Editorial

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Sábado 2 de febrero de 2019, edición N°821




Febrero es por definición el mes de vacaciones de los chilenos, cuando más nos gusta salir y el momento en que gran parte de las actividades se trasladan a playas y lagos. ¿Por qué todos juntos y en la misma fecha? La respuesta la desconozco, pero es lo que hay, ¿quizás elegimos febrero para empezar marzo más relajados? Lo importante es que cada vez más zonas del país se abren y preparan para el turismo y esto permite que existan tarifas para todos los presupuestos, partiendo por un austero camping, que bien equipado puede resultar un superpanorama (de chico salíamos mucho con mi familia en carpa o casa rodante y son las postales mejor guardadas en mi memoria). Siguen las cabañas y hoteles con distintas ofertas y equipamientos y, quizás lo más exclusivo, una buena casa en primera línea frente al mar o con orilla de lago, Airbnb ofrece muchas alternativas, pero siempre es aconsejable conocer antes y no pagar por adelantado si no es a través de un conducto formal.

La propuesta de Camilo Moraes recoge algo de la anterior, nuevo destino, paisaje de ensueño, pero le suma un respeto por la naturaleza y rigor arquitectónico al momento de proyectar y construir en el norte chileno, esto le valió un importante premio internacional y la oportunidad de codearse con los grandes en la premiación. Más proyectos como estos deberían seguir poblando nuestras costas, valles y montañas, porque el turismo en Chile está creciendo a dos dígitos y eso es bueno, pero mejor aún si lo hace con responsabilidad social y ambiental.

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