Editorial

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Sábado 17 de junio de 2017, edición N°736




En tiempos de rankings y estadísticas, muchos han tratado de descifrar por qué Dinamarca siempre figura entre los países más felices del mundo, si no el más, e inevitablemente se llega al concepto que engloba la palabra 'hygge', que no es traducible; por todo lo que he leído, refleja un momento, una situación, una sensación. Como cuando hace frío y uno abraza una taza de café caliente, o el placer de leer un buen libro, en el sofá, con luz natural y buena música, 'mi momento', y que nadie me interrumpa. O prender velas solo porque iluminan de una manera que ninguna ampolleta puede replicar. Es dejar el teléfono en silencio y no sobre la mesa cuando te juntas con alguien y con ese simple gesto le dices que te importa y que estás ahí 100% y no a medias entre chats y likes.

Todo esto es lo que nos inspiró para armar nuestro número aniversario; buscamos casas lindas, pero en las que la historia de sus dueños y los objetos que coleccionan son más importantes que el color perfecto del muro, donde hay muebles y adornos con relatos y donde no todo combina a la perfección, pero uno las entiende y valora por eso. En Pirque conocimos la casa de la artista Camilla Grimm, grande, llena, intensa y linda, pero su historia, cómo llega a Chile, su amor por los caballos, sus cuadros, es lo que la hace realmente interesante. Lo mismo con el departamento del fotógrafo argentino José Pereyra Lucena, una azotea donde las vistas de Buenos Aires son decoración suficiente.

Bajen las revoluciones, cocinen con cariño, tengan un hobbie, compren el sofá que sirve para dormir siesta, disfruten los momentos.

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