Histórica coronación de Carlos y Camila abre nueva era para Reino Unido

El rey Carlos III y la reina Camila saludan desde el balcón del Palacio de Buckingham después de su coronación, en Londres. Foto: AP

En la primera coronación en 70 años, miles de personas se volcaron este sábado a las lluviosas calles de Londres para presenciar una ceremonia medieval, pero con toques modernos. En momentos en que la monarquía vive un futuro incierto, Reino Unido buscó mostrar que sigue siendo un actor relevante. Guillermo, Kate y Harry protagonizaron la jornada.


Pese a las lluvias que cayeron en la capital británica durante toda la mañana, miles de personas se volcaron ayer a las calles y parques de Londres para ver la coronación de Carlos III y Camila en un evento entre religioso y festivo, único en siete décadas. A sus 74 años, el hijo de la fallecida reina Isabel II se convirtió en el monarca número 62 de Gran Bretaña, en un momento en que la realeza británica enfrenta un futuro incierto: a la tarea de unir a una nación multicultural, Carlos deberá sumar también la de mantener la relevancia de la Casa Real justo cuando el apoyo a la misma está disminuyendo, especialmente entre los jóvenes.

La duración y las cifras de participantes que tuvo la ceremonia fueron menores a las que tuvo su madre, Isabel II, en 1953. Pero la Operación Orbe Dorado, el dispositivo preparado por el gobierno, la casa real, la BBC y las principales instituciones británicas, fue un empeño, coronado con el éxito, por demostrar al resto del mundo que Reino Unido sigue siendo un actor a tener en cuenta, y que la monarquía forma parte integral de su misma esencia, destacó el diario El País de España.

“La vida no ha sido fácil últimamente para los británicos (…) Pero cuando esté sentado afuera del Palacio de Buckingham hoy (ayer), copresentando la cobertura de la coronación para Fox News en Estados Unidos, estaré lleno de emoción y orgullo, sabiendo que no hay otro país que se acerque a ser capaz de hacer lo que nosotros hacemos en estos grandes días reales”, escribió el afamado presentador de televisión británico Piers Morgan en una columna publicada en el diario The Sun, graficando la importancia de la jornada para los británicos.

“Ningún otro país podría ofrecer un espectáculo tan deslumbrante: las procesiones, la pompa, las ceremonias y las fiestas callejeras”, agregó el primer ministro británico Rishi Sunak.

Claro que no todos estaban de acuerdo con la coronación. Temprano en el día, Graham Smith, el jefe del movimiento antimonárquico más grande de Reino Unido, fue arrestado en Trafalgar Square por traer un megáfono mientras congregaba a cientos de personas, según su grupo, Republic. En total, la policía informó de un total de 52 detenciones durante la jornada. Smith llevaba meses preparando las protestas en la calle para alterar la ceremonia, bajo el lema “not my king” (no es mi rey).

Manifestantes sostienen pancartas que dicen "No es mi rey" en Trafalgar Square, antes de la coronación del rey Carlos III y Camila, la reina consorte, en Londres. Foto: AP

Carlos y Camila marcharon en procesión desde el Palacio de Buckingham hasta la Abadía de Westminster en el moderno Carruaje del Jubileo de Diamante negro, acompañados por soldados de caballería con brillantes corazas y cascos emplumados. La mayoría de los 2.300 invitados a la abadía habían entrado al templo horas antes de que comenzara la ceremonia, a las 11 de la mañana. Alrededor de 100 jefes de Estado asistieron al servicio de coronación, pero el Presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo estadounidense, Joe Biden, no se encontraban entre ellos. Han Zheng, el recién nombrado vicepresidente de China, y la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, asistieron en su lugar.

Lo mismo que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; la primera dama ucraniana, Olena Zelenska; el Presidente francés, Emmanuel Macron, además de representantes de los países de la Commonwealth, como el Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau.

El cantante Lionel Richie se toma selfies con los invitados antes de la coronación del rey Carlos III y la reina Camila, en Londres. Foto: Reuters

Junto a trabajadores benéficos y celebridades, también tomaron asiento en la ceremonia los cantantes Katy Perry, Lionel Richie y Nick Cave, el compositor Andrew Lloyd Webber, y los actores Stephen Fry, Emma Thompson y Judi Dench. Richie y Perry encabezan la nómina de artistas que participarán este domingo en un concierto que celebra la coronación en el Castillo de Windsor, evento en que el también estarán miembros de Take That, Andrea Bocelli y Bette Midler. El lunes, miles de organizaciones benéficas y grupos comunitarios patrocinarán una serie de eventos de voluntariado para conmemorar la coronación, conocida como Big Help Out.

“Dios salve al rey”

Carlos se convirtió en el cuadragésimo soberano reinante en ser coronado en la Abadía de Westminster, cuando el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, colocó la corona de San Eduardo en su cabeza. Se elevó entonces un grito de “Dios salve al rey”, sonó una fanfarria, tañeron las campanas de la abadía y las salvas de armas resonaron en todo el país y más allá.

El príncipe Guillermo toca la corona de San Eduardo en la cabeza del rey Carlos III durante su ceremonia de coronación en la Abadía de Westminster. Foto: AP

La reina Camila también fue ungida por el arzobispo y se le colocó una corona sobre la cabeza. Pocos británicos hubieran imaginado, hace apenas 20 años, que la mujer más odiada en Reino Unido, la que se interpuso en aquel malogrado cuento de hadas que fue el matrimonio de Carlos y Diana Spencer, acabaría recibiendo en su cabeza, ante el altar de la abadía, la misma corona que la reina María, la esposa de Jorge V, utilizó para su coronación, destacó El País. “El rey y la reina ocupan su lugar en la historia tal como él esperaba: juntos”, comentó The Telegraph.

Durante la ceremonia, el hijo mayor de Carlos y heredero, el príncipe Guillermo, de 40 años, le rindió homenaje, rompiendo con la tradición, arrodillándose para prestar juramento de lealtad a su padre. Un conmovido rey, según el diario Daily Mail, dijo “amén” y murmuró “gracias, Guillermo”.

Según The Wall Street Journal, el Palacio de Buckingham intentó fusionar la tradición con la inclusión. El rey, por primera vez, oró públicamente por “una bendición para todos... de todas las religiones y creencias”. Por primera vez, las religiones no cristianas desempeñaron un papel visible, con personas de fe judía, sij y de otras religiones participando en la procesión de entrada y presentando insignias al rey antes de su coronación. En un guiño a la Iglesia Católica, la procesión también contó con una cruz que contenía astillas de la verdadera cruz donada por el Vaticano. Asimismo, esta fue la primera coronación británica que contó con una delegación papal.

La reina Camila usa la corona de la reina María durante su ceremonia de coronación en la Abadía de Westminster en Londres. Foto: AP

Pero fue la esposa de Guillermo, Kate, quien se robó las miradas durante la ceremonia. “Kate, la grande”, tituló el diario británico The Sun, que aseguró que la princesa de Gales “lució majestuosa con un tocado deslumbrante y un vestido de Alexander McQueen en la coronación del rey Carlos”.

Harper’s Bazaar apuntó que Kate “no se olvidó de Lady Di” en la coronación, luciendo sus famosos pendientes de perlas. Se trata de un par de pendientes de diamantes y perlas, ligeramente modificados por Kate, que usó en numerosas ocasiones Diana desde los años 80. Los mismos que ya llevó Kate Middleton, por cierto, en el Día del Recuerdo de 2022.

El vestido de la reina consorte, en tanto, fue confeccionado por Bruce Oldfield, un creador de 72 años que ya ha diseñado muchas prendas para Camila. Pero, la elección de Oldfield sorprendió en Reino Unido, porque este se hizo famoso hace décadas gracias a la princesa Diana, primera esposa de Carlos.

El príncipe Guillermo y Kate, princesa de Gales, a la salida de la ceremonia de coronación del rey Carlos III y la reina Camila. Foto: AP

Tras el servicio religioso, Carlos y Camila, de 75 años, partieron en el Carruaje de Estado de Oro de cuatro toneladas construido para Jorge III, el último rey de las colonias americanas de Gran Bretaña, para dirigirse al Palacio de Buckingham en una procesión en la que participaron 4.000 militares de 39 naciones. Con un despliegue de seguridad de 11.500 policías, se estima que el costo del evento superaría los 120 millones de euros.

Pero mientras los monarcas y gran parte de la familia real salían más tarde al balcón de Buckingham para saludar a sus súbditos, hubo dos grandes ausentes: el príncipe Harry, hijo menor del rey, y su hermano Andrés, ambos apartados de las funciones oficiales de la realeza,

El príncipe Harry y el príncipe Andrés salen de la Abadía de Westminster luego de la coronación del rey Carlos III y la reina Camila. Foto: AP

Harry permaneció en un segundo plano durante la ceremonia solemne en la Abadía de Westminster. Ataviado con un traje oscuro y varias medallas en la solapa, conversó con su prima Beatriz y su esposo, Edoardo Mapelli Mozzi, al llegar a un evento en el que no desempeñó ningún papel formal. El protocolo ubicó al príncipe, de 38 años, en la tercera fila durante la ceremonia, dos por detrás de su hermano, el príncipe Guillermo, y también más atrás de la segunda fila que ocupó durante el funeral de Isabel II, en septiembre.

El duque de Sussex dejó a su recién coronado padre y a otros miembros de la realeza en la Abadía de Westminster alrededor de las 13.15, según The Sun. Se subió a un BMW eléctrico que poco después fue cazado por los fotógrafos saliendo de Londres hacia el oeste, en dirección al aeropuerto de Heathrow, lugar al que llegó junto a un convoy policial cerca de las 14.05. Más tarde, fue captado mientras lo llevaban a la suite VIP Windsor en la Terminal 5. Harry lucía apresurado para regresar a tiempo a Los Ángeles, California, para los festejos de su hijo Archie, que ayer cumplió 4 años.

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