Opinión

El PC y su “estatuto de garantías”

Ha resultado profundamente irresponsable que el candidato presidencial del Partido Comunista pretenda arrastrar a las Fuerzas Armadas a un terreno deliberativo, y que ponga en entredicho las credenciales democráticas de instituciones políticas.

El insólito pedido formulado por el candidato presidencial del Partido Comunista, Daniel Jadue, en cuanto a exigir al Ejército y a la Democracia Cristiana un “estatuto de garantías” -tal de que “se comprometan a nunca más ponerse a disposición de un gobierno extranjero para poder derrocar a su propio gobierno”- ha sido objeto de múltiples críticas, en particular porque hasta ahora ninguna candidatura había pretendido involucrar de esa forma a las Fuerzas Armadas en la contingencia política.

El propio Jadue al parecer ha sido consciente del adverso efecto que sus dichos han provocado, y ha buscado matizarlos, planteando que “no es necesario firmar ningún acuerdo (…) Espero que todas las instituciones, todos los partidos, estén a la altura de los desafíos democráticos que Chile está enfrentando hoy”. Pese a estas precisiones, el candidato no parece haberse retractado del fondo de su mensaje, sembrando dudas de tipo conspirativa y poniendo en duda -sin ninguna base- las credenciales democráticas de partidos políticos e instituciones.

Aun cuando puede haber algo simbólico en el hecho de que un candidato comunista sea ahora el que se permita solicitar a la Democracia Cristiana un “estatuto de garantías” -dicha exigencia la formuló la DC al gobierno de la Unidad Popular a cambio de darle los votos para que el candidato de dicha coalición, Salvador Allende, accediera al poder-, pretender retrotraer el debate al crispado clima político de comienzos de los 70 resulta un despropósito. Con todo, lo más preocupante es que se pretenda llevar a las Fuerzas Armadas a un terreno deliberativo, riesgo que ha sido advertido por múltiples voces, incurriendo así en una irresponsabilidad que no es propia de quien pretende dirigir los destinos del país. El Ejército, así como el resto de los institutos armados, han hecho bien en guardar silencio, y no dejarse arrastrar por este tipo de provocaciones.

Ningún partido con representación parlamentaria ha insinuado siquiera planteamientos como los que ha señalado Jadue, existiendo un amplio compromiso de apego a la tradición democrática y el respeto a la voluntad popular. Las Fuerzas Armadas, por su parte, han cumplido su rol constitucional de pleno apego al poder civil, sin incurrir en actitudes deliberantes. No ha sido, en cambio, la actitud que ha mostrado el PC, colectividad que no solo ha alentado la ocurrencia de nuevos estallidos sociales, sino que incluso busca desconocer las reglas ya establecidas para el funcionamiento de la futura Convención Constitucional, hechos que ciertamente generan fuerte inestabilidad.

La provocación de Jadue y el Partido Comunista parecen enmarcarse en un nuevo intento por introducir cuñas divisorias y polarizar aún más el ambiente político, terreno que parece acomodar a las huestes comunistas. Especial nota de estos hechos deberían tomar algunos personeros de la DC, que insisten en la necesidad de volver a conformar una alianza electoral con el PC, cuando ya es evidente que este partido no ve en la falange a un aliado confiable y que su propósito es reunificar a la extrema izquierda.

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