Propuestas en salud de los candidatos



Por Rafael Caviedes, Instituto Republicano

Las propuestas de salud de los dos candidatos que triunfaron en las primarias presidenciales tienen en común la reforma del modelo de aseguramiento, el plan único y una fuerte presencia del Estado. Es difícil entender que ellas omitan los cambios que requiere el modelo de gestión y provisión de servicios estatales. Uno de ellos anuncia solidaridad y subsidios directos por medio de un fondo de compensación de riesgos en torno a un plan único, que podrán elegir las personas en diferentes instituciones y, el otro, promete eliminar a las Isapres con un Fonasa universal que ofrecerá prestaciones gratuitas de altos estándares en servicios estatales, pero sin precisar cómo se lograrán los ideales que se ofrecen. La pregunta que debemos hacernos es si basta una reforma del aseguramiento para satisfacer las necesidades de la población. La respuesta es que será muy difícil cumplir las múltiples promesas si no se recurre a herramientas modernas de gestión que mejoren la gobernanza, garanticen autonomía, aumenten la libertad, la colaboración público-privada y permitan incluso, concesionar hospitales, centros médicos y poblaciones por áreas territoriales. Aclaro que en Chile, en este sector, solo existen concesiones básicas de obras civiles. Los candidatos privilegian una visión políticamente correcta -aunque técnicamente errada en mi opinión- al ofrecer un sistema unitario con o sin participación del sector privado, pero sin tocar a los servicios estatales.

Hay que entender que la red de provisión de servicios médicos es el motor del sector. En la red estatal radican los nudos gordianos que, por ejemplo, impiden diagnósticos oportunos, tiempos de espera excesivos, mal uso de pabellones quirúrgicos, paralizaciones, mala programación de insumos, etc..

Esta pandemia ha dejado en evidencia dos cosas: que es fundamental una autoridad sanitaria robusta, fuerte, con poder y capacidad técnica, y que se requiere una red eficiente de colaboración pública y privada. Más del 50% de los pacientes atendidos por Covid en clínicas privadas, provienen del sistema estatal; más del 55% de PCR y más del 45% del total de las prestaciones médicas que habitualmente se utilizan en Chile, son provistas por establecimientos y profesionales del sector privado, aunque muchas de ellas ni siquiera tienen coberturas estatales. El sector privado es una poderosa herramienta de apoyo para que el Estado pueda cumplir sus políticas de salud. Sería muy lamentable desperdiciar su enorme experiencia, potencial de inversión, gestión y aseguramiento. No se puede soslayar que el per cápita gastado por los sectores público y privado, es prácticamente el mismo, pero su calidad y productividad es muy diferente.

Por ello, centrar los programas en el aseguramiento y no en la profunda reforma que requiere la red estatal, es una omisión grave que se apreciará cuando observen que a pesar de los cambios persisten las carencias, las permanentes colas y la falta de servicio.

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