Miedo

narcotráfico

Hacerse cargo de los problemas reales que enfrentan los chilenos no es una estrategia, sino una obligación. Ello no implica enfrentar otros desafíos importantes ni abrirse a la discusión de los temas de vanguardia que determinados grupos quieren introducir en la plaza de deliberación pública. Pero las jerarquías son importantes y el sentido de urgencia con el que se enfrentan, también.


Marco Enríquez-Ominami, en su estilo característico, acuñó el apelativo de “Doctor Miedo” para referirse a José Antonio Kast en el último debate. Siguiendo una estrategia que ha venido desarrollando en los últimos días, ME-O afirma que las propuestas de Kast buscan infundir terror en la población y retroceder en los avances democráticos del país.

Desde otra perspectiva, economistas, expertos y empresarios han hablado también de miedo al referirse al programa económico de Kast, afirmando que las medidas para reactivar la economía son demasiado extremas y políticamente impracticables, dadas las mayorías que no tiene en el Congreso, o que sería imposible mantener el orden público con el alto nivel de conflictividad social.

Efectivamente, el miedo moviliza en época de elecciones. Las distintas campañas electorales apuntan a identificar los problemas que más afectan a la ciudadanía y proyectar, utilizando el futuro, escenarios complejos que pueden ser evitables con las propuestas y soluciones que se plantean.

El problema es que los chilenos no solo tienen miedo sobre el futuro, sino que viven con terror el presente. El miedo ya está aquí y afecta la vida diaria de millones de chilenos en materias como delincuencia, narcotráfico, salud y educación.

¿Cómo no va a sentir terror un ciudadano de La Araucanía que no puede dormir por las noches pensando en que en cualquier minuto un grupo de encapuchados puede entrar a saquear y quemar su hogar? ¿Cómo no va a temer sobre el futuro un jubilado que ve cómo sus pensiones se desmoronan y que algunos prometen confiscar para ser manejadas por un ente público?

Hacerse cargo de los problemas reales que enfrentan los chilenos no es una estrategia, sino una obligación. Ello no implica enfrentar otros desafíos importantes ni abrirse a la discusión de los temas de vanguardia que determinados grupos quieren introducir en la plaza de deliberación pública. Pero las jerarquías son importantes y el sentido de urgencia con el que se enfrentan, también.

El ingreso de Chile a la Ocde, en 2010, marcó un antes y un después en las métricas que se usan para desafiar el modelo de desarrollo chileno. A la cola de los países más ricos, los chilenos nos acostumbramos a medirnos con los países más avanzados y ser objeto de exhaustivo análisis en los diversos indicadores que plantea dicha organización internacional. El problema es que dejamos de preocuparnos de los indicadores más básicos y que son urgencias básicas para la población.

El avance del narcotráfico es, hoy por hoy, uno de los problemas más graves que enfrenta la sociedad chilena. Lo que para algunos puede parecer recreativo, para millones de chilenos es un drama. La delincuencia, la indignidad en la salud o el hacinamiento en materia de vivienda son urgencias que deben ser resueltas con prioridad y que son invisibilizadas por la agenda de los temas de la élite.

Este domingo, los chilenos tienen una nueva oportunidad para elegir a quienes liderarán el país y el Congreso en el futuro. Si las encuestas están en lo cierto, los chilenos estarían optando por quienes buscan enfrentar los miedos que millones viven día a día y no en contra de aquellos que supuestamente inspiran miedo sobre el cómo podrían gobernar.

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