la misma actitud.

¿Y él le dice algo sobre ese análisis?

No dice nada. Si no lo conociera, diría que no disfruta el tenis, que no le gusta, que no aprovechó el haber estado 17. De repente, juega muy bien o muy mal, pero tampoco me calza que haya perdido 6-1, 6-0 en la Davis, por el nivel que tiene, que es muy bueno.

Por otro lado, está Alejandro Tabilo, quien le agradeció sus consejos.

A Tabilo lo llamé cuando estaba en semi de Santiago. Lo llamé para felicitarlo. Me conecté al Canal 4, lo vi jugar y la cagó. Juega al límite, le pega a todo. La primera vez que lo vi fue en la Copa Davis, con Nicolás dijimos “este hueón juega bien”. Y el consejo que le di ahora fue lo del entrenador. No porque fuera malo, sino porque necesita a alguien más de renombre y experiencia, un tipo que sepa cómo pasar la etapa del 100 al 40. También le dije que tratara de ganar los primeros puntos de los juegos, que no se apurara tanto, porque cada vez que estaba break arriba trataba de ganarlo rápido y le quebraban altiro.

¿Qué opina de Carlos Alcaraz, que hace unos días ganó en Miami, igual que usted?

Lo vi jugar con Nadal en Indian Wells. Debería haber ganado él, pero ganó Nadal porque era Nadal. Al principio lo encontraba como cuando empezó (Fernando) González, que le pegaba a todo y no le entraba ni una hueá. Ahora le empezó a entrar y no hay cómo pararlo. Es un Nadal chico, juega fuerte, buen físico. Lo entrena Ferrero. Juega muy bien...

¿Lo ve ganando un Grand Slam?

Todavía no. El otro día (Hernán) Gumy me mandó un ranking de los 40 mejores del mundo de antes y todos los hueones eran conocidos y habían ganado torneos grandes. Antes había más nombres. El otro día vi a un inglés, (Cameron) Norrie, zurdo, pero es más lento que Aguilar. Juega a dos por hora. Tampoco juega tanto como para estar entre los 10. Antes había más nombres y era más parejo. Hoy son los tres grandes y Zverev, pero veo al 20 o al 30 y no los conozco. Ni qué decir el prize money, hay hueones que están 30 del mundo y tienen más prize money que yo. Imagínate cuánto ganaba (Luis) Ayala, que llegó a la final de Roland Garros. ¿20 pesos? Más encima, antes las finales de los Super 9 las jugabas a cinco sets. Era lo más estúpido que existía.

¿En su época de jugador se hablaba de la depresión en el tenis?

Lo hablé con Lapentti. Antes era muy al lote, yo no tenía psicólogo. Djokovic viaja con masajista, PF, encordador. Tiene hasta un gallo que le ve estadísticamente los puntos y hasta cómo le saca un hueón en el 30-40. A ese nivel ha llegado. Antes no me cuidaba nada. Todo ha ido evolucionando. No sé si más al lote. Y sobre las depresiones, vi el documental de Fish en Netflix y todavía no lo entiendo. Yo lo conocí y nunca supe. Que ponga que tenía presión de Estados Unidos... Si no era un Sampras, un Agassi o un Roddick, como se trata de comparar. Y me llamó la atención que no haya nombrado los Juegos Olímpicos, que fue el logro más importante que tuvo. Yo he sufrido de angustia y es peludo. Lo debe haber pasado mal, si era así. También me acuerdo de que el hueón era bueno para chupar y debe haber sido una manera de pasar la angustia.

Marcelo Ríos junto a su hija Isidora y a Leylah Fernández, finalista del último US Open. Foto: archivo personal.

¿Cómo fue su experiencia con la angustia?

Más que angustia, era ansiedad. Me pasó cuando me vino la vasoconstricción cerebral. Empecé con ravotril. Iba a lugares que no conocía con mala disposición, pero es difícil. Yo he visto gente con depresión que no muestra que es depresiva y se mata. El que hizo al Guasón (Heath Ledger) tenía todo, era casado, tenía lucas y se mató. En el tenis femenino se han visto más estos temas, con lo de Osaka y Barty, que no sé por qué se retiró. Han hecho notar que no pueden con tanta presión.

¿Cómo anda su salud?

Bien. El doctor me llenó de ravotril en esa época, que hasta el día de hoy me ha costado salir. Me dijo que no podía tomar café ni bebidas energéticas, pero hago de todo. Me ha dolido la cabeza, pero ni comparado que esa vez. Lo que sí ando cagado de la cadera.

¿Igual que Andy Murray?

Yo me rompí el labrum y me lo operé. Quedé bien, con un poco de dolor, y seguí entrenando, pero ya no tengo el cartílago y me está tocando hueso con hueso en la cadera. Me tengo que operar, pero no es la operación de Murray, que tiene un tajo de la rodilla a la cadera. Acá no, te abren unos 10 centímetros y te ponen una cosa de titanio o algo así para reemplazar el cartílago, pero la recuperación es media complicada. Yo pensaba que mientras más joven me operara, la recuperación sería más rápida. Pero no, el doctor me dice que es al revés, porque, con lo que hago, la voy a romper y voy a dejar la cagá, así que me pidió que me aguante. Fui a Chile y me pusieron ácido hialurónico, y me ha servido. Llevo tres semanas sin dolor. Y si no funciona, después vienen las células madre. Si no, me tendría que operar. Me pegó fuerte lo de la cadera, no podía dormir, corría con dolor. Por eso suspendí la exhibición con (Nick) Kyrgios, pero ahora me siento bien.

El 1 de julio va a jugar una exhibición con Álex Corretja en el Gran Arena Monticello. ¿Cómo lo hará con esa molestia?

Encontré la solución y caché que aguanto y puedo entrenar un mes tranquilo y jugar. A menos que me la eche ahora, pero ojalá no me pase. El primer mes me lo estoy tomando relajado y ya al otro mes voy a estar con todo. Además, estoy pensando en algo que puede ser una locura...

¿Qué sería?

Es una locura que yo controlo y lo he conversado con mi señora. Y lo quiero hacer por mí, una satisfacción personal mía: quiero volver a tratar de ser el más viejo en ganar un torneo profesional. La vez anterior me ofrecieron wild cards en Kitzbühel y Umag, pero no es lo que quiero y tengo que ser realista. Quiero tratar de ganar un challenger, el más chico que sea, o un Futuro. Tampoco me voy a ir a meter a jugar al Congo o a Egipto...

¿Y físicamente le dará?

Todo depende de cómo reaccione mi cuerpo. Quiero hacerlo y el punto de partida va a ser la exhibición con Corretja. Quiero demostrarme a mí mismo que soy capaz de hacerlo. A lo mejor no lo logro, pero cuando juego me siento bien. No quiero volver al tour, sino que ganar un torneo profesional, aunque sea el más penca. Ojalá fuera en Estados Unidos y en cemento, pero también me ofrecieron la vez anterior jugar en Argentina. Pienso entrenar con todo. No quería contarlo, pero lo hago porque es entretenido y creo que puedo hacerlo. Ojalá no me cague la cadera.

A propósito de Argentina, ¿qué le pareció el retiro de Juan Martín del Potro?

Es una lata, porque jugaba increíble. Aparte con lo que sacaba y jugaba…. Se lesionó, volvió y se metió de nuevo y ahí cagó de nuevo, pero yo creo que cuando el cuerpo ya no te aguanta, hay que parar. Hoy los hueones físicamente son unas bestias. Entonces, si no estás bien físicamente, estái cagado. Eso siempre es lo que he tratado de decir y se ha malentendido. El tenis de hombres hoy es físico y si no tienes buen porte, cagaste. En las mujeres no es que sea fácil, pero no es tan agresivo. Hoy día, los tenistas sacan muy fuerte y son rápidos. Las mujeres no llegan a esa etapa todavía. La Serena (Williams) sí. Creo que tendría más posibilidades una mujer buena que un hombre. Ojalá la Isidora me salga tenista y Marcelito futbolista.

Me contaba que se encontró con Leylah Fernández. ¿Cómo fue ese encuentro?

Fue en Bollettieri, el papá es exfutbolista ecuatoriano y le ponía videos míos. Ella me vio y se puso a saltar y a abrazarme. Nos sacamos una foto juntos con la Isidora. Juega parecido a mí y hace ángulos. Es buena.

Usted tuvo Covid. ¿Cómo lo pasó?

Me empezó con dolor de garganta, me sentí mal, pero nunca tuve fiebre. Pensé que era un resfriado y aquí el test lo compras en la farmacia. Lo compré y me salió positivo, pero acá en Sarasota es todo bien relajado, nadie anda con mascarillas. Se cumplió lo que querían todos, que era que hubiera más infectados que muertos. Nunca estuvieron las clínicas colapsadas. Me vino, me sentí pésimo dos días, en cama. No me podía levantar, me dolía todo y me seguía saliendo positivo. Y ahí hablé con (Alejandro) Orizola que me dijo que, si me lo seguía haciendo, me iba a seguir saliendo positivo. Ahí le vino a mi señora, a Marcelito y a la Isidora, pero no sintieron nada.

¿Qué le pareció el caso de Novak Djokovic y las vacunas?

Es hueón, se va a farrear la carrera y no va a ser el mejor de la historia por una vacuna. Yo pensaba igual, pero empecé a viajar y me la tuve que poner. Antes a lo mejor se podía pensar eso, pero va a cagar por hueón. No sé cuál es la razón, pero si te estás jugando ser mejor de la historia y te vas a farrear la carrera por unas vacunas, hay que ser el rey de los hueones. Te creo que al principio, por miedo, pero ahora está siendo demasiado soberbio.

El año pasado hablábamos de su relación con Joaquín Niemann y ahora se metió Mito Pereira al PGA...

Al Mito no lo cacho para nada. Niemann me habla de él. Los iba a ir a ver a Tampa e iba a jugar con ellos, pero se borró Niemann esa semana. Estuvimos hablando para que inventáramos una hueá entretenida para hacer. Jugar golf no, porque soy muy malo y jugar tenis no, porque el hueón es como el hoyo. Pero a él le gusta correr en auto. También Podríamos tirarnos en parapente, pero me dice que en diciembre. Él es buena onda, no se muestra mucho, pero te cagái de la risa. Es simpático, bueno pa’ la talla. Buen cabro...

Hace un tiempo mencionó su gusto por la música de Ricardo Arjona. ¿Después de eso se pudieron contactar?

A mi compadre Arjona todavía lo estoy esperando. Me llegó un recado de la secretaria, que me había dicho que lo iba a llamar o que lo llamara yo. Ahora anda en un tour no sé dónde, pero algún día lo voy a conocer para que me haga una canción. Tengo ganas de conocerlo, le tengo el tema y él lo tiene que cantar. Tengo las ideas, pero necesito el cantante.

¿Y por qué él y no otro?

Lo veo más por las letras. Tiene una canción, La Nena, que es de una niña que se raptan. No la canta nunca, pero es fuerte. Lo escuchaba hace 15 años, en el gimnasio. También vi al hueón jugando tenis, así que algo debe cachar.

También era basquetbolista.

poh, si es el tremendo hueón. Mide como dos metros.

¿Cómo se imagina en 15 años más?

Voy a tener 61. Me considero y me siento joven, me siento igual que a los veintitantos. No siento que he avanzado ni que me he quedado. Soy el mismo pendejo, hago las misma hueás. Los niños me encuentran casi un amigo. No me veo como aviejado a los 60 años. A menos que me venga algo, no veo que me cambie mucho la vida o me vea diferente. No veo ninguna diferencia.

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