Los candidatos de una carrera con final incierto en Brasil

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El ultraderechista y polémico Jair Bolsonaro es el favorito para ganar la primera vuelta. Pero nada está dicho. El petista Haddad, el progresista Ciro Gomes, la ecologista Marina Silva y Alckmin (PSDB) podrían estar en el balotaje.


Bolsonaro, el "Trump" brasileño

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Foto: AP[/caption]

Aunque la comparación con Donald Trump bien podría ser una caricatura, también es reflejo de cómo Jair Bolsonaro es percibido adentro y fuera de Brasil. Excapitán de Ejército de 63 años y candidato del Partido Social Liberal (PSL), es la gran novedad de la campaña presidencial brasileña. No sólo acapara la mayor parte de las miradas y temores de parte del electorado, sino que su favoritismo para la primera vuelta del 7 de octubre parece irreversible.

Según todas las encuestas, ya sin Lula en carrera, Bolsonaro lograría la primera mayoría en las elecciones. Con una intención de voto de 24%, su discurso se ha centrado en la seguridad, la corrupción y la condena a la homosexualidad. Sin embargo, el gran problema para este outsider de la política brasileña -aunque es diputado por Río de Janeiro desde 1991- es un escenario de segunda vuelta en el que el resto se una en su contra. De acuerdo con Datafolha, en un balotaje pierde contra todos sus rivales, incluso con el petista Fernando Haddad, aunque por estrecho margen.

Aunque se pensó que tras ser apuñalado su candidatura iría al alza, su respaldo no se movió. Bolsonaro, conocido como el "Mito" y defensor a ultranza del golpe militar de 1964, ha captado a su favor el gran rechazo ciudadano a la corrupción y se ha hecho especialmente fuerte en el sur, el oeste y el norte. En 1998 aseguró que "Pinochet debería haber matado más gente".

Haddad, el plan B de Lula

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Foto: AFP[/caption]

Apenas marca un 9% en las encuestas, pero su gran esperanza es que, a partir de ahora con Lula fuera de la carrera presidencial, el respaldo a la figura del expresidente se transforme en votos para su candidatura. Fernando Haddad surgió como el "plan B" del Partido de los Trabajadores (PT) en caso de que la justicia electoral prohibiera a Lula participar en la contienda, cosa que finalmente ocurrió.

Por eso a partir de ahora Haddad deberá entusiasmar a la gran masa de votantes petistas con el recuerdo de Lula como estandarte, pero también desplegando los atributos que posee como carta presidencial. Haddad, de 55 años, es conocido en Brasil como un intelectual que debutó tarde en la arena política. Recién en 2005 asumió un cargo de relevancia política: el de ministro de Educación, cartera que dirigió hasta 2011, durante los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff. Ese año se convirtió en candidato a alcalde de Sao Paulo y fue electo con un 56% bajo el eslogan de "un hombre nuevo para un tiempo nuevo".

Abogado y autor de cinco libros, Haddad tiene como gran desafío sacarse esa imagen seria y carente de carisma que lo caracteriza. Para esto habría hecho tres pasos clave: se acreditó como abogado de Lula para tener libre acceso a la celda en Curitiba, se acercó al circulo de confianza del expresidente y se integró a la vida partidista.

Ciro Gomes, el eterno candidato

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Foto: Reuters[/caption]

Ciro Gomes, en cuya carrera ha transitado desde el centro a la socialdemocracia y luego al socialismo, ha sido incansable como candidato. Compitió en las elecciones de 1998, en las que quedó en tercer lugar con un 11%, detrás de Lula y Cardoso. Y en 2002 se repitió el plato y quedó cuarto, en los comicios en los que Lula accedió a la Presidencia. Así, esta será su tercera aventura presidencial, en la que según las encuestas su candidatura va en ascenso, con un 13% de intención de voto, sólo superado por Bolsonaro.

Gomes, de 60 años, fue ministro de Integración Nacional durante los gobiernos de Lula y Dilma. Antes dirigió la cartera de Hacienda (1994-1995), fue también gobernador de Ceará y alcalde de Fortaleza. En un comienzo militó en el centrista PMDB, luego en el socialdemócrata PSDB, también en el Partido Popular Socialista y ahora en el Partido Democrático Laborista, que se disputa el legado de Getúlio Vargas, el cuatro veces Presidente de Brasil.

Marina Silva, la carta ecologista

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Foto: EFE[/caption]

Marina Silva, la exministra de Medio Ambiente de Lula, es como esos atletas de medio fondo que parten la carrera en los primeros puestos, pero que en la recta final se quedan atrás. Le pasó en 2010, cuando las encuestas le otorgaban una buena chance para pasar a la segunda vuelta, aunque finalmente quedó en tercer lugar con un importante 19% de respaldo. Y también en 2014. Casi como un calco de su primer aventura presidencial, en esas elecciones -en las que fue reelecta Dilma Rousseff-, Marina Silva también quedó en el tercer puesto, con el 21% (nada menos que 22 millones de votos).

Silva es una popular historiadora y docente afiliada a la Red de Sustentabilidad (REDE). A sus 60 años, se le ha visto chispeante en esta campaña, aunque su intención de voto pasó de 16% en agosto a 11% este mes. En su militancia en el PT, partido al que se afilió en 1985, Silva fue concejal, diputada y senadora por Acre, su estado natal.

Geraldo Alckmin, la apuesta socialdemócrata

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Foto: EFE[/caption]

Al igual que Ciro Gomes y Marina Silva, Geraldo Alckmin posee una larga trayectoria política en Brasil. Gobernador del estado de Sao Paulo (2011-2018) y médico de profesión, inició su carrera en el municipio paulista de Pindamonhangaba. En 1977 se convirtió en el alcalde más joven del país, con apenas 25 años y tres décadas más tarde debutó como candidato presidencial en los comicios de 2006 en los que Lula fue reelecto. En esa ocasión pasó a segunda vuelta y logró el 39%, 37 millones de votos.

Militante del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Alckmin marcha cuarto en la contienda, con un 10% de respaldo. Es conocido como un ferviente católico y ha sido señalado como miembro del Opus Dei, algo que él niega. Su estilo sobrio podría jugarle a favor en un escenario con Bolsonaro en segunda vuelta, aunque para eso tiene el desafío de derrotar a Haddad, Silva y Gomes en primera vuelta. Algo para nada sencillo.

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