Columna de Ximena Rincón: Una Constitución que se construye sobre la dignidad de las personas



Chile requiere de una Constitución que parta de la persona humana. Su respeto y garantía es el primer deber del ordenamiento de cualquier sociedad próspera. De allí que todas las personas y órganos que ejercen el Poder Público estén sujetos a la Constitución y en consecuencia se sancionen delitos contra las personas, sus normas de organización esenciales y aspectos que como sociedad quieren desarrollar.

Es así como en el Proyecto de nueva Constitución elaborado por la Comisión de Expertos incorpora la esencia de las normas básicas del Estado chileno. La Carta se establece sobre la dignidad de la persona:

“Artículo 1.- La dignidad humana es inviolable y la base del derecho y la justicia. Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Su respeto y garantía es el primer deber de la comunidad política y de su forma jurídica de organización.”

Este punto de partida en el texto de la Constitución se instala como premisa que impide que pueda justificarse por parte del Estado, ni de ninguna institución, acción u omisión alguna que viole la dignidad de la persona humana, por ser la base del derecho y la justicia. Que importante es para la Nación chilena la consolidación de esta bandera.

Esta mención explícita de la dignidad humana en la base constitucional es necesario asociarla con el sistema político que se establece en la Constitución, por cuanto la vigencia de los derechos humanos y el cumplimiento de los deberes ciudadanos por parte de las y los chilenos es inseparable de la vida en sociedad y de la interacción de las personas con el Estado, cuyo propósito debe orientarse a satisfacer los derechos e intereses de todos.

Crear el sentido de pertenencia social de la Constitución es fundamental. Una Constitución exitosa es aquella es respetada, acogida por todas y todos, y sentida como fundante de lo que llamamos nación. Así, el éxito de cualquier proceso constitucional debe transitar por el centro del camino entre dos extremos igual de importantes. Primero, “saber leer y retratar” la realidad nacional, respetando el camino avanzado, para no crear una entelequia o refundación ajena con lo que los chilenos se identifican. Y, segundo, “trazar el camino” hacia un horizonte de desarrollo, para que sin perder la esencia nacional, los gobiernos de cualquier signo tengan las herramientas para llevar a la sociedad hacia un mejor futuro.

Seguiremos estudiando el texto constitucional para comentar el proceso de ajustes y tenerlos informados de su contenido, sólo así tendremos un país unido en torno a nuestra idiosincrasia y ciudadanos activos que se sientan que la Constitución sirve para lograr más y más desarrollo avanzado todos en prosperidad y seguridad nacional y estratégica.

Por Ximena Rincón, senadora.

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