Manifiesto de Roser Fort, directora del Centro Arte Alameda

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Foto: Mario Téllez.

"A los 40 años empecé a ver la vida de otra forma. El proceso de separarme de mi marido tuvo que ver con eso. Empecé a vivir con menos culpa".


Mi padre fue el último alcalde de la república de Tarragona. Se llamaba Joaquín Fort y era de Cataluña. Conoció a mi madre cuando llegó a Chile en el Winnipeg desde España, tras la guerra civil. Tiene una historia bien interesante: era de la izquierda republicana, estuvo en campos de concentración y perdió unas cuerdas vocales por esquirlas de una granada.

Los ataques en nuestra contra son parte de la entretención. Cuando uno se atreve con ciertos contenidos, encontrar gente que se moleste no cuesta nada. Las obras que hemos hecho tienen reconocimiento en festivales internacionales, entonces eso habla de gente inculta. Recuerdo que exhibimos La Ultima Tentación de Cristo y tuvimos a unos curas con sotana rezando el rosario afuera del cine. Hemos ido de la mano con la evolución cultural chilena.

El Centro Arte Alameda es un espacio de libertad y vanguardia. Y también es un lugar de memoria. Tener 28 años de gestión cultural independiente no lo puede decir nadie más en este país. Son espacios que tienen que recibir apoyo. La gestión no puede ser un tema que dependa del gobierno de turno. Tiene que ser un tema de Estado.

En un momento pensé que el reggaetón no iba a entrar al Alameda. Pero tuve que aceptarlo: a la gente le gusta mucho. Es bien sorprendente. Hay que modernizarse y escuchar.

A los 40 años empecé a ver la vida de otra forma. El proceso de separarme de mi marido tuvo que ver con eso. Empecé a vivir con menos culpa. Fui liberando un montón de traumas. Me encanta cuando veo gente grande que se separa; siento que van a tener un grado de felicidad al superar esa traba que te genera estar dependiendo del otro todo el tiempo.

Me entretienen las películas de Marvel. No tengo problemas, el cine tiene dos formatos. La entretención me encanta, no siempre tienes que darle a la mente. También me encanta el cine de autor, el que uno tiene que ver más comprehensivamente para quedarte con esos mensajes que no son solo la reproducción de una acción.

Claro que me generó contradicciones hacer tratos con empresas privadas. Tenía una película de cine gay o un documental mapuche sobre problemas con el agua y era contradictorio. Pero es súper importante que exista este espacio para la formación cultural de la gente.

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