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Cuando una mascota es la medicina: el protocolo que humaniza las UCI

Una caricia, un maullido o un movimiento de cola se hacen cada vez más comunes en recintos sanitarios. Varios hospitales en Chile han comenzado a permitir que animales visiten a sus dueños como parte de una atención más integral.

En octubre de 2023, Luis Segura (66) sufrió un accidente cerebrovascular que lo mantuvo dos semanas en la UCI del Hospital Clínico de la Universidad de Chile. Su hija Daniela, nutricionista en esa misma unidad, lo vio apagarse poco a poco, hasta que un día, tras mostrarle un video de sus mascotas, notaron una respuesta inesperada. Fue entonces cuando pidió permiso para llevar a Lisa, su perrita regalona.

Tuvimos que presentar su certificado veterinario, vacunas y antiparasitario al día, además de bañarla el día anterior”, recuerda.

La visita fue breve, pero significativa. Aún sedado y con los ojos cerrados, Luis movió la mano paralizada, sostuvo a su perrita y mostró movimientos oculares. “Fue la primera respuesta neurológica significativa que vimos. Ninguna terapia había logrado algo parecido”, cuenta Daniela. Dos semanas después, su padre dejó la UCI.

Ese mismo año el hospital implementó un protocolo formal para autorizar, bajo criterios médicos y éticos, visitas de mascotas a pacientes graves o en fase terminal. Daniela, en coordinación con Diego Ugalde, jefe técnico de la unidad, ayudaron en la redacción del documento que hoy se utiliza como hoja de ruta en otros centros hospitalarios.

Rebeca Aguayo, enfermera del hospital y presidenta de la Red de Humanización en Salud, fue una de las impulsoras de la medida, replicando lo que se hace en España. “Buscamos integrar todas las dimensiones del ser humano en la atención: no solo físico, también psicológico, social y cultural”.

En Chile fue necesario desarrollar una normativa que protegiera tanto a pacientes como a quienes los rodean. Por eso el protocolo se aplica en Unidades de Paciente Crítico, donde los espacios individualizados permiten privacidad y coordinación.

Las visitas están autorizadas para pacientes con más de 72 horas de hospitalización, en etapa final de vida o en rehabilitación activa.

Por ahora, solo se permite el ingreso de perros y gatos, por su manejo veterinario más sencillo.

Aunque también existen terapias asistidas con animales que son lideradas por ONG, Aguayo aclara que el impacto no es igual: “El vínculo con la mascota genera una respuesta más significativa. Es una inyección de energía que mejora el ánimo y la colaboración con las terapias”. Actualmente, cuatro centros aplican este protocolo: el Hospital Clínico, el Félix Bulnes, el Del Salvador y el Regional de Coquimbo.

La experiencia en Coquimbo

En el Hospital San Pablo, donde este año se formalizó el protocolo, una de las primeras visitas marcó al equipo. Beltra Gutiérrez (83) estuvo 59 días en la UCI. Los pronósticos eran desalentadores, pero con el tiempo mostró leves reacciones. Catalina Sepúlveda, psicóloga, propuso incorporar a Lulú, su gata. “No es lo mismo que te visite un perro adiestrado a tu mascota. Ese vínculo mejora el bienestar del paciente”, explica.

La visita fue breve, pero significativa: Beltra acarició a Lulú y compartió un momento de lucidez con su hija. “Sentí que me reconoció. Fue como traerla de vuelta por un instante”, dice María Soledad.

Iniciativas similares se han replicado en hospitales sin protocolo formal, como el de Temuco y Rengo. En este último, la enfermera Marcela Saavedra destaca: “Se hacen en el patio y ver a sus mascotas les da paz y bienestar espiritual”.

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