Brasil expulsa a miles de mineros ilegales de territorio de indígenas yanomami

Agentes armados brasileños han destruido viviendas, avionetas y otras propiedades de los mineros ilegales de oro en el territorio Yanomami. Foto: Reuters

“Este operativo ha llegado en el momento justo”, dijo Sarah Shenker, directora de la organización Survival International en Brasil. “Es absolutamente vital que las autoridades saquen a los mineros, y los mantengan fuera. Han arruinado la vida de los yanomami durante demasiado tiempo y han causado una miseria y una destrucción incalculables”, añadió.


Agentes armados de los ministerios de Justicia, de los Pueblos Indígenas y del Medio Ambiente de Brasil iniciaron la expulsión de miles de mineros ilegales de oro del territorio de los indígenas yanomami, acusándolos de llevar contaminación, hambre y enfermedades a uno de los grupos más aislados del mundo.

Gente implicada en el dragado ilegal en busca de oro huyó del territorio a pie. La operación podría tomar varios meses. Se cree que hay unas 20.000 personas dedicadas a esta actividad, conocidas localmente como garimpeiros, que suelen usar mercurio tóxico para separar el oro. Unos 30.000 yanomami viven en el territorio indígena más grande de Brasil, que abarca una zona aproximadamente del tamaño de Portugal y cubre partes de los estados de Roraima y Amazonas en el noroeste de la Amazonía brasileña.

El Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama), con apoyo de la Fundación Nacional del Indio y la Fuerza Nacional de Seguridad Pública, hallaron un helicóptero, un avión, una bulldozer, así como viviendas y hangares improvisados, y los destruyeron, tal como permite la ley. También incautaron dos armas de fuego y 5.000 litros (1.320 galones) de combustible. Además descubrieron un helicóptero oculto en el bosque y le prendieron fuego.

Ibama instaló un retén cerca de una aldea yanomami sobre el río Uraricoera para interrumpir la cadena de suministros de los mineros. Los agentes incautaron botes de 12 metros de eslora cargados con una tonelada de alimentos, congeladores, generadores y antenas de internet. Ahora, agentes federales aprovecharán ese material y no permitirán que botes con combustible y equipos pasen a través del puesto de control.

La gran cantidad de suministros destinados a ser enviados río arriba podrían ser un indicio de que algunos de los mineros minimizan la promesa del presidente Luiz Inácio Lula da Silva de expulsarlos luego de años de desatención durante el gobierno de su predecesor, Jair Bolsonaro, que trató de legalizar esa actividad.

Pero otros garimpeiros intuyeron que sería mejor regresar a la ciudad. El martes, The Associated Press visitó un campamento minero improvisado a orillas del Uraricoera, accesible solamente por un camino de tierra luego de conducir tres horas. Decenas de mineros arribaron a lo largo del día, algunos después de atravesar el bosque a pie durante días, en camino a la capital del estado, Boa Vista.

Uno de ellos, João Batista Costa, de 61 años de edad, dijo a la prensa que los yanomami están muriendo de hambre y que los envíos de alimentos de emergencia han sido insuficientes.

El gobierno federal ha declarado una emergencia de salud pública para los yanomami, que padecen desnutrición, malaria y otras enfermedades debido a la minería ilegal.

Según un informe publicado el martes por el Ministerio de Salud, los mineros han invadido cuatro clínicas en territorio yanomami y las han inutilizado. En la ciudad de Boa Vista, donde se ha instalado un centro médico temporal para indígenas hambrientos y enfermos, hay 700 yanomamis, el triple de su capacidad.

Los mineros, que llegan de regiones pobres, tales como el estado de Maranhao en el noreste brasileño, generalmente cruzan el bosque calzando chancletas de caucho y cargando mochilas con alimentos y artículos personales. Duermen en hamacas en campamentos improvisados.

Pero su minería depende de una logística sofisticada para ser más astutos que las autoridades y cuenta con el respaldo de inversores externos a la selva. Ese tipo de tácticas incluyen: La distribución ilícita de combustible en las afueras del territorio indígena; pistas de aterrizaje creadas en la selva para el transporte de mineros y suministros; avionetas con números de cola modificados y registradas a nombre de empresas fantasma; helicópteros que operan entre los emplazamientos mineros de las reservas, y redes de comunicación clandestinas.

“Este operativo ha llegado en el momento justo”, dijo en un comunicado Sarah Shenker, directora de la organización sin fines de lucro Survival International en Brasil. “Es absolutamente vital que las autoridades saquen a los mineros, y los mantengan fuera. Han arruinado la vida de los yanomami durante demasiado tiempo y han causado una miseria y una destrucción incalculables. Incluso si se consigue expulsarlos a todos y mantenerlos fuera, los yanomami y su selva tardarán años en recuperarse”, añadió.

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