Pedro Pascal, en su punto

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El actor chileno que irrumpió hace tres años con su rol en Game of Thrones regresa con Narcos, esta vez como gran protagonista de la nueva temporada. Su carisma le ha valido el cariño del público, y su tardío despegue, la curiosidad de medios de todo el mundo. "Por ahora me encanta", dice de Pascal sobre su presente.




El carisma de Pedro Pascal (42) es evidente en la pantalla. En persona igual, aunque otros atributos también sobresalen. Uno es su sencillez, como dicen sus colegas actores de Netflix y hasta me lo subraya un chofer que lo ha trasladado en Colombia. Otro es su simpatía, como coinciden en general quienes lo han entrevistado y también sus compañeros de trabajo. "Acá diríamos 'ese man es un bacán'", asegura Taliana Vargas, una Miss Colombia que actúa en la nueva temporada de Narcos. "Es queridísimo. Maravilloso como ser humano y muy grato trabajar con él".

Pero quizá la característica más llamativa de Pascal en persona sea su alegría, su buen ánimo. Es como si perteneciera a ese escaso grupo de personas que es incapaz de enojarse.

En la serie de entrevistas y conferencias que da en el contexto de la premiere en Bogotá de Narcos, ni las preguntas incómodas socavan su sonrisa. Algunas lo pueden incluso conflictuar, como una sobre si la serie no será acaso muy pronorteamericana. Pero él matiza, discrepa en parte y su buen humor, intacto. O recibe una pregunta derechamente fastidiosa: ¿cuál es el sentido de mostrar violencia? Pero contesta con paciencia, hace ver que hay algo moralizante en la pregunta y su entusiasmo ni se inmuta.

Es difícil no relacionar esa alegría, o parte de ella, con su buen momento profesional. Sobre todo con aquello que un artículo del New York Times en febrero comunicaba en su título: "Pedro Pascal: Making it at 41". Algo así como "Pedro Pascal: haciéndola a los 41". "Gracias, New York Times", dice el actor con tono irónico cuando se lo recuerdo.

Sólo está bromeando. Tiene claro que esa es precisamente su historia, la de un éxito tardío. Pascal, cuyo primer apellido en realidad es Balmaceda y usa el materno al ser más fácil de pronunciar en inglés, nació en Chile en 1975 y a los nueve meses su familia fue exiliada por sus ideas políticas y porque su madre, Verónica Pascal, era prima del dirigente del MIR Andrés Pascal Allende. Se asilaron en Dinamarca y un año después su padre, el médico especialista en fertilidad José Balmaceda, obtuvo una beca y se trasladaron a Estados Unidos. Allá Pedro se quedó haciendo carrera cuando la familia volvió a Chile a mediados de los 90. Estudió arte dramático en la Orange County School of the Arts, luego teatro en la New York University. Pasó años de relativo anonimato como actor hasta que su rol en Game of Thrones en 2014 lo catapultó no sólo a Narcos, sino a otros proyectos. Entre ellos, trabajar el año pasado con el director Zhang Yimou en China (en la superproducción The Great Wall) o participar en Londres en la segunda parte de la exitosa comedia Kingsman, que se estrena dentro de poco.

¿Sientes el contraste con la época en que eras desconocido?

Demasiado. Tenía en Brooklyn un hoyo de departamento donde viví 12 años. Me gustaba, pero a una amiga que lo fue a ver casi se le cayó la cara al ver que viví ahí todo ese tiempo mientras trabajaba de mesero o hacía teatro.

Dice que se siente aliviado de llegar hasta donde está ahora. Que se sacó la cresta trabajando, pero también tuvo mucha suerte. "Que un proyecto como Narcos llegara inmediatamente después de Games of Thrones es ser muy afortunado. Estamos viviendo la era dorada de la TV y ser parte de dos proyectos que son dos buenos ejemplos de ello es muy, muy afortunado".

"Me dio mucha felicidad que se hiciera conocido, aunque siempre supe que merecía lo que tiene ahora", dice Lucas Balmaceda (25), su hermano menor, también actor y —gracias a gestiones de Pascal y a un buen casting— dueño de un pequeño rol en la nueva temporada de Narcos. "Se ha tomado muy bien la fama. Es muy aterrizado. Y el que sea centrado lo va a ayudar en este negocio".

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El agente Peña

Quienes siguen Narcos saben que Pascal encarna a Javier Peña, el agente de la DEA (la policía antidrogas de EE.UU.) que fue parte importante en la caída de Pablo Escobar. Era un buen personaje: independiente, con claroscuros morales y con onda. Pero en las dos primeras temporadas el protagonista era su compañero, el agente Steve Murphy (Boyd Holbrook). La novedad, y que se puede atestiguar desde ayer, cuando se estrenaron los 10 capítulos de la nueva temporada de la producción de Netflix, es que ahora es Peña el protagonista. Es él quien lidera la lucha contra el nuevo enemigo, el cartel de Cali, y es su melancólica voz la encargada de estructurar la narración.

"Es interesante porque Peña partió muy secundario como personaje", opina Pascal de su ascenso. "Y me gustó que el personaje fuera una persona muy privada, que operara mejor en las sombras. Siendo un personaje así, como actor no te están vigilando mucho y pude inventar su tono sin que me controlen. Ahora esto cambia, y personaje y actor estamos ambos en un territorio nuevo".

El territorio nuevo no es sólo que su personaje carga con mayor responsabilidad. El antagonista también es distinto. Ya no es Pablo Escobar, cuyo ascenso y descenso marcaron la primera y segunda temporada, respectivamente. Ahora es el cartel de Cali, un monstruo que creció sigilosamente mientras todos se concentraban en Escobar y que llegó a ser más poderoso. "La muerte de Escobar les da la oportunidad de crecer más, de dominar la cocaína en Colombia, Miami y Nueva York, que ya la tenían", cuenta Pascal. "Eran más exitosos porque corporativizaron la industria de la cocaína. No era sólo un rey, sino cuatro personas controlando la industria de forma muy sofisticada. Un enemigo mucho más complejo. Y eso los hace más interesantes para mí".

¿Qué características del agente Peña te identifican?

Son las que me dejaron poner a mí. Es una persona que ve el mundo sin blanco y negro. Yo personalmente no estoy muy cómodo con la idea del bueno y el malo. Soy un chileno criado en Estados Unidos porque mis papás se fueron exiliados por una dictadura financiada por la CIA… Y acá soy un personaje de la DEA, donde tienen muy claro quién es el bueno y el malo, y es bueno poder ser alguien dentro de la DEA que no lo ve así para cumplir su trabajo.

Hay algo con la violencia en general que despierta fascinación. Hay una ambigüedad ahí de las personas con el mal.

Es interesante, ¿no? Aunque sea narcocultura o Game of Thrones o la mafia o reyes, el ser humano está muy fascinado con temas de poder y luchar por el poder. Tiene un instinto de destrucción para llegar a posiciones de mucho poder y yo creo que sí, la violencia fascina a la gente. Y en televisión es una manera más segura porque te puedes sentar en tu sillón y verla. Personalmente no me fascina mucho la violencia, pero sí me gustan las historias bien contadas. Como la Biblia, como Dostoievski, Los Soprano

Pese a su afabilidad y simpatía, Pascal está lejos de ser un tipo simple. Se nota que lo habitan varias fuerzas en tensión. Su identidad latina vs. su identidad norteamericana. Su identidad chilena, que la defiende por su historia familiar, pero que se debilita con su español no muy fluido o con el poco vínculo con el país más allá de su parentela. Quizá sus mayores conflictos tienen que ver con aspectos de Narcos, como el potencial de estigmatizar a Sudamérica con la droga o el acento en la violencia brutal de los carteles. Un poco a la defensiva subraya que es "muy liberal" (lo que en EE.UU. quiere decir muy progresista o muy de izquierda) cada vez que surge el tema del intervencionismo norteamericano en la región o que su personaje es un agente de la policía. "No me gusta representar a Latinoamérica como un mundo violento. Pero por otro lado, con la serie siendo muy popular en todo el mundo estamos dando la oportunidad de ver actores, directores, diseñadores latinos. De Brasil, de Chile, de México, de Colombia. Y eso me gusta mucho", reflexiona.

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Uno de esos actores ha sido él mismo, que ya es bien conocido, por ejemplo, en España, donde la serie se ve bastante. Pascal ha sido portada este año en las revistas Esquire y GQ de ese país, otra prueba de su arrastre y, particularmente en esos casos, también de que se le considera guapo y estiloso.

El actor cree que no va a dejar de ser quien es por la fama. "Eso es lo bueno de 'Making it at 41'. Que ya hay cosas que no cambian dentro de mí, que están muy formadas. Y eso lo agradezco. Al haber llegado más tarde, la fama no va a cambiar quien soy".

¿Qué viene para ti a futuro? ¿Qué te gustaría hacer?

Yo creo que antes tenía muchos sueños y fantasías y ahora habiendo trabajado en proyectos en todo el mundo sé que lo más importante es que la experiencia sea agradable, con gente que me inspire, que lo pasemos bien.

¿Te ha llegado alguna oferta para trabajar en Chile?

No... Todavía no. Me gustaría volver a Chile a hacer un poquito de... A dirigir un poquito de teatro. Tengo mis antenas puestas en averiguar cuándo voy a tener un hueco para ir para allá y hacer algo con mi hermanito Lucas.

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