
Por qué el observatorio Vera C. Rubin revolucionará todo lo que sabemos hasta hoy del universo
Las primeras imágenes reveladas por el centro estadounidense instalado en la Región de Coquimbo han permitido, en pocas horas, ver miles de objetos jamás alcanzados antes por ningún otro telescopio. Aquí, el doctor Timo Anguita, profesor titular de la Universidad Andrés Bello y director del doctorado en Astrofísica, explica por qué esta nueva herramienta significará un cambio de paradigma en el estudio de la ciencia que busca revelar el origen de las galaxias.

Cuando Timo Anguita realizó su doctorado en Astronomía en la Universidad de Heidelberg, entre 2005 y 2009, se interesó especialmente en el estudio de las lentes gravitacionales: una clase de fenómeno espacial muy escaso que ocurre cuando, producto de la gravedad, una galaxia logra “curvar” la luz que viene de otro cuerpo mucho más lejano, creando así una gran lupa que permite amplificar ese objeto, que está tan distante que de otra manera no podría verse.
¿Por qué son tan importantes las lentes gravitacionales? Por varias razones. Además de permitir el estudio de los objetos más lejanos del universo, ayudan a medir sus distancias, lo que a su vez entrega la posibilidad de calcular la expansión del universo: una de las grandes preguntas que mueve a la astronomía, y una prueba sobrecogedora de que la Tierra no es más que un grano de arena dentro de una enorme y aún inexplorada playa.
Una playa que ahora, gracias a las primeras imágenes captadas por el observatorio Vera C. Rubin –instalación financiada por el gobierno estadounidense que está emplazada en el cerro Pachón, en la Región de Coquimbo–, podrá ser investigada como nunca antes, cuenta el doctor Anguita, profesor titular de la Universidad Andrés Bello y director del Doctorado en Astrofísica de esa casa de estudios.
“Este tipo de telescopios, que observa todo el cielo y lo hace muchas veces, es ideal cuando uno busca este tipo de cosas como las lentes gravitacionales, que no son muy comunes”, explica el científico chileno, ligado desde hace varios años a la comunidad de profesionales relacionados con el proyecto del observatorio Vera C. Rubin, como miembro y cabeza de varios comités de investigación.
Esta nueva herramienta, que además de ser uno de los telescopios más grandes del mundo –con 8,4 metros– tiene la cámara digital de mayores dimensiones construida hasta ahora, significará un cambio de paradigma para las observaciones astronómicas. No sólo porque permite “captar una imagen gigantesca con una sola mirada”, dice Timo Anguita. También porque, al hacerlo en repetidas oportunidades, va creando un “video” del cielo: un valiosísimo material que permitirá saber con mayor precisión cómo cambian las estrellas y otros cuerpos espaciales.

“El universo no es estático. Tenemos diversos cuerpos celestes que cambian de brillo, que explotan, crecen, se fusionan; pocas veces sabemos dónde y cuándo va a ocurrir, entonces, al poder mirar un campo gigante vamos a tener muchas más posibilidades de detectar estos cambios”, describe el académico de la UNAB.
“Por ejemplo, las supernovas, que son estrellas que explotan, uno las puede utilizar para medir distancias que son muy lejanas y, por ende, ver cuánto y cómo se expande el universo. Con Rubin se espera detectar millones de ellas y por lo tanto vamos a poder medir con mayor precisión esta expansión”.
“Estamos encantados de que Estados Unidos mire el cielo desde Chile”
El observatorio Vera C. Rubin, llamado así en homenaje a la astrónoma estadounidense Vera Cooper Rubin, pionera en el estudio de la “materia oscura” que rodea a las galaxias y que hasta hoy no se sabe exactamente de qué está compuesta, comenzó a construirse en el norte de Chile en 2014.
Desde su instalación inicial hasta ahora, distintos comités de científicos han trabajado desarrollando los estándares de un proyecto llamado LSST, o Investigación del Espacio-Tiempo como Legado para la Posteridad, que tendrá al Vera C. Rubin registrando todos los movimientos del cielo por los próximos diez años.
Los investigadores también han dispuesto su conocimiento para la creación de los algoritmos necesarios para poder analizar los más de 10 mil millones de datos que se esperan recolectar por noche.
“Ningún humano es capaz de mirar todos estos datos, entonces, mucho del esfuerzo que hemos estado haciendo los científicos en los últimos años es crear algoritmos que sean capaces de filtrar esta información automáticamente para que podamos trabajar. Ahora los estamos probando”, cuenta el doctor Timo Anguita a propósito de las primeras imágenes liberadas el pasado lunes 23 de junio por el observatorio Vera Rubin, que mostraron los resultados de un telescopio capaz de hacer un escaneo del cielo entre 10 a 100 veces más rápido que una herramienta similar.
Como principal novedad, además, esta cámara ha podido captar en pocas noches lo que a otras parecidas le tomaría años, identificando más de 2 mil nuevos asteroides y otros cuerpos jamás antes vistos.

“Somos sin duda una nación astronómica. La astronomía es parte de nuestra identidad y nuestro legado. Estamos encantados de que Estados Unidos mire el cielo desde Chile”, dijo un emocionado Juan Gabriel Valdés, embajador chileno ante ese país, durante la ceremonia de presentación de las primeras imágenes del Vera C. Rubin. En su intervención, Valdés destacó el hecho de que este proyecto sea parte de los más de 30 observatorios internacionales concentrados en el norte.
Pierre Romagnoli, decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Andrés Bello, también destaca la importancia de este nuevo instrumento que, además, afianza las relaciones de esta casa de estudios con la vanguardia internacional “no solamente con este centro; también participamos en la construcción del mapa infrarrojo de la Vía Láctea con el doctor Dante Minniti. Tenemos sólo 10 años como doctorado y ya estamos inmersos en estas cooperaciones”.
Como dice el doctor Timo Anguita, las primeras imágenes del observatorio Vera C. Rubin, “son una maravilla. Es primera vez que vamos a observar un video de todo el cielo austral. Cuando mirábamos cosas que variaban nos enfocábamos en pequeñas regiones. Los astrónomos chilenos somos afortunados, además, porque los cielos del sur son los que tienen la ventaja de mirar hacia el centro de nuestra galaxia”.
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