Por arriba del travesaño



Miércoles, 2 de septiembre. Semana anterior al clásico entre Colo Colo y Universidad de Chile en el Estadio Nacional. La noticia de Colo Colo: Paredes estaría en condiciones de jugar el domingo luego que el martes un rumor indicara algún tipo de dolencia insondable. La noticia en la U: el presidente Cristián Aubert señala que su club tiene las puertas abiertas para el regreso de Johnny Herrera. La noticia que pasa colada: el fútbol cadete estaría suspendido hasta marzo próximo. Sumando el estallido social, serían 17 meses sin actividad.

Los tres hechos se vinculan y son sintomáticos: el fútbol chileno avanza caminando hacia atrás. En Colo Colo siguen apostando a la magia de Paredes aunque el jugador cumplió 40 años y está para un tiempo y monedas. En la banca y en la tribuna se sientan cómodamente refuerzos millonarios y eternas promesas. En la U, el presidente sólo tiene para anunciar que uno de sus emblemas, a un pelo del retiro porque también está casi en la cuarentena, volvería al club porque se lo merece. ¿Planes? ¿Desarrollo? ¿Figuras de proyección? Por favor…

Mientras, los juveniles chilenos van a pasar un año y medio jugando Play en la casa.

Algo anda muy mal y los números lo dicen. En nuestra Primera A casi 40 jugadores de más de 35 años, sin contar los arqueros, son titulares en sus respectivos equipos. Ya no se trata de un par de elementos que complementan y enriquecen sus clubes aportando experiencia y oficio. Al contrario, los planteles se forman con hombres en curva descendente que no se sienten amenazados por esos emergentes sin capacidad de quitarles la camiseta. No es culpa de los veteranos, ellos hacen su trabajo, es que los más jóvenes no les hacen pelea.

Para sazonar el tema, cualquier jugador que aparece y muestra alguna capacidad o engancha unos cuantos partidos buenos, es de inmediato transferido por lo que sea y a donde sea. Hay una generación completa de futbolistas correctos, ninguna estrella digamos la verdad, que rumbea por mercados secundarios y acá serían figuras (Vegas, Mora, Baeza, Zagal, Meneses, Bravo). Es decir, tenemos una liga de veteranos y cabros muy verdes. Es como la liga uruguaya en el esplendor de Paco Casal.

Cierra la ecuación el pánico de dirigentes y entrenadores de sacar a los viejos tercios, renovar los planteles y hacer la pérdida en lo inmediato. Prefieren congraciarse con las redes sociales y los hinchas termos que hacer una proyección técnica y planificada. Un callejón sin salida.

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