
Desempleo como enemigo público

Tal como el trabajo puede ser fuente de realización, el desempleo lo es de la desesperanza. El desempleo de corto plazo es una faceta inevitable de las economías de mercado y por eso creamos el seguro de cesantía en el gobierno de Lagos. El desempleo de largo plazo es peligroso, debe ser una anomalía y crecientemente no lo es. Según Mullainathan y Shafir la carencia de recursos para satisfacer necesidades básicas, dificulta la capacidad para tomar buenas decisiones, aísla del medio social y es el inicio de un círculo vicioso de pobreza, si no de delincuencia y crimen.
Pues bien, hemos normalizado una dinámica poco virtuosa de alza silenciosa de la tasa de desempleo. El IPoM se centró en el impacto del salario mínimo y las 40 horas sobre el mercado del trabajo. Sin embargo, la tendencia del desempleo pasó inadvertida y es grave.
Sabíamos que hay una tendencia al alza en la tasa de desempleo que empezó hace un poco más de una década. Si tomamos la tasa de desocupación promedio en 12 meses, el mínimo de 6,1% fue en junio de 2014. Excluyendo la pandemia, el peak fue hace justo un año atrás de 8,7% y se ha mantenido hasta hoy en 8,6%.
La pandemia tiene responsabilidad parcial. Luego de ella, la tasa de participación cayó particularmente entre las mujeres. Hubo algunos sectores que redujeron permanentemente su ocupación, como la agricultura y la industria. Si bien el empleo asalariado ha subido, el IPoM sugiere que lo hace con un cambio de composición que perjudica a los trabajadores no calificados. Pero además, han subido el tiempo de búsqueda de empleo (casi 10% en los últimos dos años) y la proporción de personas que por más de un año buscan trabajo.
Urge recuperar el dinamismo en la creación de empleo y reducir los tiempos de búsqueda. Cuatro áreas de trabajo. Primero: crecimiento. Sin él, es difícil superar cualquier otra valla. Si se recupera la tasa de participación laboral y queremos reducir la tasa de desempleo a niveles del 6%, Chile debe crecer al 4% hasta 2030. El cambio tecnológico puede empeorar este pronóstico.
Segundo, Chile tiene un 18% de empleo por cuenta propia, casi el doble del de países desarrollados. Este empleo es más precario y de baja productividad. Tenemos que inducir más empleo asalariado. Ha crecido desde 2017, pero falta. Alzas desmedidas de salario mínimo, las 40 horas y el alza en cotizaciones desalientan el trabajo asalariado. Tercero, es imperativo retomar la tendencia de incremento de la participación laboral femenina. Proyectos como la sala cuna universal ayudan, pero las costumbres sociales no se borran por ley. Es necesaria una política de Estado. Cuarto, aun cuando la informalidad está estable y un estudio reciente de mis colegas Contreras, Duarte y Puente señalan que las políticas chilenas son apropiadas, también aquí se debe perseverar porque la informalidad es muy alta.
El desempleo es enemigo público número 1. Debemos atacar por todos los frentes.
Por Guillermo Larraín, FEN, Universidad de Chile
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