Originalmente, la novela Moby Dick fue un fracaso comercial. No logró vender su primera edición y obligó a Herman Melville, su autor, a olvidarse de su sueño: vivir de la literatura. Terminó como un anónimo burócrata en la aduana de Nueva York. Tiempos muy lejanos. A 160 años de su publicación, el libro es un clásico incombustible y Melville, un pilar de las letras contemporáneas. Por eso cuando al escritor francés Jean Rouaud le propusieron hacer una versión ilustrada de Moby Dick, sólo atinó a una respuesta: "¡¿Estás loco?!".

Rouaud hablaba con el pintor belga Denis Deprez, quien no, no estaba loco: antes había hecho su versión ilustrada de Frankenstein (2002) y quería seguir llevando a imágenes los "mitos de la literatura". Antes de seguir hablando, Deprez mostró sus bocetos y poco después, Rouaud trabajaba en la adaptación de la novela de Melville.

Publicada en español por la editorial Sexto Piso, la novela gráfica de Moby Dick se suma a una serie de clásicos que han sido ilustrados estos últimos años: desde El proceso (Nórdica), de Franz Kafka, hasta El extranjero (Ediciones de La Flor), de Albert Camus, pasando por Sub terra (Liberalia), de Baldomero Lillo, y La ciudad ausente (Libros del Zorro Rojo), de Ricardo Piglia.

Rojo y blanco

La versión de Rouaud y Deprez de la novela de Melvi-lle es fiel y respetuosa. Sigue las aventuras de Ismael y la obsesión del capitán Ahab por cazar a la enorme ballena e, incluso, incluye algo del caudal informativo de Melville sobre la navegación en alta mar. En su tono visual está la gracia: lejos de la estética del cómic, Deprez se desplaza desde el realismo hasta bordear una abstracción dominada por el blanco de la bestia.

Alabada por Le Monde y Le Figaro, Moby Dick no es la primera aventura de Rouaud y Deprez. Antes se asociaron para producir una versión ilustrada de Los campos del honor, novela con la que Rouaud ganó en 1990 el prestigioso Premio Goncourt, el más importante de Francia en literatura. En palabras del dibujante, el trabajo en el libro de Melville fue un experimento: "Esta es una aventura humana en el mar. A nosotros nos permitió entrar en un mito de la literatura desde diferentes formas pictóricas".

El resultado es más que eso. Después de sintetizar la historia de Melville ("Un joven marinero se embarca en un ballenero, dirigido por un capitán borracho de venganza"), Rouaud fue buscando las escenas precisas para dotar de dramatismo a la versión ilustrada. La paleta de colores densa de Deprez hace el resto: en una mirada rápida, las 100 páginas del libro se inician en el rojo, luego pasan al gris, después al azul y terminan en un blanco brillante y atemorizante. Por supuesto, este Moby Dick no reemplaza al texto de Melville, pero es un gran complemento.