Andrés Allamand, senador RN: "En modernización tributaria y reforma previsional el acuerdo político es indispensable"

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El Senador Andrés Allamand durante una sesión de fotos para el especial 45 años del golpe de estado. En Santiago, jueves 23 de agosto de 2018. FOTO / ROBERTO CANDIA

El parlamentario dice que ambas iniciativas se deben discutir en su integralidad, descartando así lo que han propuesto dirigentes de la oposición, que plantean dividir los proyectos.


Una buena evaluación del curso del gobierno hace el senador de Renovación Nacional (RN) Andrés Allamand, pero con la tramitación de la modernización tributaria y el debate por la reforma de pensiones ve una "prueba de fuego" para el sistema político.

Así, el parlamentario urge por la búsqueda de acuerdos con la oposición y enfatiza que sería "inexplicable" que la mejora de las pensiones no se concrete por "bloqueo" u "obstruccionismo".

¿Dónde están, a su juicio, los mayores aciertos del gobierno en este segundo mandato de Sebastián Piñera?

El gobierno está terminando el año con un importante control de la agenda. En el ámbito legislativo, Aula Segura, la modernización tributaria y ahora la reforma previsional, junto a la discusión presupuestaria, dan cuenta de una administración desplegada. Y aún hay tiempo para iniciar la reforma laboral y avanzar en otros proyectos. Al mismo tiempo, se han dado pasos innovadores como el "Compromiso País" y otros esfuerzos, como la política migratoria, siguen a todo vapor. Los indicadores económicos también son positivos: vamos a crecer al doble del promedio del gobierno anterior.

¿Y la oposición?

Tal como era previsible, sigue en un proceso de reorganización. Por lo mismo, no logra levantar con claridad un perfil.

La tramitación del proyecto Aula Segura generó una tensión evidente entre el oficialismo y la oposición. ¿Cómo se pueden hacer llamados a recuperar la política de los acuerdos y, al mismo tiempo, acusar a la oposición de "doble estándar" y "obstrucción", entre otros apelativos?

Hay que mirar el resultado final y no quedarse en anécdotas. Es efectivo que el debate de Aula Segura fue por momentos áspero, por ambos lados, pero no es menos cierto que el resultado final fue un acuerdo muy amplio. Al final del día eso es lo que importa.

¿Qué lecciones pueden sacar el gobierno y la oposición de esa tramitación?

El gobierno logró conectar muy bien con la opinión pública, que apoyó el proyecto desde el primer día, y negoció con inteligencia, asumiendo que para alcanzar un acuerdo todos deben ceder. Para la oposición la lección es doble: por un lado, tal como sus líderes han reconocido, quedó más que claro que les cuesta una enormidad enfrentar los fenómenos de violencia y ese es un déficit político importante; por otro lado, ha quedado de manifiesto que es muy difícil oponerse a proyectos que abordan problemas reales y que cuentan con masivo apoyo ciudadano.

Pero ¿bastan esas condiciones para poder impulsar iniciativas?

Las reformas que se impulsan, ciertamente, tienen que estar alineadas con el programa de gobierno y con las convicciones que animan al gobierno, pero sin duda que esas convicciones y esa adhesión al programa se ven fortalecidas cuando tienen el respaldo de la opinión pública.

Búsqueda de acuerdos

De cara a las próximas reformas que vienen, como la de pensiones y el actual trámite de la modernización tributaria, ¿cómo se puede fortalecer el diálogo? ¿Se debe buscar a como dé lugar el consenso con la oposición?

Tanto en la modernización tributaria como en la reforma previsional el acuerdo político es indispensable, de lo contrario no habrá reforma. Ello, al menos en materia previsional es inviable políticamente. Nadie entendería que por incapacidad de llegar a acuerdos finalmente no hubiera reforma a las pensiones y siguiera todo igual. La opinión pública castigaría fuertemente a quien estimase culpable del fracaso. La reforma previsional es una prueba de fuego para el funcionamiento del sistema político, y yo espero que todos estén a la altura de las expectativas de la gente.

¿Cómo materializar ese acuerdo? Ambas partes deben ceder y, ante la primera sugerencia que hizo la oposición en materia previsional, que era separar en una ley corta lo que tiene que ver con el incremento en el pilar solidario, el gobierno dijo inmediatamente que no.

Las conversaciones y el diálogo de la reforma previsional están recién partiendo, por lo tanto, son planteamientos que se realizan al inicio del debate que habrá que ver si en definitiva se mantienen en el tiempo. Esta va a ser una discusión larga y, en todo caso, me parece razonable que el gobierno no acepte que sus iniciativas se parcelen. Tanto la reforma tributaria como la reforma previsional constituyen un todo orgánico y así deben ser analizadas.

¿No es posible, entonces, dividir proyectos pensando en que ello podría facilitar la concreción de un acuerdo?

Las reformas previsional y tributaria tienen una lógica de conjunto, por lo tanto, yo soy partidario de que se aborden de esa manera. Eso no implica que durante el debate, en último extremo y en última instancia, durante las votaciones legislativas, algunas cuestiones permanezcan y otras simplemente no subsistan. Pero la manera de abordar estos temas complejos es abordarlos en su integridad y no parcelándolos.

En contrario, se podría decir también que si el gobierno no logra aprobarla, será La Moneda la que pague el costo. ¿Por qué es errado ese análisis?

No lo comparto por una razón muy simple: porque, aquí, en definitiva, lo que se castiga es el bloqueo y el obstruccionismo. El gobierno está impulsando una reforma previsional largamente esperada por los chilenos, en consecuencia está cumpliendo con su tarea y su obligación como gobernante. El gobierno no tiene mayoría en el Congreso, por lo tanto, la mayor responsabilidad estriba, precisamente, en la instancia legislativa. Si el Congreso rechaza la reforma previsional, va a ser simplemente inexplicable para una gran mayoría ciudadana.

En la búsqueda de acuerdos, ¿cómo puede manejar las urgencias legislativas el gobierno para evitar ser acusado por la oposición de ser contrario al diálogo, por ejemplo, como ha ocurrido en otros proyectos?

Tanto la reforma tributaria como la previsional son materias complejas y a nadie se le ocurriría tramitarlas a "matacaballo". Hay otras iniciativas, como Aula Segura, que son proyectos comparativamente más simples, urgentes y necesarios, en que una tramitación acelerada es indispensable.

¿Cómo espera que se desarrolle el debate por la reforma de pensiones con la oposición, que ya ha hecho críticas de fondo al anuncio, como por ejemplo, que la propuesta no tiene su foco bien puesto en el aspecto solidario, que mantiene la administración en privados y que es muy a largo plazo, entre otras críticas?

Le vuelvo a señalar: la opinión pública no entendería que la dirigencia política fuera incapaz de alcanzar aquellos acuerdos indispensables para que la reforma sea realidad. Todos somos partidarios de una reforma previsional cuyo foco, más allá de los aspectos ideológicos envueltos, sea un mejoramiento real de las pensiones. Por lo mismo, sacarla adelante será también tarea de todos. El que obstruya la reforma previsional pagará un enorme costo político.

¿En qué aspectos usted considera que esta propuesta es mejor que la que planteó el gobierno de la presidenta Bachelet?

La actual tiene un alcance mucho mayor en términos de a quiénes beneficia, los recursos comprometidos en el pilar solidario son enormes y se reafirma un principio central: la propiedad de los ahorros previsionales es de los trabajadores y nadie les puede meter mano.

El fin de semana pasado, el senador Ricardo Lagos Weber realizó una dura crítica al Presidente Piñera. En respuesta a la forma en que el Mandatario se ha referido a la oposición, el senador dijo que Piñera "está socavando nuestra institucionalidad, él degrada la institución presidencial". ¿Cómo responde usted a eso?

Creo que es una exageración.

El senador propuso que el debate de la modernización tributaria se divida. ¿Qué le parece a usted esa idea?

Yo exploraría primero un acuerdo integral. Las comisiones que estudian el proyecto perfectamente pueden funcionar como mesas de trabajo y así nadie dice que se instaló una nueva "cocina".

¿"Efecto Bolsonaro"?

Respecto de Chile Vamos, ¿cómo evalúa las diferencias que se han visto en la coalición, particularmente en los temas valóricos?

Yo veo a Chile Vamos con gran madurez. Las diferencias se procesan de buena manera, no hay mayores conflictos internos y la relación con el gobierno es fluida. Hay una diferencia del cielo a la tierra con el anterior gobierno de Piñera.

La Presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, se entrevistó con Jair Bolsonaro; luego lo hizo José Antonio Kast. Ahora que fue electo presidente se anuncia que viajarán a Brasil más de 20 diputados de la UDI y RN para tender puentes con los dirigentes que lo acompañan. ¿Habrá un "efecto Bolsonaro" en Chile Vamos?

No creo. Hay ciertamente ganas de conocerlo y el propio Presidente Sebastián Piñera le ha extendido una invitación para visitar Chile. En el interés del país está mantener la mejor relación posible con las nuevas autoridades de Brasil, que es un socio comercial muy importante para nosotros. Brasil tiene una influencia enorme en la región. Habrá que seguir de cerca la evolución del nuevo gobierno.

¿Corre algún riesgo Chile Vamos de "derechizarse"?

Ninguno. Chile Vamos es una coalición que sabe que obtuvo su triunfo el año pasado porque logró atraer el voto moderado y de centro. Sería absurdo y completamente fuera de lugar que extremara sus planteamientos.

Hace algunos días, el diputado y vicepresidente de Evópoli, Francisco Undurraga, planteó que "la diversidad de Chile Vamos no va a permitir asonadas populistas". ¿Comparte ese análisis?

No veo que haya hoy ningún espacio en Chile Vamos para políticas populistas. Eso sería traicionar el sello responsable que tiene el gobierno y, por ende, la coalición que lo apoya.

¿Qué tan real es que América Latina ha iniciado un giro hacia la derecha?

La realidad es categórica. La izquierda ha sufrido derrotas en Argentina, Paraguay, Perú, Colombia y ahora, Brasil. El gobierno ecuatoriano que parecía ser la excepción está aplicando políticas que lo acercan a la Alianza del Pacífico. Lo importante es que en todos esos fracasos de la izquierda aparece un patrón o explicación común: rechazo ciudadano a la corrupción y a la debilidad para enfrentar la delincuencia junto a un castigo por los malos resultados económicos.

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