
El desafío de formar a futuros docentes

La reciente aprobación en la Cámara de Diputados de un proyecto que evita el alza en el puntaje de ingreso a pedagogías para 2026, refleja precisamente una tensión entre quienes plantean flexibilizar los requisitos de ingreso a las carreras de pedagogía y quienes promueven que estos aumenten. La medida busca evitar un impacto negativo en la matrícula, pero al mismo tiempo posterga el debate de fondo: cómo compatibilizar calidad y acceso en un sistema que enfrenta desafíos estructurales.
Elevar progresivamente los puntajes de ingreso no es un capricho academicista, sino una condición indispensable para mejorar la calidad de la docencia. La evidencia es clara: existe una correlación directa entre los puntajes de acceso y el rendimiento posterior en evaluaciones nacionales de egreso. Los programas que atraen a estudiantes con mejores puntajes son, a la larga, los que forman a los docentes mejor preparados. Se trata de asegurar que quienes lleguen a las aulas universitarias tengan las capacidades necesarias para enfrentar un proceso formativo exigente y convertirse en profesionales competentes.
Por tanto, la decisión parlamentaria de frenar el alza de puntajes debió, en cambio, considerar al menos un aumento respecto del año 2025. Llevamos años estancados en un puntaje mínimo ubicado en un percentil básico, lo que envía una señal equivocada sobre la exigencia que requiere la profesión docente para elevar su estatus y prestigio social.
Ahora bien, subir los puntajes por sí solo no resolverá las bajas matrículas. De hecho, corre el riesgo de profundizarlo si no se acompaña de un diseño integral de vías de acceso diferenciadas. Aquí el Programa de Atracción al Talento Pedagógico aparece como un instrumento clave: capta jóvenes con interés temprano por la pedagogía. Asimismo, las prosecuciones de estudios representan una oportunidad que Chile no puede desaprovechar. Urge repensar los estándares de calidad desde la realidad específica de estos programas, ampliar los cupos de becas disponibles, considerando programas semipresenciales que permitan compatibilizar estudio y trabajo, y aumentar la oferta en regiones donde esta es inexistente.
El camino hacia una formación docente de calidad no pasa por renunciar a la excelencia, sino por equilibrar la exigencia académica con la apertura de trayectorias diversas. Subir los puntajes de ingreso no significa cerrar la puerta, sino asegurar que quienes entren por ella tengan la preparación necesaria. Y fortalecer vías como el PATP y las prosecuciones de estudios es reconocer que la vocación por enseñar puede nacer en distintos momentos de la vida, y que todos esos caminos son valiosos para enfrentar los desafíos que se avecinan.
Finalmente, la discusión pública debe instalar este punto con claridad: no se trata de relajar estándares ni de sacrificar calidad por cantidad. Al contrario, necesitamos más y mejores maestros, seleccionados con criterios exigentes, con políticas coherentes y con un sistema que valore la diversidad de sus trayectorias. Solo así podremos garantizar que el aula del futuro esté en manos de docentes capaces, comprometidos y preparados para formar a las próximas generaciones.
Por Mauricio Bravo, vicedecano de Educación UDD
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
4.
⚡¡Extendimos el Cyber LT! Participa por un viaje a Buenos Aires ✈️ y disfruta tu plan a precio especial por 4 meses
Plan digital +LT Beneficios$1.200/mes SUSCRÍBETE