Bolsonaro, el outsider que busca capitalizar el desencanto en Brasil

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Bolsonaro junto a policías durante una visita a la favela Ciudad de Dios, en Río de Janeiro, en febrero.

El diputado ultraconservador y excapitán del Ejército aparece detrás de Lula en las encuestas de cara a las elecciones de octubre. Conocido por defender a la dictadura, así como por sus polémicos comentarios, Jair Bolsonaro se apresta a ser confirmado hoy como candidato del PSL.


"Trump es un ejemplo para mí", declaró el año pasado en Boston, en un encuentro con un centenar de brasileños residentes en EE.UU. Frases como esa han llevado a que el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro sea conocido como el símil brasileño del inquilino de la Casa Blanca. Siguiendo los pasos del republicano, el excapitán del Ejército y defensor del régimen militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, se apresta a ser confirmado hoy como candidato presidencial del Partido Social Liberal (PSL), en la convención que la colectividad realizará en Río de Janeiro.

Aun cuando lidera firmemente las encuestas de cara a los comicios de octubre, solo detrás del encarcelado exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, cuya candidatura parece improbable a la luz de sus problemas judiciales, el diputado no consigue compañero de fórmula. Con el 15 de agosto como plazo perentorio para inscribir su candidatura, Bolsonaro perdió a dos candidatos a vicepresidente en menos de una semana. Mientras el senador Magno Malta, del Partido de la República (PR), que podría haberle dado un impulso en el electorado evangélico, decidió postularse a la reelección, el general Augusto Heleno, quien fue el primer líder de la misión de estabilización de la ONU en Haití el 2004, aseguró que el Partido Republicano Progresista (PRP) abortó su nominación.

Según Folha de Sao Paulo, Bolsonaro ahora podría sondear para el cargo al general de reserva Hamilton Mourão, del Partido Renovador Laborista Brasileño (PRTB). También se especula, según la agencia Bloomberg, que podría elegir a la abogada Janaína Paschoal, coautora del pedido de impeachment contra la expresidenta Dilma Rousseff. Sin embargo, en declaraciones a La Tercera, la profesora de la Universidad de Sao Paulo aseguró que "no hubo ninguna tratativa. No lo conozco personalmente". Con todo reconoció que se afilió al PSL el último día del plazo legal, "para tener un tiempo mayor para evaluar si competiría por algún cargo". "Pero sigo en duda sobre iniciar una carrera política", dijo. De todos modos, O Globo asegura que Bolsonaro debería anunciarla hoy como su candidata a vicepresidenta. "Mi sentimiento es que ella está con la voluntad de ayudar a transformar Brasil", dijo el presidenciable del PSL el viernes.

Para Thiago de Aragão, de la consultora política Arko Advice, las dificultades para atraer a un compañero de fórmula en esta etapa son sorprendentes para alguien que ha liderado las encuestas por algún tiempo. "Ningún partido quiere unirse a su tren, y no por falta de su esfuerzo", dijo De Aragão a Bloomberg.

Sin embargo, el sociólogo Rodrigo Augusto Prando explica a La Tercera que las ideas conservadoras, de lucha contra la violencia, la corrupción y la posesión de armas por parte de los ciudadanos que impulsa Bolsonaro, "acaban sin duda por crear un clima bastante propicio a su candidatura". El "gran problema" de Bolsonaro, por el momento, sostiene el académico de la Universidad Presbiteriana Mackenzie de Sao Paulo, es encontrar un candidato a vicepresidente y conseguir otros partidos para una coalición. "Su partido es muy pequeño y sin estructura para una campaña de corto período y en un país de la dimensión de Brasil. Sus intenciones de voto espontáneas son buenas, sin embargo, tenemos que esperar para comprobar si permanecerán así con la campaña electoral en la televisión y radios, donde ciertamente será bastante atacado y tendrá poco tiempo para reaccionar a las críticas".

Con todo, Bolsonaro, de 63 años, se las ha arreglado para hacerse un lugar en la escena política brasileña. Electo diputado por Río de Janeiro siete veces consecutivas, desde 1991, en 2014 se convirtió en el diputado más votado de ese estado, con 464 mil electores. Y de cara a las presidenciales, un estudio realizado por CNI/Ibope el mes pasado lo ubicó en segundo lugar, con un 15% de la intención de voto, solo superado por Lula, que registró un 33%. A continuación, aparecían Marina Silva, con el 7%, seguido del izquierdista Ciro Gomes, con un 4% de apoyo. En un escenario sin Lula, Bolsonaro se ubica en primer lugar con un 17%, mientras que Silva llega al 13%.

"Bolsonaro consiguió, a lo largo de los años, instalar sus mensajes y crear una marca que contempla valores de extrema-derecha: combate violento a la criminalidad, homofobia, anti-feminismo, entre otros", dijo a La Tercera Mauro Paulino, director general de la encuestadora Datafolha. "Como hay un rechazo creciente a los políticos tradicionales y una fuerte crisis moral relacionada a ellos, e impulsada por la Operación Lava Jato, hay espacio para el crecimiento de nuevas alternativas. Bolsonaro está ocupando ese espacio de desencanto, de rebelión y deseo de soluciones inmediatas", agregó.

Y es que Bolsonaro dice y hace lo que quiere. Comentarios homófobos, racistas, machistas, todo vale. "Y, en parte, ésa es la clave de su éxito", sostiene el diario español El Mundo. Como cuando afirmó que "la única razón por la que no violó" a una diputada del PT fue "porque ella no se lo merecía" o cuando declaró que la homosexualidad se debe a "no haber recibido suficientes palizas". También ha dicho que los negros "no sirven ni como reproductores", que los analfabetos no deben votar y que los indígenas no tienen derecho a ocupar reservas. Además, consigna el diario El País, su discurso de que "el mejor delincuente es el delincuente muerto" engancha a millones de brasileños atemorizados por la violencia cotidiana.

Militar de la reserva, Bolsonaro, a quien sus partidarios llaman "el mito", afirmó en julio de 2016 que el "error" de la dictadura brasileña fue "torturar y no matar" a los adversarios del régimen, una frase similar a la que pronunció en 1998, cuando aseguró que "(Augusto) Pinochet debería haber matado más gente". En abril de 2016 ya había hecho noticia cuando votó a favor del impeachment de Rousseff en nombre del torturador de la exmandataria, el fallecido coronel Carlos Brilhante Ustra, el único militar brasileño acusado de tortura por la Justicia. Y esa no fue la primera polémica en la que se vio involucrado Bolsonaro por faltar el respeto a víctimas de la dictadura militar. Según consigna El Mundo, en una oportunidad colgó un cartel en la puerta de su despacho en el que aludía a las demandas de familiares para conocer el paradero de los cuerpos de algunos de los desaparecidos. El cartel decía: "El que busca huesos es perro".

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