Descifrando al doctor Paris

El nuevo ministro de Salud, Enrique Paris, en una de sus primeras salidas a terreno. Foto: Minsal

Con su nominación a la cartera de Salud, el nuevo ministro alcanzó el punto culminante de una carrera meticulosamente construida. De perfil moderado y técnico, ha respondido los llamados de Bachelet y Piñera. ¿Quién es Enrique Paris? Esta es parte de su historia.


A la luz de lo que ocurriría posteriormente, la primera contienda electoral de Enrique Paris por el Colegio Médico, hace casi 20 años, resulta significativa por los nombres de algunos de sus oponentes. La lista “Médicos para la Salud de Chile”, por ejemplo, estaba encabezada por Emilio Santelices y era promovida activamente por Jaime Mañalich, que actuaba como una suerte de jefe de campaña. Ambos terminarían siendo los antecesores directos de Paris en el Ministerio de Salud.

El presidente del gremio era el socialista Juan Luis Castro, quien había asumido interinamente a fines de 2001, después de la renuncia de Enrique Accorsi. Castro aspiraba a consolidarse en las elecciones de mayo de 2002, pero para que su lista, “Liderazgo Médico”, tuviera alguna oportunidad de ganar, necesitaba reunir a un grupo transversal de colegiados. Considerando que competía contra la lista de centro derecha de Santelices y con otra de centro izquierda impulsada por el PPD Ricardo Peña, la incorporación de un independiente de perfil moderado, cercano al centro, resultaba crucial para ampliar el alcance de su candidatura.

Fue la exesposa de Castro, Andrea Mena, quien le recomendó hablar con Paris, que en esa época solo era conocido públicamente por sus apariciones en el programa Buenas tardes Eli. “Es un docente muy destacado”, le dijo.

No fue una decisión fácil. La mayoría de los médicos de la Universidad Católica, donde Paris trabajaba en esa época, apoyaban a Santelices. La presión que ejercieron fue grande. Pocos entendían que se sumara a un bloque encabezado por un socialista.

“Pertenece al partido de los médicos”, señalan quienes lo conocen.

De acuerdo con cercanos, Paris habló con Helia Molina antes de tomar la decisión. Ambos habían coincidido en la Unidad de Cuidados Intensivos de Pediatría del Hospital Sótero del Río en 1990 y desde entonces mantienen una relación cordial. Ella le habría dado la seguridad que necesitaba para acompañar a Castro.

El día en que se reunieron, Paris le habría hecho una sola advertencia: que no haría ruido, pero que no apoyaría un paro médico.

“Muchos de los que me apoyan ahora fueron en contra de Juan Luis”, reconoce Paris. “Yo era el pelo de la cola en esa lista. Nadie me conocía cuando llegué ahí, pero saqué más votos que él, aunque no le guste a Juan Luis”.

Ambos compartieron la mesa directiva por seis años. Paris cumplió su compromiso, primero como prosecretario y luego como tesorero. El Colegio Médico organizó dos paros en ese período, uno en contra del Plan Auge del Presidente Lagos, y el último, en 2007, durante la gestión de la ministra Soledad Barría. Al ser un hombre contenido, que difícilmente pierde la paciencia -como lo describen quienes han trabajado con él-, Paris no iba a tener un exabrupto. Guardó silencio en las dos ocasiones, evitando divisiones en el gremio.

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“Es un hombre muy leal y exige a los demás que se comporten de igual forma”, dice Castro, hoy diputado PS e integrante de la comisión de Salud. “Un profesional destacado, de un capital técnico y humano enorme. Me acompañó durante dos períodos sin buscar ningún protagonismo. Ahora se comprometió a cambiar la estrategia que estaba desarrollando el gobierno frente a la pandemia, a abrir el diálogo, y no tengo ninguna duda de que lo hará”.

Aunque siempre desde un rol más técnico, esa afinidad con la Concertación se mantuvo durante toda la década del 2000. Su calidad de experto en pediatría y toxicología, y sus credenciales como académico, administrativo e investigador, le permitieron asesorar a los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet ante el escándalo por la grave contaminación de metales pesados en poblaciones de Arica.

La llegada de Helia Molina a la jefatura de la División de Políticas Saludables y Promoción (Dipol) del Minsal en el primer gobierno de Bachelet fue otro incentivo para seguir colaborando. Juntos publicaron un Manual de Salud Ambiental para estudiantes de pediatría en 2006 y otro artículo acerca del mismo tema en la Revista Médica de Chile, tres años después.

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Ese mismo año, en medio de la pandemia por la influenza H1N1, el entonces ministro de Salud, Álvaro Erazo, le pidió que se sumara al consejo asesor. “Sus aportes eran muy importantes, porque Paris tiene una gran capacidad para sintonizar con lo que piensa la gente y uno de los objetivos que perseguía el ministerio en ese momento era que las decisiones sintonizaran con la ciudadanía”, señala una exautoridad.

La confianza de Paris en la centroizquierda se quebró repentinamente al final de la década, en medio de la campaña presidencial que enfrentaba a Eduardo Frei con Sebastián Piñera, su actual jefe. Varios cercanos creen que el cambio de rumbo que hoy lo tiene trabajando para un gobierno de centroderecha comenzó en ese momento, en los últimos días de 2009.

“Estuvo ligado a la Concertación, como un actor secundario, más técnico que político. Hizo campaña por la Presidenta Bachelet, hasta compartió con ella en algunos eventos”, comenta Helia Molina. “Pero creo que sus discrepancias con la familia Frei lo alejaron”.

Primera elección

“Es ‘París’, no ‘Paris’”, corrigen inmediatamente en Puerto Montt al ser consultados por el nuevo ministro de Salud.

Aunque Enrique Paris Mancilla dejó de vivir en la ciudad hace más de 50 años, sus compañeros de curso del Colegio San Francisco Javier -un establecimiento de la Compañía de Jesús- todavía lo recuerdan. Su familia era conocida en la ciudad. Su padre, Enrique Paris Maldonado, era voluntario en la Segunda Compañía de Bomberos de Puerto Montt y hoy suma 80 años de servicio; su madre, Carmen Mansilla -con “s”, a diferencia de sus hijos por un error de registro- era química farmacéutica. Ambos eran originalmente de Chiloé. La pareja era dueña de la “Farmacia Angelmó” y años después abriría otra en Puerto Montt, la “Farmacia Chile”. El negocio les permitía tener un buen pasar. Vivían en la esquina de Chorrillos con Ñuble, en una casa de madera que todavía sigue en pie; sus amigos aseguran era “una de las más bonitas del barrio”. Ahí crecieron Enrique Paris y sus tres hermanos menores, Carmen Luz (parvularia), Ximena (médico) y Jaime (arquitecto).

Enrique Paris Maldonado y Carmen Mansilla Elgueta, junto a sus cuatro hijos. Foto: Gentileza Juan Galilea

Como se había criado entre químicos, a nadie le sorprendió tanto que, desde joven, Paris se inclinara por las ciencias. “Tenía una letra horrible. Estaba destinado a ser médico”, dice el abogado Alejandro Soto, su compañero de banco durante muchos años.

Paris también participaba en actividades de otras áreas, como las obras de teatro y los deportes, pese a que estos últimos no eran su fuerte. “Los buenos alumnos estaban en casi todas”, explica Juan Galilea, compañero de curso y hermano del exministro y exintendente Sergio Galilea. “Incluso tuvo en un grupo folclórico que nació del curso -Los del San Javier-, en la época que estaban de moda Los Cuatro Cuartos”.

Como para completar ese perfil de estudiante modelo, Paris también era muy activo en la pastoral. En algún minuto les dijo a sus amigos que si no estudiaba medicina, ser misionero jesuita era buena alternativa. Además de todo eso, formaba parte de los scout. A la larga, el único objetivo que no consiguió durante su vida escolar fue la presidencia del Centro de Alumnos; en la elección de 1965, perdió frente a su amigo Alejandro Soto. Fue su primera incursión más política.

El equipo de fútbol del Sexto Año de Humanidades del Colegio San Francisco Javier 1966. Enrique Paris está de pie, tercero de izquierda a derecha. Foto: Gentileza Juan Galilea

“A ‘Kiko’ le interesaba el servicio público, pero yo venía de ganar un concurso de oratoria y eso fue más poderoso que cualquier otra cosa”, dice Soto, quien no veía grandes diferencias ideológicas en sus candidaturas. Ambos estaban identificados -recuerda- con el humanismo cristiano, que entonces tenía a Eduardo Frei Montalva como estandarte en La Moneda.

“Mi familia era toda DC, mi papá fue jefe de campaña de don Eduardo Frei Montalva en Puerto Montt y le arrendaba una casa al partido detrás de la farmacia”, cuenta Paris.

La derrota electoral no le impidió a Paris ganar los premios de mejor compañero de su curso y mejor alumno de su generación. Tanto él como Soto terminaron estudiando en Santiago al año siguiente. Ambos se matricularon en la Universidad Católica, en Biología y Derecho, respectivamente. A último momento, Paris convenció a su amigo de que postulara a la UC, cuando este pensaba asistir a la Universidad de Chile. “Si no hubiera sido por él, tal vez mi vida sería muy distinta”, reconoce Soto, quien a sus 71 años aún es notario en Calbuco.

La foto de Enrique Paris en el anuario 1966 del Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt. Foto: Gentileza Juan Galilea

Camino a la paternidad

Durante su etapa universitaria, Enrique Paris finalmente logró ser representante estudiantil. En 1971, asumió esta responsabilidad como inquilino de la Residencia Cardenal Caro de la UC, para tratar con la administración en nombre de sus compañeros. El golpe de Estado lo sorprendió ahí. Una tropa de militares los sacó a la calle y los puso boca abajo en el pavimento. Varios compañeros fueron trasladados al Estadio Nacional.

Paris completó sus estudios de Medicina dos años después, en 1975, luego de cambiarse desde Biología. Entonces retornó a la Región de Los Lagos, pero no a su hogar en Puerto Montt, sino a Chiloé, donde se desempeñó como general de zona en el hospital de Achao. Por las raíces chilotas de sus padres, estaba encariñado con la zona.

Poco después de cumplir 30 años, en 1979, regresó a Santiago para terminar su beca de especialización en pediatría en el Hospital Luis Calvo Mackenna. La dirección le pidió que se quedara cuando terminó la beca. Paris aceptó, pero con la condición de que lo dejaran continuar sus estudios en el extranjero. En 1984 viajó a Bélgica para cursar una beca de cuidados intensivos pediátricos en la Universidad Católica de Lovaina. Las clases eran en francés, un idioma que hasta hoy maneja de manera fluida, igual que el inglés.

A su regreso a Santiago, en 1986, Paris volvió al Calvo Mackenna, a la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos, pero solo permaneció allí unos meses. Algunos médicos que trabajaron ahí en esa época recuerdan que se fue de manera abrupta, molesto con las autoridades del plantel porque no lo consideraron para asumir la jefatura de la UCI.

“No, jamás. No me fui molesto, solo que no había un cargo para mí”, contradice Paris, quien entonces aceptó el contrato que le extendió Mario Cerda, jefe de pediatría del Hospital Clínico de la UC, como intensivista pediatra.

Otros exfuncionarios de los hospitales Calvo Mackenna, Sótero del Río y de la Universidad Católica recuerdan que era un médico más enfocado en cumplir objetivos que en hacer amigos; que escondía un carácter fuerte tras una apariencia serena. “Era jodido el doctor”, comenta un médico de esa época.

Durante su breve segunda estadía en la UCI del Calvo Mackenna, a mediados de los 80, Paris comenzó a exteriorizar su anhelo de ser padre. La idea tomaba por sorpresa a quienes lo escuchaban, pues era soltero y por entonces no era fácil adoptar un hijo en esas circunstancias.

En 1991, Paris conoció en el Sótero del Río a un niño que entraba y salía del hospital, según quienes conocen la historia. Paris se hizo cargo de los cuidados del menor, primero como médico y luego como una especie de tutor. Después de varios años de reservadas gestiones, el 21 de diciembre de 1994, en la oficina del Registro Civil de Providencia y bajo el número 7.395, quedaría registrada legalmente la adopción. El joven tenía 18 años. Desde entonces, lleva oficialmente el apellido de su padre adoptivo. El deseo de Paris se había cumplido. Pero hoy, prefiere no entrar en detalles:

“A él no le gusta que hable al respecto”.

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Caja fuerte

Helmar Rosenberg fue profesor de Enrique Paris entre 1969 y 1970 en el ramo de anatomía patológica. Con los años cultivaron una cercanía profesional que los llevó trabajar juntos en investigación, siendo ambos médicos del plantel de la Universidad Católica, donde Paris hizo la mayor parte de su carrera.

En diciembre de 2009, Rosenberg fue procesado como encubridor por el ministro Alejandro Madrid en la investigación por la muerte del expresidente Eduardo Frei Montalva, junto con otro miembro del plantel UC, Sergio González. Ambos le habían practicado una autopsia que permaneció secreta desde la muerte de Frei, en 1982, hasta 2003, cuando el expediente con sus resultados fue incautado.

La investigación concluyó que Rosenberg y González habían manipulado el procedimiento para borrar las huellas del envenenamiento. Paris se vio tentado a defenderlos. Tras consultar con el entonces decano de Medicina y actual rector de la UC, Ignacio Sánchez, entregó su opinión como director y fundador del Centro de Información Toxicológica de la UC (Cituc) en dos entrevistas a El Mercurio, en las que cuestionó los peritajes que apuntaban a la presencia de talio y gas mostaza en sus restos.

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Pero además de dar una apreciación técnica, cometió un error. “Las muestras de restos del expresidente Frei Montalva están en la caja fuerte del decanato”, señaló al periódico. “No tenemos problema en entregar las muestras que están bajo resguardo”.

Esas muestras no existían. Paris había malinterpretado a Sánchez y se había ganado un problema dentro de la UC, además del conflicto con la familia Frei, que veía un intento de la universidad por oscurecer su participación en el episodio. “Me pregunto yo dónde está su ética médica. Esta es una revelación macabra, inhumana”, respondió Carmen Frei. “No conoce el expediente, por lo que no puede opinar de trabajos que no conoce (...) viene descalificando al juez Madrid hace un tiempo”.

El 25 de enero de 2010, una semana después de que Sebastián Piñera derrotara a Eduardo Frei Ruiz-Tagle en la segunda vuelta presidencial, Paris fue interrogado como testigo en la causa del juez Madrid y aclaró sus palabras. Por su conexión familiar con la DC, el episodio le dolió.

“Siempre me lo sacan en cara”, comenta. “No puedo suplantar a la justicia; si Frei fue asesinado, fue asesinado, pero como experto, en ese momento, encontré que no había elementos. Yo separo la política de la ciencia, no puedo dejar de entregar mi opinión científica por mi opinión política”.

A sus ojos, la polémica quedó zanjada en 2011, tras una reunión privada con el expresidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, que fue gestionada por Juan Luis Castro.

Años después, Paris volvería a referirse al caso Frei para defender a su amigo Luis Castillo, exsubsecretario de Redes Asistenciales, también cuestionado por su rol en la cadena de ocultamiento de información, como director del Hospital Clínico de la UC. “Me gustaría que el ministro fuera más tajante en defenderlo”, señaló.

Ese ministro de Salud era Emilio Santelices, su antiguo oponente en las elecciones por el Colegio Médico de 2002. A medida que Paris se acercaba al “piñerismo”, la rivalidad entre ambos solo se iría acrecentando.

Enrique Paris

Llamadas telefónicas

Enrique Paris ganó la presidencia del Colegio Médico cuando aún se encontraba afectado por la muerte de su madre, que vivía en Rancagua con el resto de la familia. En gran parte, ella lo había inspirado para convertirse en médico. A partir de mayo de 2011, desde lo más alto de su gremio, comenzaría un nuevo camino en el mundo público, con mayor influencia que nunca y nuevas redes.

El cambio de dirección se hizo más evidente durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, con quien seguía manteniendo una buena relación. Paris se desencantó con la “izquierdización” del programa del gobierno. Ni siquiera la llegada de Helia Molina al Ministerio de Salud logró volver a acercarlo.

“Siempre estuve a favor de las concesiones hospitalarias, por ejemplo. Esas medidas para terminar con ese sistema se me hacían un poco inexplicables. También me hacía ruido esto de quitar los patines en la educación”.

Si bien apoyó el proyecto de despenalización del aborto en tres causales cuando muchos colegiados se oponían, su distancia con el gobierno fue notoria. “Era su rol como presidente y lo entiendo. Tenía que marcar diferencias, como ahora lo hace Izkia (Siches) con el gobierno”, dice Molina.

Siches ya había derrotado a la autodenominada “lista de continuidad” de Paris en el Colmed, cuando este debutó en el equipo de salud del comando de Sebastián Piñera, en julio de 2017. El ingreso de Paris sorprendió a muchos, pues hasta entonces se había mantenido al margen de las contiendas políticas. Fue Jaime Mañalich quien lo llamó para que se sumara al comando, pero Paris rechazó la primera invitación, pues aún era presidente del Colegio Médico. Cuando finalmente ingresó, el programa de Salud ya había sido redactado, según fuentes del comando. Su rol se concentraría entonces en acompañar a Sebastián Piñera en actos de campaña relacionados con temas de salud, como una figura que le daba mayor transversalidad al candidato de Chile Vamos.

Para Paris, en cambio, era la forma de acercarse a otra de sus grandes metas: ser ministro de Salud. “Creo que es la culminación de la carrera de cualquier médico”, reconocería en una entrevista con Radio Duna. Tal habría su ilusión tras el triunfo de Piñera -afirman médicos que lo conocen bien- que hasta se habría comprado el terno que usaría para la foto oficial del gabinete. Tanto quienes lideraban el equipo de Piñera como el mismo Paris descartan que se le prometiera ese puesto.

El nombramiento de Emilio Santelices igualmente significó un golpe duro. Paris asumió que este había liderado una operación política para excluirlo e incluso retiró su postulación a la Superintendencia de Salud que le había ofrecido Piñera, luego de que se le explicara que el concurso no estaba decidido y de enterarse que Santelices tenía otra carta en mente, la exsubsecretaria de Salud Liliana Jadue.

“No me sentí cómodo con la orientación del ministerio”, resume Paris.

La academia fue su refugio después del desaire. En 2018, asumió como decano de la facultad de Ciencias de la U. Mayor, con el desafío de consolidar una unidad académica enorme, que reúne carreras tan distintas como Medicina e Ingeniería. “Tenemos una muy buena evaluación. Con nosotros no tuvo ningún problema ni escaramuza. Era una persona que aunaba esfuerzo y voluntades”, dice Rubén Covarrubias, rector de la U. Mayor.

Antes de que la pandemia llegara a Chile, Paris ingresó al directorio de la Clínica Las Condes y contemplaba una repostulación al Colegio Médico. Fuentes allegadas cuentan que estaba molesto con Izkia Siches, pues sentía que desde el entorno de la presidenta lo atacaban permanentemente y que ella no hacía nada por frenarlos. A principios de marzo, sin embargo, desistió de ir a la pelea, lo que obligó a ese sector del gremio a levantar una nueva lista para competirle a Siches, que será liderada por Renato Acuña.

Izkia Siches

Paris y Siches se reencontraron hace poco en la mesa social Covid-19, donde protagonizaron varios desencuentros respecto del manejo gubernamental de la crisis. Hasta que el primero recibió un llamado de Piñera para que asumiera como jefe de Salud. A partir de entonces, esa predisposición mutua cambió rápidamente a una actitud más colaborativa, marcando un contraste con el conflicto abierto entre el Colmed y el exministro Jaime Mañalich.

Quienes conocen y han trabajado con el nuevo ministro, tanto en el oficialismo como en la oposición, coinciden en que puede hacer un aporte. Se menciona su ponderación, su capacidad para comunicar -que él atribuye a sus años en TV con Eliana de Caso- y para escuchar. Otros destacan su “valentía” por aceptar el cargo en el momento más grave de la crisis.

Una de las personas que valoró estas cualidades y que le deseó buena suerte mediante un llamado telefónico fue la expresidenta Bachelet, desde Suiza. “Ella sabe lo difícil que es ser ministro de Salud”, dice Paris.

Más allá del enorme desafío del coronavirus, la nominación tiene un significado más profundo para Enrique Paris; implica finalmente estar donde siempre quiso estar. “Tengo 71 años, estoy jubilado y no me considero un político. Este es el final de mi vida pública”.

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