Gonzalo Vial Correa: La biografía que retrata a uno de los grandes historiadores del Siglo XX

El libro “Gonzalo Vial Correa, un hombre que amó a Chile”, de Ediciones U. San Sebastián, repasa los ejes del pensamiento de quien ejerció también como periodista, abogado y servidor público. Revela a un hombre de familia lleno de intereses, dispuesto a atender pequeños asuntos de la vida cotidiana, como con los grandes temas del país: la pobreza, la educación, la familia y los derechos humanos.



Corría el año 1938 y en Chile había conmoción entre las familias conservadoras. El resultado de las presidenciales arrojaba como ganador al radical Pedro Aguirre Cerda. Al lado del Parque Forestal, en Santiago, Gonzalo Vial Correa, entonces un niño, era testigo de ese momento político, que describe en el volumen 5 de su “Historia de Chile”: “Un niño de ocho años -luego historiador-, que vivía con su familia (conservadora) en la calle Esmeralda, fue llevado secretamente por su ‘mama’ ese atardecer hasta la cercana calle Mac Iver, ante el Nr. 721. Allí vivía el recién electo Aguirre Cerda, del izquierdista Frente Popular”.

Diez años más tarde de aquella jornada, que selló el inicio de tres administraciones sucesivas encabezadas por el Partido Radical, ese niño que quiso ir a conocer a escondidas la casa particular del recién electo mandatario entró a estudiar dos carreras a la Pontificia Universidad Católica: Derecho y Pedagogía en Historia. Con el correr de la vida, se transformó también en padre, marido, docente universitario, escritor, abogado, ministro de Educación, periodista e integrante de dos importantes instancias en materia de derechos humanos una vez recuperada la democracia: la Comisión Rettig y la Mesa de Diálogo.

La presentación del libro “Gonzalo Vial Correa, un hombre que amó a Chile” en dependencias de la U. San Sebastián.

Es la vida de Gonzalo Vial Correa, uno de los más relevantes historiadores chilenos del siglo XX, y protagonista del libro “Gonzalo Vial Correa, un hombre que amó a Chile” (Ediciones Universidad San Sebastián, 2023), recientemente presentado.

Álvaro Góngora Escobedo, doctor en Historia y decano de la Facultad de Humanidades y Comunicaciones de la Universidad Finis Terrae, donde también enseñó Vial Correa, afirma que “a Gonzalo Vial le interesaban los grandes problemas de Chile y también lo que para él era el gran problema del país: la educación. No hay mejor herramienta, decía Gonzalo, que la educación para salir de la pobreza”.

A través de un capítulo llamado “Gonzalo historiador, una aproximación”, Góngora forma parte de este libro, que se despliega como una biografía de Vial Correa que, a través de 358 páginas, se repasan hitos privados y públicos de quien comenzó su trayectoria a los 19 años, guiado por el historiador Jaime Eyzaguirre, y que se integró a la Academia Chilena de Historia a los 35.

Álvaro Góngora Escobedo, doctor en Historia y decano de la Facultad de Humanidades y Comunicaciones de la Universidad Finis Terrae.

Junto con anécdotas personales, algunas muy sabrosas, destaca la recopilación y sistematización de sus ideas. Esa visión de mundo que fue siendo expuesta a lo largo de décadas en todo tipo de escritos que parten con su memoria de título, llamada “El Africano en el Reino de Chile” (1957), y se desenvuelven en una nutrida labor como historiador y periodista.

Góngora destaca el libro “Chile, cinco siglos de historia” (2010), publicado en dos tomos de manera póstuma, que, en 1.454 páginas, lo anima la búsqueda de una explicación de por qué la democracia chilena colapsó. “Son 500 años, que parten con los primeros pobladores antes de los mapuches, y que llegan hasta el año 2006, tres años antes de su muerte. Nadie ha hecho una historia completa de Chile con ese estilo pedagógico y esa estructura, que tiene una serie de acápites, bibliografía y cronologías”.

Para Góngora, el valor de ese texto está en el intento que hace Vial Correa de presentar una especie de morfología de la historia de Chile: “Él habla de los consensos, de la sucesión de consensos. Del último dice que es un consenso inacabado. Todo está en desarrollo, porque hay un flanco que Chile no ha resuelto en cuanto a la brecha social del país”.

De su despliegue como periodista, del que también hace referencia el libro, aparecen cientos de columnas de opinión, las más recientes publicadas por el diario La Segunda, donde colaboró por 27 años. Álvaro Góngora afirma tener guardados -y esperando- “toneladas de papeles y revistas” con textos de Vial Correa: “Todavía no está recopilada su obra completa, la Opera Omnia. Hay que hacerlo y va a ser un trabajo largo”.

María Paz Vial, hija del historiador y coautora de esta biografía, cuenta que el impulso para afrontarla vino de la única hermana de Gonzalo Vial, la periodista Elena Vial Correa. Ella figura también como autora del libro: “Le interesaba y conocía con mucha precisión el trabajo periodístico” de su hermano.

María Paz Vial, hija del historiador y coautora de esta biografía; José Rodríguez, rector USS; y Fernando Silva Vargas, historiador y amigo de Gonzalo Vial Correa.

La propuesta -explica María Paz- “buscó contar la historia de Gonzalo Vial, los acontecimientos que fueron marcando su camino y cómo fue eligiendo a lo largo de su vida; también los aspectos más relevantes como figura pública, y como persona: carácter, intereses, vocación de historiador y de servicio al país”.

Agrega: “Hubo un tiempo muy rico en investigación y entrevistas que aportaron valiosa información, sobre todo pensando en que ya no podíamos entrevistarlo a él. Con algunos de sus hijos pude conversar más largamente. Elena Vial conocía detalles de la vida familiar y de la infancia de mi padre que eran preciosos; también su hermano Juan de Dios y su mujer Raquel Ariztía, a quienes pudimos visitar y entrevistar antes de los encierros de la pandemia”.

-Queda la impresión tras la lectura de la biografía que en su padre hay un acento valórico fundamental. Era un hombre de principios (religiosos, morales y políticos). De ser así, ¿podría usted ahondar en eso?

-Evidentemente, el valor para Gonzalo Vial es lo cristiano. De este corazón, surge su mirada sobre el hombre, primordialmente pienso en dos grandes intereses: la búsqueda de la verdad y la custodia de la vida. De este amor a la verdad (“único acicate de la profesión que elegí”) brota su pasión por la historia; de la relevancia que el otorga al Chile real nace su aversión por las ideologías e ideólogos de escritorio, y su especial habilidad para manejar e interpretar datos, lo que a su vez le permitió leer con acierto lo que estaba sucediendo socialmente en nuestro país.

El abogado Raúl Rettig entrega en febrero de 1991 el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación al Presidente Patricio Aylwin, en el que participó activamente el historiador Gonzalo Vial Correa.

Por su gran interés por la vida, defiende la dignidad humana sin excepciones: la de los pobres, la del no nacido, la de los viejos; denuncia lo que se hizo a mujeres pobres que fueron esterilizadas sin su consentimiento; defiende la libertad de la familia, el matrimonio que custodia la vida y la natalidad que permite la vida. Por su amor a lo sagrado de la vida, denunció un estado de Chile que acosaba a los niños y jóvenes (a espaldas de sus padres), incitándoles a llevar una sexualidad precoz y promiscua, alertando de las consecuencias que esto tendría en la destrucción del tejido social, y en la vida personal de estos niños y jóvenes; una vida que quedaría para siempre quebrada.

Estos son los principios humanos, que son los principios cristianos; es coherente, porque Dios es la verdad y la vida, es quien tiene la clave de lo esencialmente humano, y claro, esa clave es Cristo.

-Un porcentaje importante de este trabajo está orientado a dar a conocer el pensamiento de Gonzalo Vial Correa a través de sus textos. ¿Cómo y por qué se hizo la selección?

-La selección de los textos se hizo en razón de sus propios intereses. Estos saltaban a la vista en su trabajo como periodista, donde destacaba su pensamiento expresado y dirigido a una audiencia en un momento determinado. Se hizo una selección también de ciertos textos de historia y conferencias, en los que desarrolla y profundiza su pensamiento.

Su interés por superar la pobreza

Esos temas están desarrollados bajo el acápite “Grandes Batallas”. En él, una introducción explica que el leitmotiv que permaneció plenamente vigente en la vocación del historiador, de modo “vivo y creciente”, fue el “interés hasta su muerte” por los pobres.

En el apartado dedicado al divorcio es posible encontrar la mirada que Vial Correa, según explica Álvaro Góngora, tenía respecto del origen -y drama base- del ser chileno: el mestizaje. En una frase, extractada del volumen 1 de “Chile. Cinco siglos de historia”, se lee: “…el mestizo, nosotros todos, está y estará para siempre marcado por su origen ambivalente; lleva y llevará el sello del padre vencedor y abusador, y de la madre vencida y humillada”.

Desde el punto de vista del historiador es indispensable leer la historia de este país desde una herida que deja un “daño indeleble” y resentimiento: la del abandono que hace el padre español de la madre indígena.

En “Grandes Batallas” se lee, por ejemplo, sobre Hans Pozo, el joven y trágico descuartizado de San Ramón en 2006, quien murió solo y sin familia, completamente abandonado. Y está también su dura crítica a los tres primeros gobiernos concertacionistas por una “desidia inconcebible: la identificación de los restos aparecidos”.

Según él, este era “el caso más importante” de la historia de un Servicio Médico Legal que no contó con apoyo extra para enfrentarlo: “Encontrar y devolver a sus parientes los restos de los mil y tantos detenidos desaparecidos es, ha sido y será siempre un deber primerísimo, ineludible y vital de nuestra sociedad entera”, escribió en La Segunda en 2003.

En 1999, Vial Correa fue convocado por el entonces presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle para integrar la Mesa de Diálogo. Sobre la conclusión de ese proceso, Álvaro Góngora apunta: “A él le parecía que no había una compensación real por parte del Estado. Él creía que el Estado tenía que hacerse cargo de ese cargo con una compensación económica, una pensión suficiente y para el resto de la vida de las familias”.

-Él se definía como un historiador reaccionario. ¿Es posible pedirle distancia y objetividad en el ejercicio de su trabajo a quien así se define?

Es Álvaro Góngora, especialista en historia política y social de Chile y considerado un discípulo de Vial Correa, quien responde:

-No puedo decir que haya una historia absolutamente objetiva. Pero sí de él sé que era una persona íntegra, no alguien doble. Él no trataba de sacarse el pillo. Él decía que tenía que ver la información, que sus ojos vieran y que él entendiera. Decía que tenía que desprenderse de todo: ‘Tengo que desprenderme de lo que soy para entender a ese otro que está en el documento, porque el otro está en los documentos. Por eso tengo que sacarme incluso mi religión y mi clase social, para entender al otro, por lo que el otro es’.

Para Góngora, Vial Correa era y es un historiador verosímil. De ahí que la gran crítica que hacen sus detractores, y que es haber participado en la creación del “Libro Blanco del cambio de gobierno en Chile”, no tenga vuelo suficiente para restarle valor alguno.

Conocido sólo como el “Libro Blanco”, editado por Lord Cochrane, fue lanzado tras el golpe de Estado de 1973. En él se denunciaba la existencia del llamado “Plan Zeta”, que contenía una lista de uniformados y personas de la derecha, que supuestamente serían eliminados en un levantamiento que se desarrollaría después de la parada militar de ese año.

“Él no es el único autor de ese texto, sino que fue un grupo. El único que dio nombre es él”, afirma Góngora, quien añade: “Se dice que Gonzalo falsificó ‘Plan Zeta’. Eso es imposible. A él le llegaron documentos, los leyó y los recopiló. Un historiador como él no falsifica”. Según Góngora, el “Libro Blanco” está detrás de una gran ausencia en la larga carrera de Gonzalo Vial: el Premio Nacional de Historia.

“No se le dio el premio porque apoyaron a Armando de Ramón”, afirma Góngora. Corría el año 1998 y la biografía relata que el entonces ministro de Educación, José Pablo Arellano, quien debía dirimir si había un empate, iba a optar por Vial Correa. Fue entonces que académicos de Historia de la Universidad Católica se organizaron. Góngora dice: “Me pidieron que Gonzalo pasara, a condición de que la vez siguiente le tocara a él. Pero después tampoco fue, y él podría habérselo ganado”.

La biografía señala que el propio Vial, quien a esas alturas tenía ya 68 años, no pensaba obtener el premio ni quería que alguien postulara su candidatura: “Estimaba que el premio debía otorgarse a un profesional destacado de 40 o 50 años, que estuviera en plena producción y pudiera aportar mucho el país”. Pero esa era -por así decirlo- su declaración oficial. En el libro se añade: “Nos parece que le habría gustado tenerlo y lo consideraba un honor”.

-¿Le deja el haber trabajado en este libro alguna lectura o enseñanza, algo no visto hasta ahora en torno a usted o a su padre?

María Paz Vial afirma:

-Como se cuenta en el libro, el papá en la casa era de temple equilibrado, un carácter muy alegre y suave. Al contacto permanente y concentrado con sus escritos me ha sorprendido su pasión. A veces la expresa en mayúsculas como un grafiti que deja ver, no solo el qué, sino el cuánto le importan las cosas. ¿Y qué es lo que le importa? Le importa la persona; no la gente en general, no una masa opinante, sino cada persona”.

De ese ser humano que era su padre a María Paz Vial hoy la sorprende “su libertad y su audacia, su personalidad contracultural”.

Probablemente haya sido ese sentido de libertad lo que le permitió aceptar, en 1990, la invitación del entonces Presidente de la República, Patricio Aylwin, para integrar la Comisión Nacional de Justicia, Verdad y Reconciliación, que fue convocada para abordar las violaciones a los derechos humanos, liderada por el abogado Raúl Rettig.

Mucho antes, Vial Correa había formado parte del régimen cívico militar como ministro de Educación entre 1978 y 1979. La biografía recuerda cómo el historiador les contó a unos amigos de su breve paso por esa cartera: “Yo no renuncié -contestó Gonzalo-. A mí me llamó el presidente (Pinochet) y me dijo: ‘No sabe lo que lo siento, pero voy a tener que aceptarle la renuncia’ y yo me quedé muy sorprendido”.

Lo Barnechea rural y un colegio con vocación social

Gonzalo Vial Correa y su familia se instalaron, cuando aquello era apenas mundo rural, en Lo Barnechea. En el Camino Las Rosas, parcela 17, estaban la casa y el jardín, lleno de olores y de ruidos, y su oficina personal. Allí él escribía a máquina y allí -cuenta la biografía- suspendía sus labores para, cuando era posible, oír a hurtadillas conversaciones telefónica de sus hijos: “…le fascinaban los temas del corazón y la copucha familiar”.

Gracias a ese Lo Barnechea rural, marcado por los desbordes de un Mapocho que entonces arrasaba con las posesiones de quienes vivían a orillas del río, nació la Fundación Educacional Barnechea: “Si bien abrió en 1977, se venía gestando desde el año 1964, como un proyecto común de Gonzalo Vial; su señora, María Luisa Vial y, posteriormente, la pedagoga Magdalena Vial”.

Para entrar a ese colegio -cuenta Álvaro Góngora- se exigía sólo un requisito: ser pobre. Góngora cuenta: “Él vio a esa gente que vivía al borde del río. Me consta cómo trabajaba para conseguir plata para la fundación, con sus amigos o con su trabajo de abogado. Era un hombre modesto, sencillo. Vivía sencillamente, y la plata que tenía la gastaba en el colegio”.

La lectura de esta biografía revela que Vial Correa, pese a que vivió etapas felices gracias a su trabajo como abogado, “en sus últimos años atravesó por una ruina económica” de la que no se recuperó: “en sus buenos tiempos había sido demasiado generoso ayudando a personas necesitadas y cubriendo parte de los gastos de la Fundación”.

El libro de Ediciones USS también muestra a una persona tan erudita como capaz desaparecer en los cines rotativos del centro de Santiago para ver películas de cowboys. Y también a alguien intensamente trabajólico y concentrado; con gran facilidad para la ironía; atento a los detalles; dotado para atender a cada cual, según sus necesidades particulares, incluidos sus hijos, y tan apto para seguir el avance de una telenovela como para apreciar piezas de alta cultura en el Teatro Municipal.

Álvaro Góngora afirma: “No hay nada que le gustara más que saber de las personas, de su familia. Además, leía todo lo que caía en sus manos, como las típicas revistas mientras esperaba a que el doctor lo atendiera. Lo que fuera”.

-¿Cuál es el aporte que puede hacer este libro?

Álvaro Góngora contesta:

-El aporte de esta biografía es conocer la vida del modo más completo posible de una persona como él, que tiene la particularidad de haberse desarrollado en distintos ámbitos de la vida. Vivió un abanico de actividades.

Jaime Antúnez Aldunate, en el prólogo del libro, complementa: “La presente biografía tiene entre sus méritos que nos acerca al personaje, al historiador Gonzalo Vial Correa, mostrándolo de manera vívida en su excepcional talla humana, intelectual y de hombre público”.

El propio historiador, ese “niño reaccionario” que a los ocho años vio al electo Presidente Aguirre Cerda asomarse al balcón de su casa como “una figura pequeña y oscura, casi fundida con la noche”, complementa: “Es triste pensar que, probablemente, mi periodo de fecundidad como historiador ha concluido. Pero habiendo durado sesenta años, no puedo extrañarme del hecho. Y hay una cierta satisfacción en saber que, ya no muy tarde, conoceré definitivamente la verdad del pasado histórico -al interior de la otra Verdad, la inimaginablemente dulce y total- que es el único objeto y acicate de la profesión que elegí”.

Gonzalo Vial murió el 30 de octubre de 2009, a los 79 años.

El libro “Gonzalo Vial Correa, un hombre que amó a Chile” se puede adquirir en el siguiente link.

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