Cancha (en quechua nf ‘kant?a) hace referencia a un vacío que permite conexiones con la tierra y las personas.

En Sudamérica se designa a un campo con límites y reglas, donde la gente juega. En nuestro país también se utiliza como acepción de un espacio abierto donde la cosecha es medida y  distribuida. Y si hablamos en términos urbanos es lo que sería la plaza mayor española. Cancha es la referencia que el Consejo de la Cultura y las Artes, a través del comisariado de Cristóbal Molina, coordinador del Área de Arquitectura del CNCA, y la curatoría de Pilar Pinchart y Bernardo Valdés, utilizó para comprender el suelo chileno, un terreno común que no es urbano, sino territorial. Es una reflexión crítica. Según el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke, “el pabellón chileno da cuenta de la reflexión que existe sobre el rol que tiene la arquitectura en el desarrollo del país. A los chilenos les preocupa lo que ocurre con sus ciudades. Esa inquietud ciudadana está presente en las distintas propuestas”.

De ahí nació la metáfora que llevó a siete arquitectos locales a integrar el pabellón chileno en la Bienal de Venecia, y a trasladar 11 toneladas de sal extraídas del Salar de Tarapacá, uno de nuestros mayores depósitos del país, para ser utilizadas en el montaje que se despliega en un cuadrilátero irregular que no tiene ningún lado paralelo a otro, de 14 x 9 m.

La muestra “resulta ser una metáfora tanto poética como política de cómo se puede entender Chile. Hay una invitación a los arquitectos a pensar el país, no solamente a mostrar obras particulares”, aclara Valdés, uno de los curadores. Es la reinterpretación del atlas de Claudio Gay, el mismo que el Gobierno de Chile encargó en 1830 para obtener el primer levantamiento de un Chile recién independiente. “Lo que hace él, como naturalista que trata de ver la complejidad del país, es convocar a una serie de especialistas. Inspirados en eso es que convocamos a siete arquitectos a tomar, dentro de su perspectiva, su comprensión del suelo, comprendido como recurso, patrimonio y paisaje”.

La experiencia de visitar el pabellón chileno emplazado en El Arsenal de Venecia es sinónimo de pisar tierra chilena. Es una invitación a ser parte de esta cancha. Una pequeña puerta indica el camino. La recepción la marca una escultura de neón hecha por Iván Navarro y Pedro Pulido, la perfecta apertura para iniciar un viaje con un lenguaje visual oscuro. Solo pueden entrar 10 personas, no más, con el objetivo de ampliar la experiencia al máximo. Nada se ve en ese instante, una cortina tapa la muestra. Cruzando se llega al albergue de los siete equipos. Lo que se revela en cajas de luz con el detalle de los proyectos de: Pedro Alonso (Deserta), Alejandro Aravena (Zócalo Metropolitano), Juan Pablo Corvalán (Chile sin Límites), Genaro Cuadros (Especulación), Germán del Sol (Kancha), Iván Ivelic (Travesía/Continente) y Rodrigo Tisi (Performances de Conquista). Recorrer y caminar pisando la sal del Desierto de Atacama y para enfatizar el camino su textura se modifica con granos de mayor tamaño y un color más claro. Ese es el marco que envuelve el trabajo de los arquitectos, que dialoga con la muestra audiovisual en formato de video de Cristóbal Palma. La suma le da un protagonismo etéreo. Lleva más de 80 mil visitas y estará hasta el 25 de noviembre.