Columna de Gonzalo Cordero: Un cambio discreto

09 Marzo 2023 El Presidente Gabriel Boric realizo hoy en La Moneda el Cambio de Gabinete de Ministros de Estado. Foto: Andres Perez


Hace un año, el recién asumido Presidente de la República nos dijo: “Como pronosticara hace casi 50 años Salvador Allende, estamos de nuevo, compatriotas, abriendo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, el hombre y la mujer libre, para construir una sociedad mejor”.

El mensaje era inequívoco: entre Allende y él había existido un paréntesis que con su ingreso a La Moneda se cerraba. En ese intermedio se impuso el modelo neoliberal, un engendro individualista, que luego fue administrado por una izquierda acomodaticia, esa con otra escala de valores. Apruebo Dignidad era la reedición de la Unidad Popular y él la reencarnación política de aquel a quien reconocía como su predecesor.

El equipo entrante mostraba una fuerza imparable. Desde el 18 de octubre de 2019 -violencia mediante, nunca lo olvidemos- obtuvo una victoria tras otra: 78% de votos por una nueva Constitución, más de 2/3 de los convencionales elegidos para redactar la anhelada nueva Carta Magna -nueva de verdad, esa en que los acuerdos los iban a poner ellos- y, por último, la llegada al gobierno, dejando atrás los 30 años.

Apenas después de un año las tornas han cambiado y las derrotas son tan contundentes como lo fueron las victorias: el 62% rechazó la propuesta de la Convención; igual suerte tuvo la reforma tributaria en la Cámara de Diputados; los errores se sucedieron uno tras otro y ninguno de los problemas de los chilenos experimenta mejoría, allí están los sicarios con sus homicidios, los barrios tomados por el narcotráfico, la inmigración descontrolada, el terrorismo en el sur, las listas de espera y un largo etcétera.

Apruebo Dignidad reconoce, con el cambio del viernes, que la gestión es indispensable; por eso el masivo cambio de subsecretarios ofrece nuevos espacios al PS y al PPD, pero sin ceder en las posiciones estratégicas del PC y el Frente Amplio. Ni la Concertación ni los 30 años están de vuelta.

Asistimos a la progresiva formación de una coalición del PC, el FA y el PS, porque el frenteamplismo asume cada vez más que la revolución es imposible sin el PS. El cambio del viernes solo busca darle viabilidad al proyecto, haciendo concesiones en los márgenes. Esto sí que es realismo sin renuncia. Bachelet es, con el sentido de los cambios, la gran ganadora de este proceso; es ella la que define y empuja la conformación de esta izquierda, pues es ella la que siempre ha querido ser el puente entre “estos niños” y el PS.

Lagos comienza a perderse en la noche de los tiempos y seremos otros, desde otras veredas, los que lamentaremos que se haya perdido su liderazgo.

Muchos añoran la transición y cada cambio que pueda interpretarse como el regreso a la política de esa época se mira así, más con voluntarismo que con realismo. Políticamente lo del viernes es apenas un cambio discreto, expresión de cierto fracaso, pero también de la reconfiguración de una izquierda que sigue sin dudar el llamado del PC y el FA hacia una agenda conjunta para los próximos 30 años.

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