La interrumpida cumbre en La Moneda en que los alcaldes le doblaron la mano al Gobierno

Fue solo después de un "tiempo fuera" que pidieron los ministros de Interior y Salud a los jefes comunales durante la reunión de ayer en Palacio -y que éstos habían pedido- que el Ejecutivo dejó de insistir en posponer la decisión política de suspender las clases. Hasta entonces, el argumento era no hacerlo de inmediato para alcanzar a vacunar contra la influenza a los escolares y porque el panel de expertos habría recomendado esperar al peak del virus, en una dos semanas. “Los expertos en calle somos nosotros”, retrucaron los alcaldes.


Llegó un momento en que los locales pidieron tiempo fuera, como en el básquetbol. Las visitas, un grupo de casi una decena de alcaldes, vieron al ministro Jaime Mañalich escribir algo en un cuaderno y mostrárselo a su colega de Interior. “Dennos unos minutos, por favor", le pidió entonces Gonzalo Blumel a los asistentes y se retiró del salón junto a su contraparte de Salud, al de Educación, Raúl Figueroa, y al joven subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga. Ese habría sido el instante crítico -según reconstruyó La Tercera PM- del encuentro de ayer en La Moneda entre los jefes comunales y el Ejecutivo en que éste dejó de insistir en posponer la suspensión de clases, cedió ante la presión de los municipios y aplicó oficialmente una medida que ya varias comunas ejecutaban de facto. Episodio que marcó uno de los trastabilleos que se le imputan a la autoridad durante la jornada dominical.

El papel que jugaron ayer los alcaldes, divididos en dos asociaciones pero que asistieron por igual a ese encuentro en Palacio, alimentó las incipientes críticas al manejo del gobierno ante la pandemia, antes de que el Ejecutivo determinara endurecer las medidas con el cierre de fronteras y otras disposiciones, dictaminadas hoy. Es lo que se lee de lo ocurrido entre la mañana y la tarde de ayer: hasta antes del break que tuvo la reunión, la opinión de los representantes del Ejecutivo seguía siendo no apurar la suspensión de clases -no estaban por no hacerlo, sino no hacerlo ya-, amparados en razones técnicas.

De partida, la cumbre se hizo porque los alcaldes la pidieron. Cerca de las 11 de la mañana, la directiva de la Asociación de Municipalidades de Chile (Amuch, entidad escindida hace años de la Asociación Chilena de Municipalidades, AMCH), se había reunido en su sede ubicada en Providencia. Además de otros asociados, ahí estaban su presidente, José Miguel Arellano (Padre Hurtado, RN), y sus vicepresidentes Mario Olavarría (Colina, UDI) y Rodrigo Delgado (Estación Central, UDI). Este último ya había anunciado por Twitter que se suspendían las clases en su comuna y varios otros -una de las versiones cuenta que eran cerca de 30 a esas alturas- también lo habían hecho o al menos habían tomado la misma decisión. El tema los tenía preocupados al menos desde el viernes y se apilaban conversaciones y mensajes en sus celulares.

Algunos, como Delgado, habían estado en contacto con los ministros Figueroa y Blumel, mas no con Mañalich. En un momento, desde la sede de la Amuch, llamaron por teléfono al ministro de Salud y activaron el altoparlante. Arellano y Olavarría le plantearon la urgencia de decretar la suspensión y le hicieron presente que varios ediles la estaban aplicando por su cuenta, que era un hecho consumado. De vuelta le oyeron decir que no era necesario adelantarse, que era mejor hacerlo cuando el virus alcanzara su peak, en unas dos semanas, y que tenía detrás la recomendación del comité de expertos.

Sin acuerdo, los alcaldes pidieron que los recibiera en La Moneda. Algunos de ellos habían llamado por su cuenta a la ministra vocera, Karla Rubilar, para solicitarle lo mismo. En el intertanto se coordinaron con los delegados de la ACHM para que asistieran también.

La cumbre comenzó entre las 12:30 y las 12:40. Mañalich venía de participar en otra reunión: la del comité de expertos y médicos, en la que estaba el Presidente Sebastián Piñera. De ese otro encuentro salió la errónea idea -reconocen en La Moneda- de que éstos salieran a dar un punto de prensa en los patios de Palacio sosteniendo que no era recomendable, de momento, la suspensión de clases.

Los alcaldes se enteraron, algunos de ellos sorprendidos, de dicha vocería mientras estaban en su cita con las autoridades. Allí la voz principal la llevó Mañalich: les dijo que la recomendación técnica de los expertos era esperar al peak del virus para que las medidas fueran más eficaces. Una versión recoge que entre las autoridades les hablaron de un plazo de cuatro a cinco semanas, y que el ministro de Salud les dijo puntualmente que “mínimo minimorum” no sería antes de dos. También se les argumentó que el gobierno necesitaba una ventana de tiempo para poder vacunar a los niños en los colegios, y que no se podían suspender las clases antes de eso.

Los alcaldes insistieron con otros argumentos. Les preocupaba que sin un decreto del gobierno, los municipios no recibirían el pago de la subvención escolar, que es por alumno presente. Pero el mensaje principal, que remarcaron ediles como Delgado, fue que si bien respetaban al comité, “nosotros también somos expertos, expertos de lo que pasa en la calle, en las casas; nosotros administramos la realidad, y la realidad nos sobrepasó”.

Olavarría acota, al ser consultado: "Para ellos, entiendo, primaba más el argumento técnico, porque habían tenido una reunión paralela con epidemiólogos y expertos, y ellos recomendaban estas otras cosas. Pero la verdad, como dijo uno, es que nosotros somos expertos en calle, y la calle está con pánico y tenemos que canalizar. Una de las cosas que le dije al ministro al final, es que si ellos en el protocolo que habían hecho el viernes habían dicho que se suspendían los eventos de más de 500 personas, ¡los colegios de por sí tienen más de 500 alumnos, es lo mismo!”

Pero también hace ver que “quedamos muy satisfechos de haber contribuido de algún modo a ayudar en el control de esta pandemia. Nuestra voz se anticipó a una labor de prevención que se tiene que hacer. Pueden pasar muchas cosas, pero a mi juicio el gobierno comprendió, entendió y aceptó”.

Entra Larroulet

En un momento, cuando ya iban varios minutos, se sumó al encuentro Cristián Larroulet, jefe de asesores presidenciales del Segundo Piso. Hubo un par de bromas cuando las visitas pidieron galletas para acompañar el café, él las trajo y le preguntaron si se había lavado las manos con alcohol gel. Luego de eso estuvo casi en silencio, salvo cuando les preguntó a los jefes comunales que, si se decretaba la suspensión de clases, qué pasaría entonces con los colegios privados y particulares subvencionados en el caso que quieran manejar la crisis de una manera distinta, con plazos diferentes. Arellano lo miró y le retrucó que debían hacerlo igual, que la norma debía ser para todos.

La reunión avanzaba sin acuerdo. Sólo Figueroa, el ministro de Educación, mostró sus cartas de disenso con Mañalich en un momento: les habría dicho -según los asistentes- que entendía y compartía sus criterios y argumentos, pero que el gobierno lo componían más personas.

Sin consenso, llegó el momento en que Mañalich y Blumel pidieron tiempo fuera. A los diez minutos, aproximadamente, regresaron y el ministro de Salud informó de la decisión de suspender las clases. Eso marcó una sucesión de vocerías con sabor a órdenes y contraórdenes. En La Moneda admiten que se equivocaron medio a medio con promover el punto de prensa del panel de expertos, y dos de ellos recalcan el punto. El doctor Pablo Vial ya dijo esta mañana en Radio Duna que “el punto de prensa creo que estuvo un poco de más. Se tomó otra decisión, y es totalmente legítimo. Personalmente tuve una frustración, pero está superada”. Y contó que “nosotros le preguntamos al Presidente si nosotros teníamos que hablar con la prensa, y él dijo una cosa muy importante: ‘ustedes son libres de decir lo que ustedes opinen”.

“Comparto plenamente la opinión del doctor Vial. Es más, en la minuta que publicamos con la opinión del consejo asesor hicimos la recomendación de tener un punto diario de una autoridad técnica del ministerio que explique no solo el número de casos, sino que la situación y medidas, una estrategia efectiva de comunicación de riesgo por parte de la autoridad”, sentencia la doctora Ximena Aguilera.

Ella también comparte la “frustración”, dice, de Vial. “Era muy raro que nos pidieran hacer un punto de prensa sobre la solución de una decisión política. Eso es algo que deben arreglar las autoridades", comenta.

Y hablando del comité y la minuta que recoge la reunión previa que tuvieron esa mañana antes de ir a La Moneda, ahí dice bien claro, en su punto 5.c. que “no existe consenso en cuanto a la conveniencia de cerrar las escuelas. Por una parte, hay una gran presión social por cerrar y es una medida que se ha usado en otros países, sin embargo no parece adecuada cuando aún no hay evidencia de transmisión comunitaria y existe información de bajas tasas de contagio en niños. Por otra parte, al ser una medida aislada, sin ir acompañada del cierre de lugares de reunión, puede tener poca efectividad”.

El documento también dice que “finalmente, existe la necesidad de vacunar a los niños contra la influenza, actividad que es más factible de realizar en las escuelas. El disenso, se fundamenta en que en las epidemias de influenza el adelantamiento de las vacaciones en 2 semanas ha demostrado ser muy efectivo en Chile para disminuir la transmisión y la sobrecarga de los hospitales y servicios de urgencia. Además, aunque los niños no enfermen, es posible que transmitan como ocurre en varias otras enfermedades infecciosas”.

Este disenso no se sinceró en el punto de prensa. Y por eso mismo, según versiones que participaron en ese otro encuentro con el Minsal, mal podrían haber aconsejado a La Moneda que le pusiera un poco de freno a la decisión de suspender las clases.



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