Review | Rápido y Furioso X, el inicio de un fin cada vez más ridículamente explosivo

La nueva entrega de la saga busca poner en riesgo a la familia de Toretto, aunque la propia franquicia ha dejado en claro que ni la muerte es definitiva.


Fast Five fue el punto de inflexión de la saga de los Rápidos y Furiosos. Luego de varias secuelas que dejaban bastante que desear, la quinta película logró encontrar un punto de equilibrio entre las dinámicas del núcleo de personajes, que se solventaron como una familia bien peculiar, y las secuencias de acción vehicular increíbles. Sin embargo, la exitosa reinvención de aquella película dirigida por Justin Lin también fue una espada de doble filo.

El tema de la familia se volvió cada vez más cansino, coronada por la falta de química en la pareja principal, mientras que la acción entró en una una escalada ridícula. Básicamente, una especie de vorágine en la que buscaron llevar al siguiente nivel a lo que explotó tan bien con la secuencia del robo de una bóveda en Brasil.

De ese modo, los autos salieron disparados del edificio más alto del mundo, los corredores callejeros se convirtieron en espías con habilidades claramente sobrehumanas, combatieron contra submarinos nucleares e inclusive las tuercas llegaron al espacio exterior. Si no han seguido la saga, lo último no es una broma.

Quizás por eso no sorprende que Rápido y Furioso X, el nuevo estreno de la franquicia, comienza justo en el punto climático de mayor soberbia en la saga: el final de la mejor película y, a la vez, la secuencia de acción que cambió el panorama en la saga.

A grandes rasgos, los primeros minutos de esta undécima producción (incluyendo el spin-off de La Roca) nos muestran “el otro lado” de lo que ocurrió en Brasil durante la quinta entrega. para introducir a un villano interpretado por Jason Momoa. Este último ha seguido la pista de Toretto y compañía durante los últimos 10 años, avanzando con un mantra que define a toda esta nueva película: no solo quiere una venganza satisfactoria tras la debacle su propia familia, también busca hacer sufrir a absolutamente todo lo que Dominic ama.

Lo anterior da pie a un villano que es básicamente el Joker de este Señor de la Noche que ha sido el personaje de Vin Diesel desde la primera película. Por eso no les debe sorprender que el hijo del villano de Fast Five es completamente estrafalario, tiene planes intrincados que no tienen más sentido que estar siempre un pasado adelante y, más aún, no tiene problemas en matar sin sentido, arruinar los planes de otra villana (Charlize Theron) por su propio beneficio y hacer uso de los artilugios tecnológicos que han llevado a Rápido y Furioso a un entorno más cercano a la ciencia ficción.

Parte de ese esquema es llamativo, ya que Momoa realmente se roba la película y es la gasolina que impulsa al motor de esta secuela. Pero también esa situación provoca que la narrativa de la película se resienta, pues las piezas no se ajustan del todo a su ritmo avasallador. Es decir, como el personaje de Momoa es una amenaza tan grande que funciona en otro escalón de intensidad, la familia de Torretto es forzada a dividirse desde el comienzo.

Por un lado, Roman (Tyrese Gibson) lidera a gran parte de la pandilla en una misión en Roma que termina de la peor manera posible, provocando que todo el grupo se convierta en las personas más buscadas del mundo. Más aún, mientras Letty (Michelle Rodriguez) queda a merced de “La Agencia”, la organización que los contrató como espías hace varias películas, Toretto se vuelve una especie de investigador que debe volver a Brasil para intentar desentramar qué diablos es lo que realmente está pasando.

Y a todo lo anterior tienen que sumar el hecho de que Dom tiene un hijo que ya creció, por lo que el plan del villano inevitablemente lo pone en riesgo. Además eso permite que el resto de personajes tengan algo que hacer en todo este entuerto.

Ese es el esquema de una película plagada de momentos que, en lo personal, me llevaron a pensar que: “esto es demasiado ridículo”. Y como es algo que sucede en más de una ocasión, tiendo a pensar que esa condición es reforzada por el hecho de que su timón esté comandado en esta ocasión por un director como Louis Leterrier (El Increíble Hulk, El Transportador, Clash of the Titans), quien se acopla siempre a lo que le solicitan. Y desde “Original” Films, la productora detrás de esta saga, no piden precisamente algo coherente.

Por otro lado, también hay que recalcar que abrazar lo ridículo no es siempre una merma, ya que la saga ha logrado validar sus visitas al terreno de lo realmente irrisorio. ¿Bombas esféricas que transforman a la ciudad en una máquina de pinball? Aceptado. ¿Escapes desde aviones en planeadores completamente ensamblables? Después del auto espacial, ya todo vale. ¿Cárceles de alta seguridad en lugares inhóspitos? Dame más. ¿Un auto más propio del universo Mad Max? ¡Oh, hell yeah!.

A la larga, gran parte de la película funciona como una escalada que intenta funcionar como el meme de Vince McMahon llegando al éxtasis. Es una cosa ridícula, tras otra, tras otra. Cuando lo anterior ha funcionado, Rápido y Furioso ha justificado su éxito como franquicia generadora de billetes. Lamentablemente, ya es cada vez más habitual que eso no funcione. Y esta décima película no es la excepción.

Pero quizás lo más definitorio de todo es que Rápido y Furioso X es solo un preámbulo. La primera parte de un plan mayor para explotar al personaje de Momoa, ya que el destino de cada uno de los miembros de la familia es puesto en duda. Como si lo anterior permitiese justificar que esta película quede en un mero compás de espera para la futura resolución en la película que tendrá en su título un 11.

Entonces, solo queda chupar una idea: los puntos suspensivos que deja esta película quizás podrían haber funcionado en cualquier otra producción. Pero en una saga en donde la muerte ha perdido todo el sentido, en donde personajes muertos son resucitados sin problemas, el intento de suspenso al que apuesta Fast X, sumado a su apuesta por los cameos, cae justamente en un punto muerto. Uno en el que ya nadie compra algún riesgo para sus personajes.

Rápido y Furioso X ya está en cines a partir de este jueves.

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