Opinión

Cuidar para la vida

Esta semana murió Andrew Kassoy, uno de los fundadores de B Corp que nosotros en Chile conocemos como Sistema B. La organización busca transformar la economía a través de las empresas, que beneficien a las personas, al planeta y a las comunidades. En su memoria, se publicó una conversación que tuvo en sus últimos días con sus socios, una especie de gran despedida y habló sobre la importancia que había tenido fundar hace 18 años esta institución que decidió poner el cuidado en el centro. Desde entonces, el mundo ha cambiado a escalas que no podríamos haber imaginado, pero hoy, más que nunca, esta visión es algo que necesitamos relevar para volver a sembrar la vida.

Fue conmovedor escuchar esas palabras en una conversación entre tres hombres, porque de alguna forma, el tema del cuidado, y diré, el problema del cuidado, se ha vuelto uno de mujeres. Primero porque aún cargamos prioritariamente con esa responsabilidad en las familias y somos las grandes sostenedoras de las necesidades de crianza y atención de los hijos, pero también ocupamos ese espacio cuando alguien enferma o envejece y lo hacemos silenciosamente, y sin remuneración para acompañar a los que lo necesitan por su extrema dependencia. Lo interesante de ver a Kassoy fue volver a sentir esperanza en que ese lugar puede no ser solo de nosotras, sino uno de todos. Necesitamos compartir colectivamente la certeza de que el cuidado debe estar al centro de nuestra vida: en la empresa, en el ejercicio de nuestra paternidad, en el andar cotidiano de la ciudadanía. Es urgente que nos importe para desarrollar un espacio donde, por ejemplo, puedan crecer los niños y sea posible envejecer. El retroceso dramático de la tasa de natalidad, la realidad de que todos los que están leyendo esto probablemente vivirán 90 años o la tragedia de que se ha triplicado la cantidad de niños menores de dos años que ingresan a residencias de infancia del Estado, son datos que gritan lo mismo: no sabemos cuidar y debemos aprender.

Las mujeres hemos cargado con esa bandera porque somos las que más cuidamos pero la realidad es que no es suficiente con nosotras. Las necesidades son mucho más grandes y los costos los pagamos todos de manera distribuida: nacen menos niños y niñas, aumenta el abandono y la soledad, aumenta la pobreza y la desesperanza: pierde Chile.

Es crítico acelerar el paso, cortar la tendencia y elevar la conciencia sobre esta crisis. Asegurar cosas tan concretas como la sala cuna universal, desarrollar un modelo que comprenda que la nueva trayectoria de la vida que es mucho más larga y necesita nuevos trabajos, nueva educación y una nueva manera de mirarnos para que llegar a mayores sea un proyecto de esperanza y no, uno de angustia y pobreza.

El cuidado debe tener la cara de todos nosotros, por el bien común que no es otro que el de nosotros mismos.

Por Paloma Ávila, consejera de ComunidadMujer

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