Columna de Guillermo Espinoza y Francisca Villablanca: Los desafíos poco difundidos del hidrógeno verde

LOS ANGELES: Parque Eólico pionero en la Región del Biobío
Los desafíos poco difundidos del hidrógeno verde. MARIBEL FORNEROD/AGENCIAUNO


Chile es un país con una gran riqueza en recursos naturales, paisajes, flora y fauna abundante y variada, junto a una variedad de territorios que va desde desiertos hasta glaciares. La diversidad y el endemismo son algo que incluso supera las fronteras nacionales, pues cuenta con ecosistemas y ambientes de gran valoración nacional e internacional. Por ejemplo, las tierras del sur del país son destino de aves migratorias que viajan desde el norte de Canadá, sobrevolando toda América, hasta llegar a Chile. Pero ¿qué tiene que ver la diversidad y el valor de los territorios chilenos con el hidrógeno verde (h2v)?

Cuando se habla de producir hidrógeno verde, se suele destacar sus potencialidades positivas como la reducción de emisiones de contaminantes, pero poco se difunden sus potencialidades negativas y los desafíos que significa para la capacidad de gobernanza a nivel nacional y regional. La Estrategia Nacional de h2v, presentada en 2020, aspira a que Chile se sitúe entre los tres exportadores principales para el 2040; ello traería consigo múltiples beneficios en cuanto a, por ejemplo, creación de empleos, reducción de gases de efecto invernadero, aumento y valor agregado a las exportaciones del país. Pero, por su contraparte, la instalación de una industria de h2v de la magnitud que se plantea, tendrían consecuencias visuales, auditivas, y de ocupación y transformación de territorios, lo que afectaría al agua, flora, fauna y personas en los ecosistemas y ambientes involucrados.

Esta industria contempla la ocupación de una gran cantidad de kilómetros cuadrados por medio de enormes aerogeneradores, plantas desalinizadoras, plantas de hidrólisis, construcción de puertos, plataformas, caminos y buques para exportación. Todo esto tiene implicancias en la creación, modificación y/o afectación de los territorios, lo que puede generar la pérdida o afectación de zonas naturales, como humedales y bosques, además de peligros naturales tales como inundaciones y/o deslizamientos de tierra. Asimismo, las turbinas eólicas con sus caminos y plataformas pueden afectar hábitats naturales y humanos, y por sus aspas, el ruido y las vibraciones que generan pueden incidir en las avifauna local y migratoria (incluyendo a aves en peligro de extinción). Además, pero no menos importante, los paisajes y su atractivo turístico se verían afectados por la acumulación de nueva infraestructura.

Aun conociendo todos estos desafíos que han de abordarse, las decisiones no radican solo en si producir o no h2v, sino también en asegurar que esta industria sea sustentable y se lleve a cabo de la mejor forma posible. Por ello, ahora es el momento para abordar estos desafíos de manera integral, y no más adelante cuando ya esté instalada la industria. Lo preventivo siempre tendrá menos costos que reaccionar de forma tardía ante la necesidad de corregir el deterioro de los territorios. Ello implica abordar aspectos como la acumulación de consecuencias integradas que no se visualizan con evaluaciones caso a caso, junto con las implicancias de transformar o generar nuevos territorios para asegurar que el proceso sea llevado a cabo de manera sustentable acompañado de las capacidades públicas y privadas que aseguren el bienestar de ecosistemas y personas.

La historia muestra que la ausencia de proactividad puede generar situaciones no deseadas y que las buenas oportunidades que ofrece el territorio pueden ser acompañadas de perjuicios relevantes y no solo de beneficios inmediatos. La sustentabilidad se practica, no solo se teoriza; ese es uno de los grandes desafíos del país.

Por Guillermo Espinoza, líder Área de Sustentabilidad y Desarrollo, Centro de Estudios del Desarrollo, CED; y Francisca Villablanca, investigadora, Centro de Estudios del Desarrollo, CED